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Homilía del cardenal Osoro en la Eucaristía del 75 Aniversario de la HOAC

Iglesia

Homilía del cardenal Osoro en la Eucaristía del 75 Aniversario de la HOAC

18 noviembre 2021

Eucaristía 75 Aniversario de la HOAC
Parroquia Basílica Nuestra Señora de la Milagrosa. 6 de noviembre de 2021

Queridos hermanos obispos, obispo de León y obispo coadjutor d. Antonio, de Almería. Querido vicario episcopal de desarrollo integral de nuestra diócesis de Madrid, don José Luis. Consiliario nacional de la HOAC, don Fernando. Hermanos sacerdotes. Hermanos y hermanas.

Qué día más extraordinario para nosotros, para Iglesia, pero especialmente para vosotros, militantes de la HOAC, es este 75 aniversario que estamos celebrando. Como habéis dicho en la monición de entrada, un 3 de noviembre de 1946, en esta basílica, nacía la HOAC. Queremos agradecer con gratitud, con esperanza, y hacer memoria y, sobre todo, mostrar un compromiso renovado en estos momentos también, porque aquello que hicieron hace 75 años no es menos importante en estos momentos. Es verdad que las circunstancias han cambiado, pero el mundo del trabajo necesita militantes que hagan posible que la dignidad del trabajo se mantenga, crezca. Reconocemos el paso de Dios por esta historia a través de tantos militantes que dieron la vida y trabajaron para mostrar el rostro del Evangelio en el mundo obrero. Iglesia y mundo obrero han estado unidos estos 75 años, se encontraron y se encontraron a través de todos nosotros.

Mirad, el salmo que hemos proclamado nos hablaba de alabar al Señor: “Alaba, alma mía, al Señor”. Un Dios que mantiene la fidelidad, pero un Dios que hace justicia, como nos decía el salmista, a los oprimidos. Un Dios que da el pan a los hambrientos y da libertad a quienes tienen ataduras o esclavitudes diversas o se las imponen. Un Dios que nos abre los ojos, que nos endereza para que miremos los problemas de frente. Un Dios que ama a quien busca la justicia. Un Dios que nos sustenta. Los caminos por los que a veces vamos los hombres no son los de Él y nos pone una dirección donde trastoca ese camino de los que buscan solamente para ellos mismos, y nos pone la dirección parar buscar siempre para los demás.

La Palabra que el Señor nos entrega hoy se podría resumir en tres palabras, que son importantes para todos nosotros. Por una parte, dar;  en segundo lugar, interceder; y en tercer lugar, vivir. Tres palabras que resumen, de alguna manera, lo que acabamos de escuchar hoy nosotros, que ciertamente tienen que ver con esta trayectoria que los militantes de la HOAC habéis vivido durante estos 75 años; En momentos diferentes, en situaciones diversas, pero siempre con el deseo de dar y de dar a este mundo –y en concreto al mundo obrero– pero el rostro de Dios, no escamotear ese rostro.

Hemos escuchado en la primera lectura del libro de los reyes que hemos proclamado que el profeta Elías, un hombre de Dios, salió a los caminos y llegó a un lugar donde poco había, no tenían medios aquella mujer viuda y con un hijo, y la llamó para decirle: por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba. Cuando yo esta tarde estaba rezando y escuchando esto, pensaba en las personas que yo he conocido de la HOAC que, de alguna manera, han estado en esta tarea de buscar la dignidad de los que más necesitaban, en este caso levantar la dignidad del trabajo. Elías llamó a esta pobre mujer y le dijo que le trajese un poco de agua para beber, y después también la pidió un trozo de pan; aquella mujer no tenía nada, tenía un poquito –como dice el texto–, un puñado de harina y un poco de aceite en la alcuza, pero tenían que comer ella y su hijo. Pero aquella mujer se fio de Elías, no temas. Es verdad que Dios implantó la justicia. Comieron los tres: ella, su hijo y Elías, y no se vació la harina ni la alcuza de aceite.

Dios hace cosas extraordinarias. El Dios de la vida no se vacía, no se agota, da a los hombres aquello que Dios quiere entregar, les mantiene en esa dignidad. Pero también es verdad que Dios se vale de los hombres, se valió de Elías para que esta mujer viese el poder que Dios tiene para alcanzar la justicia, y se sigue valiendo de nosotros –en concreto de vosotros, los militantes de la HOAC– para situaros y hacer ver que Dios está a favor de los hombres, que Dios no quiere la injusticia, que Dios no quiere servicios que degraden a las personas. Dios quiere que se muestre la dignidad con que Dios situó al ser humano en este mundo y le dio las capacidades necesarias para poder vivir, sustentarse y crecer.

Esta actitud, después de 75 años, en esta celebración que estamos haciendo de la vida de la HOAC aquí entre nosotros en España, la vida de unos militantes que lo dieron todo por la dignidad del trabajo, que dieron todo por expresar y mostrar la fuerza que tiene el Evangelio para implantar esta dignidad, nos invita a todos a seguir dando.

En segundo lugar, tenemos un intercesor: la referencia a Jesucristo nuestro Señor, obrero también, unido a este mundo, que vino para destruir el pecado y para ofrecerse Él por los pecados de todos para salvarnos a todos. Vosotros creéis en la salvación que ofrece Jesucristo, pero no es una salvación teórica, no es una salvación de ideas; es una salvación que acontece en la vida y en la historia de cada ser humano. Si no somos capaces de mostrar esa salvación en la historia concreta de los hombres, es que no hemos descubierto en realidad esa salvación que nos ofrece Jesucristo. Él nos invita a dar nuestra vida, a darla con su fuerza y con su amor, nos invita a descubrir que Él es el gran intercesor, y nos invita a vivir. A dar lo que tenemos.

Habéis escuchado el Evangelio, que tiene una fuerza extraordinaria: “En verdad os digo, esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie”. Estas palabras de Jesús nos obligan a preguntarnos o hacernos a todos esta pregunta: ¿Vivimos solo dando de lo que nos sobra o dando algo de nuestra propia vida? ¿De qué vivimos? En primer lugar –si os habéis dado cuentas– Jesús, comienza con una crítica a los escribas: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse. Buscan los asientos de honor…”. Los escribas muestran una vanidad insaciable y un ansia desmedida de honores. Visten de manera especial, distintos de los demás para diferenciarse como maestros y buscar el respeto de la gente porque no se sienten seguros de sí mismos; por eso necesitan crear una especie apariencia en la vida. Tal vez, podríamos preguntarnos nosotros esta noche: ¿No hay en nosotros también ese deseo de aparentar y de ser como los primeros letrados que aparecen en el Evangelio?

Frente a los escribas que viven a costa de los demás y frente a los ricos que dan limosnas por apariencia, Jesús nos presenta el signo de la viuda: Jesús sentado frente a la alcancía del templo, observa la actitud de la gente que pasa a depositar la limosna: “se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas”. Muchos ricos estaban echando limosnas abundantes y la pobre viuda echa solo dos monedillas que eran las monedas más pequeñas que circulaban en aquel tiempo en Israel.

