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Antonio Algora: Retazos de una vida episcopal

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Antonio Algora: Retazos de una vida episcopal

17 octubre 2020

Juan Fernández de la Cueva, director del Departamento de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal y del Secretariado de Pastoral del Trabajo de Madrid comparte sus recuerdos del obispo, Antonio Algora, con quien coincidió en el Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española.

Escribo estas notas la misma tarde en que recibí la noticia de la muerte de Monseñor Antonio Ángel Algora Hernando, obispo 27 años responsable del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española, ahora con la denominación de Pastoral del Trabajo.

Conocí a Don Antonio en el Instituto de Pastoral León XIII y en unas colonias infantiles de verano, que organizaban Hermandades del Trabajo, siendo yo seminarista y él sacerdote recién ordenado. Después los destinos eclesiales de la diócesis de Madrid separaron nuestras vidas.

Ha sido hace cinco años cuando hemos trabajado juntos en el Departamento de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal, siendo él obispo responsable y yo director del mismo.

Recuerdo a Don Antonio en las reuniones del Consejo Asesor de dicho Departamento escuchando con atención, participando como uno más, sobre todo con sus vivencias que enlazaba una tras otra como san Mateo dice de Jesús: “un escriba que entiende del Reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo” (Mt 13, 52)

Así Don Antonio cargaba de autoridad sus aportaciones, sin sentar cátedra ni echar mano de sus diplomas. Nunca hizo gala de su título honorífico de Prior de las Ordenes Militares, título anexo al obispado de Ciudad Real, ni de sus estudios de Sociología en el Instituto Pastoral León XIII, de la Universidad de Salamanca en Madrid. Su autoridad le venía de hacer lectura creyente de la vida.

Sus aportaciones en las reuniones o conferencias no eran citas eruditas de la Doctrina Social de la Iglesia. Hablaba de la abundancia de experiencias con los feligreses diocesanos de Teruel-Albarracín, de Ciudad Real, de los “currantes” que entregaban su vida por defender la dignidad del trabajo. Su bondad de padre pastor despertaba en mí, un ánimo sereno para seguir en la tarea de la evangelización del mundo del trabajo.

Estilo de vida episcopal

En una visita pastoral a Teruel Don Antonio disfrutaba tanto arreglando los grifos o la instalación eléctrica de una casa parroquial, como celebrando un pontifical con mitra y báculo. No concebía que rebajase su dignidad de obispo por el trabajo manual de fontanero o electricista. Para él, todo trabajo tenía un valor que dignifica a la persona.

En otra visita a una parroquia de Teruel, año 2012, a la vista de la pobreza de medios pastorales y del nivel social de catequistas y otros agentes de pastoral, resaltó este hecho en su homilía: “Me llama poderosamente la atención que se cumpla a la letra aquello que dice San Pablo “Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas… lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente que no cuenta, para anular a la que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor”.

Antonio era la expresión humilde y amable del episcopado pero, a la vez, el rostro enérgico en recordar proféticamente a sus hermanos obispos la vigencia no siempre reconocida del mundo del trabajo en la pastoral ordinaria. Muchas veces les recordaba, con amabilidad franciscana, lo que aprobaron en la LXII Asamblea Plenaria, que “el mundo obrero sigue existiendo aunque su rostro haya cambiado, pero el puesto que ocupan los trabajadores en el sistema de producción sigue siendo el mismo: están subordinados y sometidos a las exigencias del capital” (POTI).

Siendo consecuente con esta toma de postura de la conferencia Episcopal Española Don Antonio Algora publicó en 2014 una carta pastoral como obispo de Ciudad Real que dedicó a los trabajadores de Elcogás en Puertollano, “amenazados con perder el trabajo a causa de los continuos cambios de las políticas energéticas de este país”. Y explicaba la causa de este cambio: “Lo más seguro es que los que han tomado esta decisión hablarán de rentabilidades económicas y de la necesidad de ser competitivos en el mercado de la energía”.

Su bondad de padre pastor en la pastoral del trabajo, su convencimiento sin triunfalismos, despierta ánimo sereno en mí, para avanzar en la ardua tarea de la evangelización del mundo del trabajo. En definitiva, el estilo pastoral de Don Antonio resuena en mi vida con este animoso eco: “Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios” (2 Timoteo 1, 1-8) D. Antonio no solo respondería a esta frase de S. Pablo “amén”, sino “Dios te paga”.

