Espiritualidad

El Dios cristiano es un Dios sorprendente: no es un individuo, es una Comunidad de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesucristo se nos presenta vinculado al Padre y al Espíritu de una manera permanente.

De la Comunión Trinitaria dimana toda la obra creadora de Dios. Toda la realidad es expresión de la Comunión Trinitaria y está llamada a manifestar dicha Comunión.

Nuestra vida es Comunión en la medida en que, por la acción de su Espíritu, permanecemos vinculados a Jesucristo y en Él formamos parte de la Comunidad de personas que es Dios. Y en la medida en que, como vivió y realizó el mismo Jesús, vivimos y proyectamos la comunión con todas las personas y con toda la realidad.

Esta vida, que en Jesucristo participa de la Comunión, encuentra en la construcción de la comunión personal y social la manera natural de ser y de vivir. La comunión es lo que nos brota de dentro tratando de manifestarse y realizarse en todos y en todo.

A esta fuerza, proceso y dinamismo que nos lleva a vivir vinculados a Jesucristo y encarnados en la realidad le llamamos espiritualidad. Aunque también podríamos llamarle felicidad, porque armoniza y da sentido y plenitud a todas las aspiraciones humanas.

Material elaborado de «Orar desde el Mundo Obrero»

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