Ciertamente, como veis, el personaje más importante de esta escena es esta pobre mujer viuda. En la época de Jesús, ser mujer y viuda era el compendio del mayor desamparo. Aquella mujer es también pobre. Pues bien, aquella mujer viuda y pobre, se allegó al templo y dice el Evangelio, que echó en el arca “todo lo que tenía para vivir”. Es verdad que su ofrenda es insignificante; no es en realidad una contribución al sostenimiento del templo, sino un acto, un gesto de amor y de confianza absoluta en Dios.

Leyendo esta tarde algunas cosas de la HOAC en algunos momentos, ciertamente tuvimos unos hombres y mujeres de una confianza absoluta en Dios. Y con unos gestos de amor que hoy, cuando lo vemos en distancia y nos retrotraemos a los momentos históricos concretos que entonces se vivían en España, tienen una fuerza especial. Por eso, Jesús, impactado, llama a sus discípulos –como habéis escuchado en el Evangelio– y nos dice, a ellos y a nosotros: “Los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. Recordaba momentos difíciles de los militantes de la HOAC, que arriesgaban sus vidas en aquellos momentos por defender los derechos y la dignidad de los trabajadores. Yo creo que esta celebración supone también para nosotros una memoria y un recuerdo de aquellos hombres.

¿Por qué? Yo entiendo que es por lo que escuchamos en el Evangelio de hoy. Esta mujer hace de Dios el valor supremo, por encima de la propia persona, y hace depender su vida de Él, no tiene más medio de subsistencia más que Dios. Quien ama de verdad, entrega su persona y también todas sus cosas, porque las descubre como menos importante que su propia persona.

Queridos hermanos, hoy descubrimos cómo esta mujer, esta viuda del Evangelio, es un ejemplo de un amor total a Dios, expresado en el desprendimiento del dinero; es la antítesis de los letrados, en la antítesis de los que poseen mucho y viven para sí mismos. El comportamiento de la viuda dando todo lo que tenía para vivir, es un ejemplo que yo creo que hay que proclamar en este momento, cuando estamos en esta celebración recordando los 75 años de la vida de la HOAC, y recordando a aquellos que iniciaron este movimiento; ciertamente el comportamiento de la viuda es ejemplo de aquellos también. Hoy podríamos preguntarnos todos nosotros, después de estos 75 años de vida de la HOAC: ¿Me parezco en algo a esta pobre mujer viuda que pone toda su confianza en Dios o vivo dando solo lo que me sobra? ¿Podría yo dar algún paso más de entrega de mi persona por los otros? Porque aquellos hombres y mujeres que iniciaron este movimiento de la HOAC no pensaron en sí mismos, pensaron en los demás, pensaron en la dignidad que tenían que alcanzar en el trabajo en un momento en que a veces algunos se sentían explotados.

El Evangelio nos invita a seguir valorando a las personas por lo que son y también por la capacidad de servicio y solidaridad, no por los bienes que podamos conseguir o acumular, ni por el éxito social logrado. La auténtica relación con Dios comienza cuando empezamos a compartir no de lo que nos sobra, sino de lo que tenemos necesidad. No solamente el dinero, sino compartir la acción para que la dignidad del ser humano sea cada día mayor, a costa a veces de complicar nuestra existencia y nuestra vida.

“Esta pobre viuda ha echado en el arca más que nadie”, nos ha dicho Jesús. Esta mujer ha echado todo lo que tenía para vivir, ha echado, por tanto, su vida en el tesoro del templo, porque ha encontrado en Dios el sostén para hoy y para mañana. Yo he conocido en mi tierra personas mayores que vivieron los momentos primeros de la HOAC, y es verdad que compartieron, renovaron una confianza absoluta en Dios, compartieron la vida con nosotros, lo compartieron buscando la dignidad de los demás.

Queridos hermanos, nuestra oración hoy al celebrar los 75 años podría ser: Señor, que como la viuda del Evangelio que hoy nos regalas y nos presentas, es verdad que a lo mejor es poco lo que tenemos para ofrecerte, pero ayúdanos a poner lo poco que tenemos en tus manos. Porque tú eres la riqueza, la riqueza de toda la humanidad y regalar la presencia tuya en medio de este mundo, la presencia de tu persona, de tu acción a través de nosotros, en concreto en el mundo del trabajo, sigue siendo una necesidad.

Miremos, queridos hermanos, los nuevos retos que nosotros tenemos en estos momentos de todo tipo en este mundo del trabajo. Un reto es todo el mundo de la emigración, que a veces son expulsados, no son validados en lo que tienen que ser; no solamente este mundo, sino otras situaciones que nosotros sabemos que implican el descubrimiento de la dignidad de tantas y tantas personas.

Os quiero decir algunas cosas, pero son breves.

  • Pongamos el hombro y el corazón. Nuestros militantes que tuvimos pusieron el hombro, el trabajo y el corazón.
  • Ver en estos momentos dónde están las realidades a los que nosotros tenemos que ir orando. El diálogo con Dios para aquellos hombres y mujeres ha sido fundamental.
  • Mirad a la Santísima Virgen María. Aquí en La Milagrosa nació la HOAC. Hay que mirar a la Virgen María, porque ella nos insiste “haced lo que Él os dice”.
  • Contad también la buena noticia de Jesucristo. Seamos buena noticia con nuestra vida.
  • Hagámoslo en cercanía a los hombres, a los hombres concretos, a las realidades concretas en las que están y en las que viven. Hagámoslo con alegría, la que nace del Evangelio.
  • Iluminemos con el amor de Dios todas las realidades que estén a nuestro alrededor, hablemos al corazón de la gente, no solamente tengamos ideas que pueden ser muy buenas, pero si no alcanzan al corazón no movemos absolutamente nada.
  • Reconoceos en medio del pueblo como hombres y mujeres que son seguidores de Jesucristo con todas las consecuencias.

El Señor nos bendiga a todos y bendiga a la HOAC en esta celebración que hoy hacemos, recordando 75 años de vida, de trabajo, y que no ha pasado el tiempo, no es de otra época. No, quizá hoy es de otra manera pero más necesaria que nunca, la presencia de militantes en el mundo del trabajo. Que Jesucristo nuestro Señor, que se hace presente aquí en el altar, nos ayude a ver los motivos fundamentales que movieron a aquellos hombres hace 75 años, y los que nos tienen que mover a nosotros en estos momentos de la historia. Amén

 

Jaén | Eucaristía de acción de gracias en el cierre del 75 aniversario de la HOAC

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Jaén | Eucaristía de acción de gracias en el cierre del 75 aniversario de la HOAC

15 noviembre 2021

Simpatizantes, familiares, amigos y parroquianos acompañaron la celebración, que tuvo lugar en la parroquia de San Juan Bosco, y fue presidida por el administrador apostólico, Don Amadeo Rodríguez y concelebrada por el párroco, Juan Carlos Macías, el consiliario de la HOAC, José González, dos exconsiliarios, Tomás Rivas y Antonio Ugarte, y el vicario inspectorial de los Salesianos, Fernando Miranda.