Antonio Algora, 27 años como obispo de la Pastoral Obrera de la Iglesia que camina en España

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Antonio Algora, 27 años como obispo de la Pastoral Obrera de la Iglesia que camina en España

16 octubre 2020

Felipe García Mateos, consiliario del Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera, en Plasencia, escribe estas líneas en recuerdo de Don Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real, y durante mucho tiempo, responsable de la Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española.

“Bendito seas, Padre, Señor de Cielo y tierra…” (Lc 10,21).

 Doy gracias a Dios por pertenecer al Consejo Asesor de Pastoral Obrera, desde la creación del mismo. Allí conocí y colaboré, primero, con D. Victorio Oliver, Obispo Responsable de la, entonces, Subcomisión de Pastoral Obrera, creada oficialmente en el año 1985 -hoy, Departamento-, de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, en la que, también, estaba D. Antonio Algora. Las elecciones para nuevos cargos en la Conferencia Episcopal, celebradas en el año 1993, hicieron que D. Victorio Oliver, fuera nombrado Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar y, D. Antonio Algora, Obispo Responsable de la Subcomisión de Pastoral Obrera.

En diciembre del año 993, acepto la responsabilidad de Director de la Subcomisión de Pastoral Obrera y, desde entonces, comienza mi trabajo y colaboración con D. Antonio Algora y que ha continuado hasta hoy. .

¡“Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!”  (Lc 10, 23).

El documento de “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”

 El 18 de Noviembre del año 1994, D. Antonio Algora presentó, en la LXII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, para ser votado, el documento de “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”.(Propuestas Operativas), que mayoritariamente fue aprobado.

Guardo en mi corazón el abrazo que le dimos, Anselmo Díaz, Presidente de la HOAC y yo mismo, al terminar aquella plenaria de los Obispos. He recordado muchas veces su alegría y emoción, por ser el primer documento oficial de nuestra iglesia, sobre Pastoral Obrera y por el camino recorrido de acercamiento entre pastores y militantes obreros, cristianos y no creyentes, agentes de pastoral y sindicalistas.

“Aquel mismo día dos discípulos iban camino de una aldea llamada Emaús… y comentaban todo lo sucedido… Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos” (Lc 24, 12-14).

Durante estos 27 años han sido muchas las reflexiones compartidas “en el camino”, muchos los viajes realizados, los encuentros, cursillos y jornadas celebradas, para presentar el documento en todas las diócesis y a varias congregaciones religiosas. Significación especial tuvo el viaje a Roma, para presentar el documento, en los Dicasterios de Iustitia et Pax, con el entonces cardenal Echegaray y, en el de Laicos, con el Arzobispo Rilko. Así como su presencia en los 3 encuentros de Pastoral Obrera Europea, celebrados en Bruxelas, Suiza y Portugal, como Obispo Responsable de la Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal. Su presencia, sus intervenciones y, su estilo en la relación, era motivo de gozo, de admiración y de valoración del episcopado en la Iglesia de España.

En todo este camino recorrido, con sus luces y sus sombras, he sido testigo de su fe en Jesucristo Resucitado, propuesta de liberación para el mundo obrero, de su cariño a la Iglesia y de su sentido de comunión con todos sus hermanos obispos, a pesar de las dificultades que, en estos últimos años, han ido surgiendo.

El texto de Emaús me ayuda a compartir la rica experiencia de acompañamiento que hemos tenido, durante estos XXVII años, todos los que trabajamos en Pastoral Obrera: su presencia fiel a todos los encuentros, sus silencios, su actitud de escucha atenta a todos, dejando expresar con libertad los sentimientos, las opiniones y las inquietudes, valorando nuestros trabajos, reconociendo nuestras vidas, ayudándonos a descubrir al Resucitado, actuando en la Iglesia y fortaleciendo la comunión y la entrega e invitándonos a ser esos testigos en nuestras respectivas iglesias locales.

Su persona sencilla y acogedora, respetuosa y amable, sus gestos de cercanía y amistad con todos, su sentirse hermano de sacerdotes y laicos, a los que siempre apreció y valoró en su difícil quehacer apostólico en medio del mundo obrero, ha sido para todos nosotros un ejemplo de buen pastor, de servidor fiel y de hermano en la evangelización del mundo obrero.

“Dichoso el tal empleado si el amo al llegar lo encuentra cumpliendo con su obligación” (Lc 12, 43).

La última imagen que guardo suya, además de compartir la comida con el Consejo Asesor, fue manipular la puerta del jardín de la Residencia de las Operarias Parroquiales, para asegurar que no se cerrase, mientras íbamos saliendo con nuestros coches.

