Caminos para construir el bien común

El bien común; imaginemos su búsqueda como un laberinto donde hay que llegar al centro. Si esto fuese así, entonces la solidaridad sería el mapa que nos conduciría hasta allí, y la subsidiariedad las indicaciones dentro del mapa. La sociedad del individualismo hedonista ha deformado la solidaridad hasta convertirla en un buen sentimiento que no tiene consecuencias sobre nuestro modo de vivir o de organizarnos socialmente. Pero esto es falso. La solidaridad exige justicia. Ser solidarios y solidarias exige, en primer lugar, serlo con los empobrecidos, las mayores víctimas de la injusticia. Y para ello tendremos que cambiar muchos de nuestros hábitos y costumbres. La solidaridad nace del reconocimiento de que necesitamos los unos de los otros y de que somos responsables los unos de los otros.
Para que la solidaridad sea un hecho se necesitan personas y grupos que la vivan, una cultura que la favorezca y fomente y organizaciones e instituciones que sean cauces adecuados para vivirla y construirla socialmente. El estado debe encauzar y promover la solidaridad social y controlar y corregir las tendencias sociales que se desvían hacia la insolidaridad.
La subsidiaridad viene a decir que la solidaridad, para ser realmente humana, necesita giuarse por la promoción de la libertad y, además, que los problemas sociales deben resolverse en el nivel más adecuado para ello. Por ejemplo: supongamos que los vecinos de un municipio pasan dificultades relacionadas con un problema local. Pues le corresponderá al ayuntamiento hacer algo al respecto, y no al gobierno central. Imaginemos ahora que son muchas las localidades que pasan dificultades debido a una mala gestión o administración. En ese caso le corresponderá al gobierno central tomar cartas en el asunto y no al ayuntamiento de hace un momento. Sin embargo, el individualismo hedonista también deforma la subsidiariedad para ajustarla al propio beneficio. La subsidiariedad es falsa si no está vinculada a la solidaridad. La búsqueda del bien común debería ser el fundamento y sentido de la comunidad política. Así, la solidaridad y la subsidiaridad se convertirían en los principios reguladores de la vida política.

Frase DSI

El principio de solidaridad es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana.

Catecismo de la Iglesia Católica, n.1939

Actuar

Teniendo en cuenta lo que ocurre en nuestra realidad más cercana, ¿qué podemos hacer para colaborar a que crezca la solidaridad?

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