Fue un día muy especial para las mujeres y hombres de la HOAC en el que se recordó como un 3 de noviembre de 1946 se ponía en marcha la HOAC, celebrando este acontecimiento con gratitud, esperanza, y compromiso renovado. Se agradeció a Dios la vida y la obra de Guillermo Rovirosa, que hace 75 años, respondiendo al encargo que le hicieron los obispos, puso en marcha este movimiento apostólico para llevar a Cristo y su Evangelio al mundo obrero. Se agradeció, también, el paso de Dios por la historia de la HOAC, y por la vida entregada de tantos y tantas militantes a lo largo de estos 75 años de encuentro entre la Iglesia y el mundo del trabajo y renovar así la llamada recibida. Misión que hoy siguen realizando militantes de la HOAC con entrega y esperanza, empeñando su vida en tender puentes y derribar muros para construir fraternidad entre la Iglesia y el mundo del trabajo.

Se celebraba la Eucaristía dentro de la Semana de los Pobres, que es una llamada para reaccionar ante la cultura del descarte y del derroche para, así hacer nuestra la cultura del encuentro donde los empobrecidos muevan a compartir los bienes y a luchar por el reparto de la riqueza.

La emotiva celebración reflejaba en el altar el trabajo de tantos testigos en estos 75 años de vida al servicio del mundo obrero, a quienes los militantes actuales han de relevar, ya que éstos fueron quienes les infundieron y transmitieron una verdadera espiritualidad militante, obrera y cristiana, que hace posible  amar a Cristo, a su Iglesia y al mundo obrero, que hoy necesita de la alegría del evangelio.

Las palabras de ánimo de D. Amadeo sirvieron de empujón para poder seguir construyendo justicia social, fraternidad y amistad social con entusiasmo y esperanza. D. Amadeo valoró la aportación de la HOAC y alentó a los militantes de Jaén a crecer  y  a seguir en la línea de los que iniciaron este movimiento, ya que la situación social y económica actual lo necesita igual o más que hace 75 años. También reconoció el compromiso militante de los miembros de la HOAC, su trayectoria y aportación como Iglesia en la defensa de los derechos humanos. Compromiso al que el Papa Francisco  hace un llamamiento incisivo y urgente en este momento. Así insistió en que las propuestas concretas del papa Francisco en materia de compromiso político, de la centralidad y la dignidad del trabajo humano, la enseñanza social de la Iglesia y la importancia del laicado suponen un reconocimiento implícito de la trayectoria de este movimiento especializado de la Acción Católica. D. Amadeo rememoró su propia experiencia de encuentro con militantes de la HOAC en   los que reconoció verdaderos apóstoles incansables en su misión de evangelizar a tiempo y destiempo.

Terminó la celebración con el deseo de dejarse evangelizar por los pobres para lo que es necesario construir hermandad, pasando del “yo” al “nosotros”, compartiendo sus vidas desde esa fraternidad a la que estamos llamados como comunidad. En la oración final los participantes en  la celebración rezaron juntos la Oración a Jesús Obrero, que rezan cada día los militantes de la HOAC.

Astorga | Celebración del 75 aniversario de la HOAC

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Astorga | Celebración del 75 aniversario de la HOAC

17 septiembre 2021

Con el lema “Tendiendo puentes, derribando muros”, que expresa el caminar histórico de la HOAC, siendo Iglesia en el mundo obrero y mundo obrero en la Iglesia, la HOAC de Astorga celebrará el 75 aniversario de su nacimiento el sábado, 18 de septiembre a las 17:00, en la parroquia de San Antonio, en Ponferrada, acto que concluirá con una Eucaristía presidida por el obispo, D. Jesús Fernández González.

El 3 de noviembre de 1946 nacía la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Se hacía realidad el encargo que los obispos españoles habían hecho a Guillermo Rovirosa Albet de poner en marcha un movimiento especializado de acción católica para la evangelización del mundo obrero y del trabajo.

Celebramos estos setenta y cinco años de existencia y lo queremos hacer dando gracias al Padre por tantos hombres y mujeres que han ofrecido su vida llevando el Evangelio al mundo obrero y del trabajo y trayendo a la iglesia las alegrías y las penas, las miserias y las grandezas de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. Una celebración que quiere ser memoria agradecida de la entrega y generosidad de tantos y tantas militantes, laicos y sacerdotes que han dado lo mejor de sí para llevar el Evangelio a los ambientes obreros y defender la grandeza y dignidad de ser obrero, estando presentes en tantas luchas y conflictos en las que estaba en juego el reconocimiento de unas condiciones justas en el trabajo y un salario digno que permitiera vivir con dignidad al obrero y su familia. Desde entonces, ininterrumpidamente, pese a las diversas circunstancias de todo tipo por las que ha transcurrido la vida de la HOAC, podemos afirmar que se ha desplegado toda una historia de fidelidad eclesial siendo fieles al mundo obrero a quienes hemos sido enviados.

Nuestra celebración no es solo mirar con gratitud al pasado, sino, también, sentirnos impulsados hacia el futuro, en la vivencia comprometida de nuestro presente, que queremos seguir viviendo con ilusión y esperanza, poniendo de manifiesto que el modo de estar presentes en la realidad, de encarnarnos en el mundo obrero y del trabajo de hoy sigue siendo, 75 años después, plenamente válido y actual lo que D. Tomás Malagón decía: “una organización vale lo que valen sus militantes”. Hoy como ayer para evangelizar al mundo obrero se necesitan apóstoles obreros, testigos de Jesucristo, que, con su espiritualidad, su formación y su compromiso encarnado en la realidad y las organizaciones del mundo obrero y del trabajo, sean evangelizadores de sus hermanos y hermanas. Espiritualidad, formación y compromiso son las características del modelo evangelizador de la HOAC, tres grandes caminos por los que hoy, como ayer, transita la vida del movimiento, buscando el encuentro Iglesia-mundo obrero y del trabajo.

PROGRAMA 

SÁBADO 18 DE SEPTIEMBRE-IGLEISA DE SAN ANTONIO DE PONFERRADA

17 horas- Encuentro y presentación

17.15 horas- Nacimiento y desarrollo de la HOAC en su contexto histórico. Alfonso Gil Montalbo, consiliario de la HOAC de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol.

18 horas- Testimonios de militantes históricos de la diócesis de Astorga.

18.45 horas- Descanso

19.15 horas- la HOAC hoy

19.30 horas- Eucaristía presidida por D. Jesús Fernández, obispo de la diócesis.

Desde la HOAC diocesana, invitamos a asistir a todas aquellas personas interesadas por conocer este movimiento especializado de la Acción Católica.