Que el Señor que “es buen pagador”, como nos solía decir, abra las puertas, de par en par, a “este buen pastor y empleado fiel” y que descanse en la Paz del Resucitado quien en esta vida nos procuró la paz, acrecentó el amor y la amistad y fue nuestro hermano en el caminar.

Que descanse en la Paz.

Antonio Algora, compañero fiel de las publicaciones de las trabajadoras y los trabajadores cristianos

Mundo obrero y del trabajo

Antonio Algora, compañero fiel de las publicaciones de las trabajadoras y los trabajadores cristianos

16 octubre 2020

Era un habitual de las páginas de nuestras revistas. Siempre dispuesto a dejarse a entrevistar, a escribir un artículo o hacerse presente en los actos públicos de su editorial. Alentaba el buen hacer periodístico y comprendía las precariedades del oficio. Pero sobre todo, se empeñaba en hacer llegar la buena noticia al mundo obrero, un lugar común compartido en Noticias Obreras, en el ¡Tú! y en Ediciones HOAC. 

Por eso, desde el equipo de publicaciones de la HOAC, nos sentimos obligados a expresar nuestra gratitud por su cercanía y reconocer el privilegio que ha sido tenerle a nuestro lado. Podríamos llenar páginas y páginas con sus saludos, encuentros, conversaciones y anécdotas para revelar su gran personalidad y bonhomía. Pero somos muy conscientes de que lo que de verdad le importaba era ser un cristiano sencillo, un humilde servidor de la Iglesia, comprometido fielmente con el mundo obrero y del trabajo y convencido de la necesidad de tender puentes él.

Ahora que ya no le tenemos tan cerca, sí queremos recordar una idea que nos transmitía con frecuencia, en cuanto se presentaba la ocasión: “necesitamos medios de comunicación en manos de los obreros, que sean testigos de las alegrías y las penas de la clase trabajadora. Aunque no puedan competir con los medios capitalistas, algunos además extremadamente anticlericales, son una luz encendida en medio de la oscuridad”.

Como sentido homenaje y con profundo agradecimiento, hemos recopilado algunas de sus contribuciones más destacadas en nuestra revista y en esta propia página web, que puedan dar una idea de su pensamiento radicalmente evangélico y su compromiso por la liberación de la clase trabajadora.

Artículos

XXV aniversario de la Pastoral Obrera. Un recorrido con mucho futuro

El papa Francisco vuelve a animar la Pastoral Obrera | (versión pdf)

Algora: «España sale de la crisis sin el trabajo de millones de personas. Esa economía convierte a los trabajadores en descartados»

A vueltas con la reforma laboral | (versión pdf)

Entrevistas

Antonio Algora: «En estos 20 años de Pastoral Obrera, la Iglesia ha tratado otros temas distintos a los que solía abordar»  | (versión pdf)

Antonio Algora: «La dimensión social de la fe se ha incorporado en el quehacer de la Iglesia» | (versión pdf)

Noticias

Pastoral Obrera | El trabajo ha de seguir estando en el centro de la misión de toda la Iglesia

En la presentación del libro No os dejéis robar la dignidad: Nos une la lucha por la dignificación y contra la precarización del trabajo

La Doctrina Social de la Iglesia ha de ser un impulso vital para construir una nueva cultura política y cambiar el mundo

Iglesia y sindicatos reclaman trabajo decente, clave para el «desarrollo sostenible, integrador y solidario»

El papa Francisco convoca a los sindicatos para abordar conjuntamente los desafíos del trabajo

La HOAC homenajea a Antonio Algora por sus más de 20 años al servicio de la Pastoral Obrera

La HOAC manifiesta su profundo dolor ante el fallecimiento de Monseñor Antonio Algora

Comunicados

La HOAC manifiesta su profundo dolor ante el fallecimiento de Monseñor Antonio Algora

15 octubre 2020

La Comisión Permanente de la HOAC, en nombre de todos y todas sus militantes, quiere expresar su profundo dolor y sentimiento ante el fallecimiento, víctima de la COVID-19, de Monseñor Antonio Ángel Algora Hernando, quien fuera durante largos años obispo responsable del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española,.

Queremos hacer llegar este sentimiento de condolencia a sus familiares, a su hermana Visi, a sus sobrinos y demás familia, y sentirnos unidos a las comunidades cristianas de Teruel y Ciudad Real que pastoreó.

Nos unimos de manera especial a nuestro movimiento hermano Hermandades del Trabajo, de quien era actualmente su obispo asesor.