Huesca | Conmemoración del 75 aniversario de la HOAC

Convocatorias

Huesca | Conmemoración del 75 aniversario de la HOAC

17 mayo 2021

Con el lema “Tendiendo puentes, derribando muros”, que expresa el caminar histórico de la HOAC, siendo Iglesia en el mundo obrero y mundo obrero en la Iglesia, la HOAC de Hueca convoca un acto de celebración de la Eucaristía, el jueves 27 de mayo a las 19:00 en la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Huesca, presidida por el obispo Julián Ruiz Martorell.

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El 3 de noviembre de 1946 nacía la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Se hacía realidad el encargo que los obispos españoles habían hecho a Guillermo Rovirosa Albet de poner en marcha un movimiento especializado de acción católica para la evangelización del mundo obrero y del trabajo. Celebramos estos setenta y cinco años de existencia y lo queremos hacer dando gracias al Padre por la vida de tantos hombres y mujeres que han ofrecido su vida llevando el Evangelio al mundo obrero y del trabajo y trayendo a la iglesia las alegrías y las penas, las miserias y las grandezas de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo.

Una celebración que quiere ser memoria agradecida de la entrega y generosidad de tantos y tantas militantes, laicos y sacerdotes que han dado lo mejor de sí para llevar el Evangelio a los ambientes obreros y defender la grandeza y dignidad de ser obrero, estando presentes en tantas luchas y conflictos en las que estaba en juego el reconocimiento de unas condiciones dignas en el trabajo y un salario digno que permitiera vivir con dignidad al obrero y su familia. Desde entonces, ininterrumpidamente, pese a las diversas circunstancias de todo tipo por las que ha transcurrido la vida de la HOAC, podemos afirmar que se ha desplegado toda una historia de fidelidad eclesial siendo fieles al mundo obrero a quienes hemos sido enviados.

Nuestra celebración no es solo mirar con gratitud al pasado, sino, también, sentirnos impulsados hacia el futuro, en la vivencia comprometida de nuestro presente, que queremos seguir viviendo con ilusión y esperanza, poniendo de manifiesto que el modo de estar presentes en la realidad, de encarnarnos en el mundo obrero y del trabajo de hoy sigue siendo, 75 años después, plenamente válido y actual. D. Tomás Malagón decía que “una organización vale lo que valen sus militantes”. Hoy como ayer para evangelizar al mundo obrero se necesitan apóstoles obreros, testigos de Jesucristo, que, con su espiritualidad, su formación y su compromiso encarnado en la realidad y las organizaciones del mundo obrero y del trabajo, sean evangelizadores de sus hermanos y hermanas. Espiritualidad, formación y compromiso son las características del modelo evangelizador de la HOAC, tres grandes caminos por los que hoy, como ayer, transita la vida del movimiento, buscando el encuentro Iglesia-mundo obrero y del trabajo.

Cádiz-Ceuta | Convocatorias con motivo del 75 aniversario de la HOAC

Convocatorias

Cádiz-Ceuta | Convocatorias con motivo del 75 aniversario de la HOAC

17 febrero 2021

La HOAC de la diócesis de Cádiz-Ceuta convoca la celebración de la Eucaristía y de un vídeo-coloquio con motivo del 75º aniversario de la HOAC y del  57º y 37 aniversario del fallecimiento de Guillermo Rovirosa y de Tomás Malagón, respectivamente.

La diócesis ha convocado para el miércoles 24 de febrero la celebración de la Eucaristía en la Parroquia de Santa Ana de Cádiz, y en la Parroquia de San Benito Abad de Puerto Real, ambas a las 19h. También está previsto, para el viernes, 26 de febrero, a las 17h, por internet en este enlace, un vídeo-coloquio sobre La HOAC y Rovirosa.

Con estos actos la HOAC diocesana quiere dar gracias al Padre por tantos hombres y mujeres que han ofrecido su vida llevando el Evangelio al mundo obrero y del trabajo, y a la vez trayendo a la Iglesia las alegrías y las penas, las miserias y las grandezas de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo.

El papa Francisco insiste en la necesidad de ser “memoriosos”, y recordar las maravillas que Dios va haciendo en nuestra vida, para poder proclamarlas, para poder seguir anunciando su ternura y su misericordia. Celebrar es una dimensión constitutiva de la Fe.

En la diócesis de Cádiz y Ceuta queremos celebrar con gozo estos 75 años de fidelidad de la Iglesia al mundo obrero, y recordar, a su vez la figura de Guillermo Rovirosa, primer militante, promotor de la HOAC y actualmente en proceso de beatificación; y de Tomás Malagón, sacerdote de la Iglesia al servicio de todos, que llevó en lo más hondo de su corazón un gran amor a la HOAC.

Sus palabras, escritos y testimonio siguen hoy inspirando y guiando la vida y el compromiso de los militantes de la HOAC en medio de los trabajadores y trabajadoras, cuyos derechos siguen siendo vulnerados y su dignidad como tales no siempre reconocida.  La Evangelización en el mundo del trabajo sigue siendo hoy tan necesaria como entonces.

 

Getafe | Arranca la celebración del 75 aniversario de la HOAC con una Eucaristía

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Getafe | Arranca la celebración del 75 aniversario de la HOAC con una Eucaristía

05 febrero 2021

La diócesis de Getafe comenzará la celebración del 75 aniversario de la creación de la HOAC, con una Eucaristía, el 26 de febrero, a las a las 19 h. en la parroquia Ntra. Sra. de Zarzaquemada de Leganés, que podrá seguirse por Youtube.

La celebración eucarística servirá, también y como es tradición todos los años, para celebrar y recordar la vida del primer militante de la HOAC, Guillermo Rovirosa, que murió el 27 de febrero de 1964. 

El 3 de noviembre de 1946, en la clausura de la I Semana Nacional, celebrada en la Basílica de la Milagrosa, en Madrid, es situado como la fecha del nacimiento de la HOAC. Se puso en marcha definitivamente el proyecto que los obispos españoles encargaron a Guillermo Rovirosa de organizar e impulsar un movimiento apostólico especializado de Acción Católica para la evangelización del mundo obrero tan alejado de la Iglesia. Desde que asumió la tarea Rovirosa se dedicó por entero al apostolado entre los obreros, viviendo como un obrero pobre.

Desde entonces, ininterrumpidamente, pese a las diversas circunstancias de todo tipo por las que ha transcurrido la vida de la HOAC, podemos afirmar que se ha desplegado toda una historia de fidelidad eclesial siendo fieles al mundo obrero a quienes hemos sido enviados.

Por esta razón el 3 de noviembre de 2020, la HOAC inició la celebración del 75 aniversario que terminará el 3 de noviembre de 2021. El lema del aniversario es Tendiendo puentes y derribando muros.

Durante todo este año y con diversos actos, celebraciones y publicaciones quieren dar gracias al Padre por tantos hombres y mujeres que han ofrecido su vida llevando el Evangelio al mundo obrero y del trabajo, y a la vez trayendo a la Iglesia las alegrías y las penas, las miserias y las grandezas de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo.

El papa Francisco insiste en la necesidad de ser ‘memoriosos’, y recordar las maravillas que Dios va haciendo en nuestra vida, para poder proclamarlas, para poder seguir anunciando su ternura y su misericordia. Celebrar es una dimensión constitutiva de la Fe.

En la diócesis de Getafe quieren celebrar con gozo estos 75 años de fidelidad de la Iglesia al mundo obrero, y recordar, a su vez la figura, de Guillermo Rovirosa. Su conversión a la fe cristiana en la Navidad de 1933 marcó definitivamente su vida, fiel hasta su muerte a la Iglesia, al Evangelio y al mundo obrero, sus palabras, escritos y testimonio siguen hoy inspirando y guiando la vida y el compromiso de los militantes de la HOAC en medio de los trabajadores y trabajadoras, cuyos derechos siguen siendo vulnerados y su dignidad como tales no siempre reconocida. La Evangelización en el mundo del trabajo sigue siendo hoy tan necesaria como entonces.

Homilía en la Eucaristía de inicio del 75 aniversario del nacimiento de la HOAC

Iglesia, Internacional, Mundo obrero y del trabajo

Homilía en la Eucaristía de inicio del 75 aniversario del nacimiento de la HOAC

03 noviembre 2020

Filipenses 2, 5-11
Salmo 21
Lucas 14, 15-24

Queridas y queridos todos:

Gracias por vuestra presencia, por vuestra participación en esta Eucaristía en la que nos acompañamos mutuamente en la acción de gracias en torno a la mesa fraterna. Los tiempos no son fáciles, y por eso valoramos más aún, si cabe, vuestra presencia. Gracias de corazón a todos y cada uno.

Setenta y cinco años en nuestro mundo es la edad de ir haciendo las maletas, de apagar la luz, cerrar la puerta, echarse a un lado y dejar paso a quienes tras nosotros van empujando lo nuevo. Es esa la edad con la que nos jubilamos los sacerdotes, y la edad a la que cada vez más nos acercamos a la jubilación los trabajadores. Después de esa edad ya no está uno para según qué cosas. En cambio, la HOAC, con 75 años es aún una joven aprendiza de fraternidad y justicia; de fe, esperanza y amor. ¿Qué son 75 años en los más de dos mil años de la Iglesia, o en los millones de años de la historia de amor de Dios con esta creación?

Los tiempos que corren no son fáciles, como nunca los fueron para la HOAC. Precisamente por esa dificultad nuestra acción de gracias al Padre en esta tarde se expresa con más fuerza en la respuesta que hemos dado al salmo responsorial: el Señor es mi alabanza en la gran asamblea. El Señor nos ha hecho vivir para Él. Él hace que podamos alabarle hoy, porque en estos 75 años de historia (74 cumplidos, y el siguiente comenzado) ha hecho posible que “cumplamos nuestros votos”, que profesemos con fidelidad nuestra identidad hoacista. Ha hecho posible a través de la vida entregada de tantas hermanas y hermanos “que los desvalidos coman hasta saciarse”, y “nos ha hecho vivir para Él”. Con Rovirosa podemos decir aquello de ¡Ahora, más que nunca!

Es nuestro primer motivo de encuentro: la acción de gracias al Padre que, en su misericordia, ha querido sostener esta obra comenzada en Él, durante todo este tiempo. Gracias porque estamos, porque continuamos en el empeño que un día la Iglesia puso en nuestras manos a través de Guillermo Rovirosa, nuestro primer militante. Gracias porque el Espíritu suscitó el encuentro de hombres y mujeres de fe en esta tarea; porque puso en nuestro camino a Guillermo, a Eugenio Merino, a Tomás Malagón, y a tantos militantes y consiliarios empeñados en ser voceros de la invitación al banquete de Dios para todos con su vida entregada. Como recordábamos en la monición de entrada, en palabras del papa Francisco: “estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios [también por tantas y tantos militantes de la HOAC] … No tengo que llevar yo solo lo que en realidad no podría soportar. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce”. (Gaudete et exultate, 4)

Damos gracias a Dios por la vida entregada de esta muchedumbre de santos, de nuestras hermanas y hermanos que nos han precedido en esta misión y que entregaron y gastaron, con generosidad, su vida, para hacer posible el encuentro del mundo obrero con Jesucristo y su Iglesia. Han sido una bendición en nuestras vidas. Tenemos mucho que seguir aprendiendo de ellas y ellos. Por ejemplo, a seguir descubriendo y a valorar la semilla de Dios plantada en la vida de cada uno de nosotros, en lo sencillo; a experimentar el gozo de la gratuidad en la entrega; a sembrar con generosidad; a seguir descubriendo el rostro de Cristo en cada hermana y hermano. A seguir descubriendo cómo la alegría del Reino se desvela para los sencillos; a descubrir que aspiramos a la bienaventuranza de poder comer en el banquete del Reino de Dios.

Gracias Señor por la muchedumbre de hermanas y hermanos que lo vivieron. Que nos transmitieron esa experiencia de amor. Que hablaron del Señor a la generación futura, que contaron tu justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor.

A lo largo de esta historia nuestra hemos podido comprender que es Dios quien ofrece el banquete y quien convida. Es Dios quien quiere celebrar la fiesta y quien nos llama. Es Dios quien insiste en celebrar y quien nos busca. Porque desde la encarnación de Jesucristo, el empeño amoroso de Dios se plasma de una manera más intensa en esa búsqueda conmovida que desde siempre ha hecho Dios de nosotros, para que ninguno se pierda. En la encarnación de Jesucristo, hecho uno de los nuestros, hecho obrero en el taller de Nazaret, tenemos el mapa para no perder a Dios, para poder acercarnos a su voz y seguir escuchando su invitación: teniendo entre nosotros los mismos sentimientos de Cristo. Y eso es algo que pedimos cada día desde hace todos estos años que celebramos: pensar como Tú, trabajar contigo, vivir en Ti, como decimos en la Oración a Jesús Obrero.

Nuestra acción de gracias, que nace de la memoria, nos emplaza a hablar también nosotros del Señor a la generación futura, a seguir contando su justicia al pueblo que ha de nacer.

Nuestra historia de estos primeros años ha querido ser respuesta a la invitación del Señor para vivir la bienaventuranza del Reino, para sentarnos a su mesa, en la que hay sitio para todos, en la que nadie queda excluido. El Reino está preparado, el banquete está dispuesto. Quizá en algunos momentos de nuestra historia, en nuestra propia vida comunitaria ha habido también momentos de excusa. Es bueno reconocerlos, porque de la memoria nace también la necesidad que tenemos de perdón y reconciliación, y de la reconciliación surge nuestra conciencia humilde de servidores de la mesa del Reino. Si podemos acoger la fiesta del Reino siempre lo será en la misericordia entrañable derramada por Dios.