Don Antonio ha sido siempre para la HOAC un padre y pastor, cercano, compañero, amigo, que ha caminado codo con codo con los militantes obreros cristianos, haciendo suya la misión de evangelizar el mundo obrero.

Su cariño, cuidado, y cercanía, que echaremos de menos, serán difícilmente igualables. Para nosotros ha sido siempre un testimonio vivo de la presencia amorosa de Dios en la vida del mundo obrero.

Damos gracias a Dios por su vida entregada, por su testimonio valiente, y su cercanía entrañable. Damos gracias a Dios por su fe, su esperanza y amor.

En este momento de dolor y esperanza nos sentimos nuevamente convocados en su recuerdo a intensificar nuestra presencia eclesial en medio de la vida del mundo obrero que él acompañó, para seguir mostrando a los trabajadores y trabajadoras que Jesucristo es la propuesta de humanización que nos salva y hace posible la Vida.

Como él solía decir: “Dios te paga, hermano”. Que en esta hora de su paso a los brazos del Padre, el Dios todo bondadoso lo acoja en su ternura amorosa, en la esperanza del encuentro en la vida resucitada.

¡Hasta mañana en el altar, Antonio, hermano, obispo!

Antonio Algora, obispo de Ciudad Real «En estos 20 años de Pastoral Obrera, la Iglesia ha tratado otros temas distintos a los que solía abordar»

Iglesia

Antonio Algora, obispo de Ciudad Real «En estos 20 años de Pastoral Obrera, la Iglesia ha tratado otros temas distintos a los que solía abordar»

23 noviembre 2015

José Luis Palacios | Don Antonio Algora acumula tres décadas como obispo y más de dos como responsable de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal. Ha cumplido la edad preceptiva para presentar su renuncia obligatoria al cargo de Pastor de la diócesis de Ciudad Real y espera la respuesta del Vaticano. Le hemos pedido que haga balance y mire al futuro.

–La Conferencia Episcopal, finalmente, con la publicación del documento «Iglesia, servidora de los pobres», mostró su posición ante la crisis económica y ante el momento social que atraviesa el país. ¿Qué significado tiene para los cristianos esa toma de postura?

–La Iglesia no puede por menos que ser plenamente humana. No puede renunciar a su estatus de estructura social. Cristo vino por entero a la humanidad y asumió todas sus potencialidades y sus cualidades. La estructura es como la bota. Puede ser muy cómoda o no. La Iglesia tiene que arriesgar y estar dispuesta a que le duela el zapato… Los aspectos estructurales tienen que ir optimizándose de acuerdo con las demandas de la sociedad. No se trata de la modernización de la Iglesia al son que toquen otros, pero sí acompañar a la humanidad que va desarrollando sus capacidades. Ahí no podemos prescindir de esas estructuras que la sociedad se da a sí misma. Qué sería de la Iglesia sin medios de comunicación, sin publicaciones, sin posibilidad de ser en plan de igualdad con las que tiene el resto de la humanidad y que Dios nos ha dado a todos.

En ese sentido, la Iglesia de los pobres, la que tiene como primera consideración a los pobres, tiene que mirar cómo se adecúan las estructuras a esa realidad y caer en la cuenta de que Cristo siendo rico se hizo pobre. La comunidad cristiana y el militante se hace pobre. El Vaticano II tiene una expresión muy bonita sobre la casa de los curas. Dice que tiene que ser una casa en la que el pobre no se sienta extraño. En la comunidad cristiana y en el contacto con los militantes, los pobres se tienen que sentir a gusto. Esto indicaría que estamos acertando en nuestra manera de ser y llevar el Evangelio.

–¿Le sorprende la escasa repercusión del documento en la opinión pública?

–El que se mueve no sale en la foto. Es un dogma de nuestros tiempos. A la Iglesia se la saca a la luz en todo lo que sea polémico, pero cuando la Iglesia apuesta por estar en medio de los hombres, y su sola presencia es denuncia de lo que está pasando, se acalla su voz. Nos pasa a los obispos continuamente. Escribes cosas que crees de gran importancia y nadie se hace eco. Un día hablas de otra cosa que ni has pensado, pero que coincide con un asunto que está de actualidad y entonces sí…

–Tras la conmemoración de los 20 años de «La Pastoral Obrera de Toda la Iglesia», ¿cuál es la salud de esta área episcopal?, ¿cuáles son los retos de futuro?