Y eso nos hace conscientes de la importancia de nuestra vida para Dios, a la vez que nos sitúa de frente a la esperanza: Dios llevará a cabo su proyecto de humanización. Dios hará su Voluntad, Dios llevará a plenitud la Historia, a pesar de nosotros, incluso. Hay una llamada a nuestra responsabilidad, a nuestra vida entregada, a nuestro ser cristiano, a nuestro vivir en Cristo, teniendo sus mismos sentimientos, pero también es una esperanza que nos sostiene en la alegría y en la gratitud, en la acción de gracias: ni siquiera nosotros seremos impedimento para el Reino. A lo más, podemos ser retraso.

Nuestra esperanza es que el Reino preparado llegará porque los pobres son quienes lo traerán de la mano de Dios. Porque en ellos se siembra el evangelio y se planta la Iglesia. Porque al encuentro servicial con los empobrecidos del mundo obrero nos sigue invitando el Señor, “que nos hace vivir para Él”. Porque la fuerza del Espíritu sigue animando nuestra fe y nuestra vida.

Nuestra acción de gracias no puede ser otra que nuestro quehacer apostólico, que nuestro compromiso. Por haber experimentado en esta historia nuestra el amor misericordioso de Dios, hemos de construir nuestra vida desde el amor y para el amor, tendiendo puentes entre la Iglesia y el mundo obrero y del trabajo, siendo renovadamente fieles a esa misión que la Iglesia nos encomienda: plantar la Iglesia más allá de los terrenos cultivados; plantarla en aquellos terrenos que han de ser desbrozados, preparados, arados, trabajados para que la semilla germine y crezca. Esos lugares humanos, periferias existenciales del mundo obrero, que son también periferias de la Iglesia. Esos lugares que este sistema da por perdidos, porque no son rentables según su lógica, pero que son los lugares a donde el Señor nos envía para descubrir que Él nos antecede, que los habita, esperando quien desvele su presencia liberadora.

En esas periferias del mundo obrero y de la Iglesia hemos aprendido a ser Iglesia en el mundo obrero, y mundo obrero en la Iglesia haciendo nuestros los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas a quienes acompañamos en su vida, con quienes buscamos cambiar la mentalidad de nuestro mundo y construir una cultura de fraternidad y amistad social. Hemos trabajado con ellos para propiciar que las instituciones estén al servicio de las personas, y con ellos vamos haciendo nacer experiencias alternativas de comunión, que visibilicen la cercanía del Reino preparado por Dios. Hemos sido pueblo con nuestros hermanos y hermanas del mundo obrero, y con ellos hemos realizado nuestro ser Pueblo de Dios.

En esos lugares humanos hemos de seguir anunciando con nuestra vida personal y comunitaria que la esperanza del Reino nos anima y empuja, que “ahora, más que nunca” sigue siendo necesaria la comunidad creyente de hombres y mujeres que fiados en el amor de Dios empeñemos nuestra vida para que la Iglesia siga siendo la expresión, el sacramento, del amor de Dios a toda la humanidad, y especialmente a los empobrecidos.

Sigue siendo necesaria una comunidad creyente de hombres y mujeres que estén dispuestos a hacer vida el Evangelio de Jesucristo, construyendo fraternidad y amistad social, tendiendo puentes, derribando muros, haciendo posible la reconciliación de toda la humanidad con Dios y con la creación.

Sigue siendo necesaria una comunidad creyente de hombres y mujeres que desvelen la sagrada dignidad de cada persona, imagen de Dios, y siga empeñada en que el trabajo –el gran tema, dice el Papa– sea la manifestación más visible de esa dignidad.

Nuestro mensaje en esta celebración no puede ser otro que, desde la gratitud, abrirnos a la gratuidad de ofrecer nuestra vida cada día para que en ese empeño el Reino de Dios se haga realidad cotidiana y cercana a los empobrecidos del mundo obrero.

Siempre que rezamos la Oración a Jesús Obrero pidiéndole que su Reino sea un hecho en esos lugares vitales del mundo obrero y del trabajo, terminamos encomendándonos a María de Nazaret, que supo hacerse buena tierra de acogida para que Dios se humanara, que supo vivir en obediencia a la voluntad amorosa de Dios. A ella, Madre de los Pobres, le seguimos pidiendo, que ruegue por nosotros. Y por su intercesión seguiremos orando con esperanza para que, a la mesa fraterna del banquete del Reino dispuesta para todos, no quede nadie sin ser invitado.

María, Madre de los Pobres, ruega por nosotros.

 

La HOAC asiste a la asamblea general del Movimiento Rural Cristiano

Iglesia

La HOAC asiste a la asamblea general del Movimiento Rural Cristiano

28 febrero 2020

Teresa García, responsable de Difusión de la HOAC, acompañará este importante momento del Movimiento Rural Cristiano (MRC), que celebra su LII Asamblea General, durante los días 28, 29 de febrero y 1 de marzo, en Los Negrales, Alpedrete (Madrid).

Durante tres días la militancia de este movimiento de Acción Católica especializada abordarán el protagonismo de los laicos en la evangelización del mundo rural desde la perspectiva del papa Francisco. La ponencia prevista la expondrá José Moreno Losada, sacerdote y consiliario de Cristianos Populares. La dinámica de trabajo de la asamblea se realizará por grupos, para abordar un nuevo impulso evangelizador desde las claves recogida en la exhortación apostólica Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio), siendo Iglesia en salida que primerea -toma la iniciativa-, acompaña, fructifica y celebra (EG 24).

En la asamblea se realizará la renovación de responsabilidades a la comisión permanente, que suponen una nueva vitalidad para la organización, particularmente, al servicio del conjunto de la Acción Católica especializada.

Más información.

En recuerdo de Jesús Velasco, antiguo militante de la HOAC y alcalde accidental en los sanfermines del 78

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En recuerdo de Jesús Velasco, antiguo militante de la HOAC y alcalde accidental en los sanfermines del 78

05 julio 2019

JAVIER PAGOLA. Es curioso y llama la atención cómo los nombres de algunos pueblos y valles de nuestra tierra más que con sus rasgos físicos o geográficos, tienen que ver con las comunidades que los han poblado desde antiguo. Es el caso de Aezkoa, cuyo significado parece ser: “aetzen batzarrea, es decir, la comundidad de los aezkoanos”. 

Eso viene al pelo para hablar de Jesús María Velasco Iriarte, un “aetza”, un aezkoano cabal, cuya vida estuvo marcada por un fuerte sentido comunitario y una pretensión autogestionaria.