–La Pastoral Obrera se ha consolidado de alguna manera dentro de la Iglesia en España, gracias a las experiencias de los militantes, que han contagiado necesariamente en sus ámbitos eclesiales esa preocupación y que han hecho posible un lenguaje y una fijación especiales. En estos 20 años, los obispos y las comunidades eclesiales hemos hablado de otras cosas diferentes a lo que veníamos hablando. Hemos hecho de semilla y levadura, unas veces con más fortuna y otras con menos. Los dinamismos que hemos emprendido están ahí, como el hecho de que el departamento tenga un consejo asesor formado por los presidentes de los movimientos apostólicos obreros, los delegados de la pastoral obrera de las zonas de España. Eso es un patrimonio de experiencia. Además hemos elegido un dinamismo y una metodología propia de la Acción Católica, para ver entre todos hacia dónde nos lleva el Espíritu. Son caminos que podemos seguir, para hacer lo que dice la POTI sobre acercar a la Iglesia el sentimiento, los sufrimientos y esperanzas, dolores y gozos del mundo obrero a la Iglesia y llevar la Iglesia al mundo obrero. Esa es la línea que seguiremos, a no ser que tengamos nuevas oportunidades. Yo estoy muy agradecido a la Conferencia Episcopal por la sensibilidad que vienen mostrando, muy especialmente en los últimos tiempos. Es algo que nos llena de responsabilidad.

–¿Se ha notado una evolución en la sensibilidad de la Iglesia española hacia los problemas del trabajo?

–La vida de la Iglesia en España, con 69 diócesis autónomas y libres, es muy diversa. En nuestros territorios se producen tensiones sociales y eclesiales. Los obispos vamos y venimos. Estamos diez, doce años, en cada una. Es difícil analizar cómo evolucionan las cosas. Creo que estamos acertando y notamos progresos en ser lo que somos y ofrecerlo con mucha sencillez y paciencia. Solamente el que tiene experiencia de haber sido fastidiado en el trabajo, quien ha visto su futuro en el aire y ha rezado y se ha reunido con otros para poder mantener la esperanza, el que a pesar de todo apuesta por la Doctrina Social de la Iglesia y cuenta con sus referentes de dignidad, de lucha por el bien común, de defensa del trabajo humano como principio de vida, va haciendo surco… No hay nada que Dios deje sin fructificar. ¿Nos gustaría que nos hiciera más caso todo el mundo y que todo fuera más rápido? Pues sí, pero, ¿cómo arrancamos a la gente de la vida que llevan?

–Francisco parece más partidario de contagiar «la alegría del Evangelio» que de proponer grandes teorías…

–Estamos bajo el influjo del par de bofetadas que nos ha dado el Espíritu Santo a través del Papa. En el primer párrafo de su carta encíclica nos dice que vivir la presencia de Jesucristo es la base de nuestra alegría. Todavía estamos bajo ese impacto. Si profundizamos en ello, se nos irán muchas amarguras ocultas, muchos rencores justificados por las veces que no nos han hecho caso en el mundo intraeclesial y nos machacan fuera… No somos del mundo, el mundo nos odia. No es que todo lo del mundo sea malo, pero hay que ser conscientes de las resistencias al cambio, hacia la plenitud que Dios nos tiene preparados en sus proyectos.

–Hay quien habla de la necesidad de promover una segunda transición. ¿Qué opina?

–Yo viví la transición con un posicionamiento claro. Estaba en las Hermandades del Trabajo. Éramos 65.000 afiliados y estábamos vigilados por la policía porque éramos muchos y podíamos ser peligrosos. Era asfixiante. Al llegar la Transición dijimos: «ahora verás». Pero a la vez salió el seiscientos y la gente, al llegar el fin de semana, se iba por aquí y por allá. El militante se individualizó y el sistema individualizó la sociedad. Hoy no podemos tener una convivencia en una parroquia de catequistas en fin de semana. O se hace de lunes a viernes o no va nadie porque todos se van el fin de semana.

Hay una clave que hemos encontrado sin pretenderlo. Cáritas ha brillado por sí misma. En las diócesis, no solo Cáritas, sino la Iglesia en general ha sido sensible a lo que estaba pasando y ha echado una mano para desatascar el carro. Nosotros estamos marcados en nuestra historia por una transición de la dictadura a la democracia. Podemos caer en el espejismo de querer ir de una democracia débil, con poca historia, con cuatro arribistas que se han profesionalizado y han metido la mano en los impuestos, a una democracia pura y limpia. Pero esto no da más de sí. EE.UU., Inglaterra, Francia y Alemania son democracias antiguas y el que más y el que menos se tiene que tapar las vergüenzas. Si mi gestión tiene que dar el máximo beneficio, tanto en la economía como en la política, al final, ocurre que el que se cree más listo que los demás, porque sabe hacer las cosas y conoce las trampas, se cree el dueño de todo.