Jesús vivió su niñez en Garralda, era de casa Cornelio, que aún guarda el recuerdo de aquel alcalde que evitó en la  guerra civil el fusilamiento de republicanos, la misma casa de su madre, que era también una tienda de artículos múltiples. Su padre, nacido en Lerín, llegó a Garralda como maestro y allí fue también practicante,  relojero, músico-organista y director de una banda, y fotógrafo que documentó la vida del pueblo entre 1921 y 1940. Su colección de algo más de 100 imágenes, en placas secas de gelatinobromuro, la donó Jesús Velasco al Archivo de Navarra.

Maestro de primaria, hizo oposiciones y ejerció en Echauri, Cirauqui y varios pueblos más. Casado con Teresa García, conforme vieron que la familia crecía y el sueldo no daba para vivir se vinieron  a Pamplona: Tere cosía y él fue a trabajar, a tres turnos, en Penibérica como ayudante de laboratorio, vigilando procesos de fermentación de antibióticos. Allí formaba parte del grupo “la cuerda” de sindicalistas tempranos, que reivindicaban, protagonizaban los convenios colectivos, y organizaron algunas huelgas.

En aquel tiempo Jesús se unió a la HOAC, un movimiento católico de formación e intervención al servicio de la clase obrera, de praxis socialista autogestionaria. La HOAC formaba a sus militantes en equipos  con una eficaz herramienta de análisis de la realidad: el método en tres tiempos: Ver, Juzgar y Actuar, que conducía a acciones y proyectos de transformación Social.

 La Hermandad Obrera de Acción Católica se había fundado en Navarra en 1946 a la luz del evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia: creó cooperativas de producción, de consumo y de viviendas y llegó a ser una pesadilla para los Gobernadores Civiles del Franquismo, cuando llenaba el Frontón Labrit de trabajadores el día de San José Obrero, antecedente para la recuperación del prohibido 1º de mayo, o cuando un grupo, avispado y comprometido, aprovechó las grietas de la Ley franquista de Régimen Local para entrar en el Ayuntamiento de Pamplona y desafiar al sistema y al poderoso grupo local de Constructores-Promotores.

Una tesis doctoral de Zuriñe Sainz ha estudiado aquellos 12 años de democracia municipalista avanzada, que se vivió en el ayuntamiento de Pamplona desde 1967 a 1979, aquella praxis política entre ayuntamiento y pueblo del grupo de los concejales sociales de Pamplona. Viven todavía entre nosotros, como robles añosos y lúcidos, Javier Erice y  Jacinto Martínez Alegría. Jesús Velasco, como alcalde accidental, cerró aquella trayectoria ejemplar de defensa del interés público y comportamiento austero y honrado, con otros cuatro compañeros, que vivieron la tragedia de los sanfermines de 1978, cuyas responsabilidades se siguen exigiendo por la vía de la justicia internacional.

No es difícil hacer el retrato de un hombre cabal como Jesús Velasco, “tan bueno como el pan de pueblo” como dijo de él Miguel Angel Muez. Sus hijos e hijas le recuerdan cariñoso y familiar, acogedor, respetuoso, generoso, muy activo, afectivo, buen conversador, de carácter firme y siempre coherente. Viven sus recuerdos de niñez llenos de anécdotas,  en un tiempo de escasez y frigorífico sin yogures, porque el presupuesto no alcanzaba, ni para ir al circo, pero el padre les decía que no había que ir al circo, porque “allí se cogían pulgas”. Lo que no impedía la sorpresa, pues, por arte de magía se sacaba del bolsillo entradas para ver al delfín Flipper en las barracas, o para celebrar “la fiesta del Jamón” con un pernil que él guardaba en su escondida alacena y que recorría, procesionalmente y con música, todas las habitaciones de la casa, antes de consumirlo.

Sus compañeras de “La Penicilina” cuentan que Jesús siempre estuvo al lado de los trabajadores, luchó por mejorar las condiciones de trabajo, y jamás fue “pelota” de los directivos.

Félix Ortega, su amigo y profesor de artes plásticas durante más de 30 años, dice que dibujaba muy bien, pintaba, modelaba, grababa, esmaltaba, pero lo que más le iba era lo constructivo. Estaba abierto a toda novedad, y le admiraban los avances de las ciencias aplicadas. Era amante de la filosofía y de la historia del arte, sobre todo desde que hizo una, memorable para él, visita al Museo del Prado. Lamentaba los destrozos humanos que produce la economía neoliberal. Gozaba con la fiesta y saboreaba despacio las copas de Oporto.

Sus convecinos de la Cooperativa GURE BILTZAR de Ermitagaña, que él promovió, no olvidamos su afán por dar vivienda digna, a precio accesible, y llenar de vida y convivencia los espacios comunes. Era el amigo de la reunión festiva y el conversador ideal en nuestras plazas o en la cola de la tienda. Le hemos visto envejecer y llevar con entereza la soledad de su viudez y el rigor de su enfermedad. Había que caminar, sonreír y coloquiar. Solo le escuchamos una queja: “qué putada es ser tan viejo”

Jesús dejó bien escritas sus últimas voluntades, que su familia cumple amorosamente. Falta solo culminarlas este solsticio de verano. Él quería que una parte de sus cenizas vayan a reunirse con los restos de su mujer, Tere, en el cementerio de Garralda, y otra parte se lleve al monte Corona, muga con Oroz Betelu, un día de viento sur que sople suavemente y las disperse hacia su pueblo, mientras suene la gaita, que su hijo Koldo tocará en la cima, herbosa y despejada, y a ratos, también en el recorrido por el precioso camino de hayas, que pasa por Bidausi, un paisaje de prados cerrados por avellanedas y tapiales de piedra donde parece haberse parado el tiempo. 

Yo creo que harán bien Maite, Pepa, Koldo, Valentín, toda la familia Velasco y “apegados” si recuerdan allá arriba, en el monte Corona, o Eratzu, que también se llama así, a su padre y abuelo que pasó por este mundo ligero de equipaje, con estas palabras en euskera, sobre su mínimo ajuar vital, que a él tanto le gustaban, y que escribieron en su esquela: “Abarkak oinetan, Txapela buruan, Bizkar Larrua gorputzean: Hau nire apaindura guztia”. (“Abarcas en los pies, txapela en la cabeza, una prenda de piel en el cuerpo: he ahí todo mi atavío”).

 GOIAN BEGO, JESUS. ZU BETI BIZIKO ZARA GURE GOGOAN. (DESCANSA EN PAZ, JESÚS. SIEMPRE VIVIRÁS EN NUESTRO RECUERDO).

Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar 2019: “Somos misión”

Iglesia

Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar 2019: “Somos misión”

04 junio 2019

El 9 de junio, solemnidad de Pentecostés, se celebra el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar con el lema, “Somos misión“. Los obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS) recuerdan que en la solemnidad de Pentecostés “actualizamos el cumplimiento de la promesa de Cristo a los apóstoles de que el Padre enviaría al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora”.

En su mensaje, los obispos recuerdan que la vocación y misión son dos caras de la misma moneda, a partir del encuentro personal con el amor de Jesús e invitan, una vez más, a los laicos a ser protagonistas, corresponsables y partícipes de la misión salvífica de la Iglesia. Además, como misterio de comunión que es la Iglesia, y en línea con el magisterio del papa Francisco, animan a caminar hacia la sinodalidad.

También renuevan el llamamiento a que los laicos, por sus condición personal, al estar más en contacto, inmersos en las realidades temporales, sigan siendo de un modo particular, Iglesia en medio del mundo y a vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas y a todos los ambientes.

Concluyen los obispos de la CEAS invitando a los laicos y a sus organizaciones a participar en el próximo Congreso “Pueblo de Dios en salida” que se celebrará en febrero de 2020.

 

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Mensaje de los obispos

La solemnidad de Pentecostés es una de las más importantes en el calendario de la Iglesia, puesto que actualizamos el cumplimiento de la promesa de Cristo a los apóstoles de que el Padre enviaría al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora. En este contexto celebramos el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar subrayando que cada fiel laico, animado por la fuerza del Espíritu Santo, está llamado a descubrir, en medio del Pueblo de Dios, que es una misión. Ya lo dice el papa Francisco:

«La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar, no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo (EG, n. 273)».

Cuando uno afirma «yo soy una misión», podemos decir que la Misión está dentro de la expresión “yo soy”. La pregunta «¿quién soy yo?» se responde con una más amplia: «quién soy yo para los demás», pues el ser humano, por Jesucristo, llega a su plenitud en la entrega gratuita, en la salida de sí para darse en la misión: ser misionero. Así podemos afirmar que vocación y misión son dos caras de la misma moneda.

La invitación del papa a sentirnos «misión en esta tierra», siguiendo la línea marcada por el Concilio Vaticano II (LG, n. 31), tiene su fundamento en nuestro bautismo. No es un apéndice o adorno, sino que es nuestra vocación. La motivación principal para realizar la misión evangelizadora se halla en el encuentro personal con el amor de Jesús. El papa Francisco afirma, en este sentido, que «no se puede perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo… El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera» (EG, n. 266).

Como laicos estáis llamados a ser discípulos misioneros de Cristo en la Iglesia y en el mundo, «bautizados y enviados». Sí, ¡bautizados y enviados! En cuanto a vuestra dimensión eclesial, es muy importante que os sintáis protagonistas, corresponsables y partícipes de la misión salvífica de la Iglesia (LG, n. 33). Los laicos sois Iglesia, en cuanto que, por el bautismo, os incorporáis a Cristo, participando de su triple función, y a su Cuerpo, la Iglesia.

Vuestro ser Iglesia pone de manifiesto que la Iglesia es un misterio de comunión, donde la diversidad de miembros está en función de la complementariedad y la unidad.

Para ir construyendo la comunión en la Iglesia, os invitamos a que, en la línea del magisterio del papa Francisco, desarrolléis un talante nuevo, de caminar juntos, que se denomina sinodalidad. «La puesta en acción de una Iglesia sinodal es el presupuesto indispensable para un nuevo impulso misionero que involucre a todo el Pueblo de Dios» (DF, n. 118).

Para poder crecer en sinodalidad es necesario que todos nos sintamos partícipes, corresponsables en la misión de la Iglesia. Que aprendamos a trabajar no por oficinas aisladas, sino por proyectos, que son los que nos ayudan a ir creciendo en búsqueda de objetivos y logros comunes.

Desde la sinodalidad os tenéis que sentir invitados a ser misioneros también en el interior de la Iglesia, participando activamente en tareas intraeclesiales, que son muy importantes: catequesis, liturgia, Cáritas, asistencia a la misa dominical… Además, este nuevo estilo evangelizador, marcado por la sinodalidad, evita que caigamos en la tentación del clericalismo, que es un mal demasiado frecuente en los sacerdotes y también en los laicos.

Los laicos, por vuestra condición personal, al estar más en contacto, inmersos en las realidades temporales, estáis llamados, de un modo particular, a ser Iglesia en medio del mundo.

El papa Francisco, cuando habla de la Iglesia en salida, subraya que se necesita un laicado en salida, que se arriesgue, que se ensucie las manos, que no tenga miedo a equivocarse y que mire siempre hacia adelante, hacia el futuro con alegría y esperanza.

En un momento histórico donde avanza a pasos agigantados el fenómeno de la secularización, la apatía y la indiferencia religiosa, estáis llamados a que vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas (niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos) y a todos los ambientes (familia, trabajo, educación, compromiso socio-caritativo, ocio y tiempo libre…).

Es necesario, como afirma el papa Francisco, que descubramos la importancia de vivir la santidad encarnada en el contexto actual, «con sus riesgos, desafíos y oportunidades» (GE, n. 2). Que toda la Iglesia, y de un modo particular los laicos, que sois la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, os sintáis invitados a ser santos en la vida cotidiana, porque ahí está la misión. «Me gusta ver la santidad en el pueblo paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo… Esa es muchas veces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, la clase media de la santidad» (GE, n. 7).

Se trata, en definitiva, de que entendamos toda nuestra vida, que está animada por el Espíritu Santo y cuya meta es la santidad, como una misión. «Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia un aspecto del Evangelio» (GE, n. 19).

En relación a esto, el papa Francisco nos dice a cada uno: «tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo, escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te da. Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión. Y permítele que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo en el mundo de hoy» (GE, n. 23). Siguiendo el ejemplo de los santos, que nos descubren los amplios horizontes de Dios, os invito a preguntaros en todo momento: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?».

Nos estamos preparando para celebrar un Congreso de Laicos, los días 14-16 de febrero de 2020, en Madrid. Este Congreso, que lleva por lema «Pueblo de Dios en salida», pretende escuchar al laicado y reflexionar sobre la dimensión misionera de nuestra fe cristiana, tomando como pilares fundamentales la vocación, la comunión (sinodalidad) y la misión.

Animamos a todas las diócesis, especialmente al laicado, a título personal, grupal, a los que participan en la misa dominical, los que realizan servicios eclesiales; y hoy muy especialmente a los que forman parte de la Acción Católica, de los Movimientos y Asociaciones, a que se impliquen en el proceso sinodal que supone esta experiencia del Congreso, de cara a una mayor revitalización de los laicos, como miembros del Pueblo de Dios, que desea estar en continua actitud de salida para iluminar con la luz del Evangelio las periferias de nuestra sociedad.

Por último, agradecemos el trabajo de las Delegaciones de Apostolado Seglar de nuestras Iglesias diocesanas en su tarea de coordinación del Apostolado Seglar asociado y en la de promoción de la participación de los seglares en los Consejos Pastorales Parroquiales para llevar más eficazmente el Evangelio de Jesucristo a todos los rincones de nuestro mundo.

Que la Virgen María, Reina de los Apóstoles, y el Espíritu Santo, sigan animando al laicado en su compromiso de ser “una misión” en la Iglesia y en el mundo.

 Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS)

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