Dicho esto, los partidos tendrán que reformarse y establecer mecanismos para que logrado el poder este no sea un poder dictatorial… Sí, tenemos un talón de Aquiles en la democracia. Las mayorías absolutas pueden devenir en poderes dictatoriales. La democracia permanentemente se tiene que perfeccionar. Pero no veo necesaria una segunda transición, como tal. Nuestro sistema es el menos malo de los que nos podíamos dar y hay que hacer retoques en la constitución, en la ley electoral…, unos votos de un territorio no deberían condicionar la vida del resto. No quiero meterme a politólogo, pero creo que hay reformas puntuales que hay que hacer. Este juego de callar cuando uno llega al poder para llegar a acuerdos con otros y denunciar que no hay derecho cuando ya no se gobierna y quejarse del papel de las minorías tiene que acabar.

–A pesar de todo, ¿qué puede aportar la Iglesia a la necesaria regeneración democrática?

–Podemos hacer poco. Cuando me hicieron obispo, a través de un amigo común, una periodista me pidió una entrevista. Una de las cosas que quería saber era lo que ganaba un obispo. Yo le decía que no tenía inconveniente en decírselo pero que no se lo iba a creer. Al final le dije que no ganaba mucho. La Iglesia me mantiene con lo justico para seguir funcionando. No se lo creyó. Debemos insistir en nuestra sencillez de vida, que sea llamativo que cuando al obispo le llaman para una reunión de esas en la que tiene que estar porque no podemos apartarnos del conjunto de la vida social llegue en un coche modesto y no en un blindado. Es una tontada, pero es significativo, como lo es la manera de vestir o cómo debemos tener la casa preparada para los pobres. Ese es el papel de la Iglesia y de los cristianos. Como Iglesia debemos evitar el efecto Penélope, que lo que tejemos con mucho esfuerzo y mucho cariño y mucha entrega, en los movimientos, parroquias, congregaciones, comunidades… no lo destejamos después en otras manifestaciones sociales, en los pactos con los poderes y por seguir el aire a este mundo, que necesita una transformación.

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La HOAC homenajea a Antonio Algora por sus más de 20 años al servicio de la Pastoral Obrera

Nota de prensa

La HOAC homenajea a Antonio Algora por sus más de 20 años al servicio de la Pastoral Obrera

15 agosto 2015

En la Eucaristía realizada en la Catedral de Segovia, en el marco de su XIII Asamblea General, que fue presidida por Antonio Algora obispo de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal.

Celia Naharro • Segovia

Durante la homilía, Algora señaló que la Pastoral Obrera no nace de un intento de “hacer clientes”, puesto que la palabra pastoral viene de “buen pastor” y este “no es el que maneja a las personas como marionetas sino el que da la vida por sus ovejas”. “Debemos hacer una Pastoral Obrera de toda la Iglesia que vaya por delante para quitarnos hábitos y formas de vida que nos machacan y que hacen a la gente egoísta. Ir por delante es hacer de buen pastor, del que guía la marcha, quedándose atrás para que nadie se pierda, levantando a los caídos y yendo a buscar al que se pierde”, añadió.

Asimismo, el obispo de Ciudad Real animó a los militantes a hacer una Pastoral Obrera “que tenga que meter el Arca de la Alianza en medio del pueblo, que haga presente el amor de Dios en esa realidad”, recordando que el arca llevaba la Palabra y el maná, el alimento en el desierto.

Algora finalmente deseó que la Acción Católica siga haciendo cumplir la Palabra de Dios en la vida de cada militante y que en el Año de la Misericordia “pongamos nuestra vida junto a todas las miserias que provocan los poderosos, los que mandan en esta economía”. “Ahí es donde debemos estar, debemos poner el corazón en las miserias a las que se ha sometido el 99% de la población de este mundo, que es esclavo de un sistema que mata”.

Antes de finalizar la celebración, en el momento de la Acción de Gracias, el Consiliario General de la HOAC, Fernando Díaz Abajo (anteriormente director del departamento de Pastoral Obrera), agradeció el trabajo de todos los obispos que han acompañado a la Pastoral Obrera, especialmente a Antonio Algora, por sus más de 20 años como responsable del departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal.

“Antonio ha sido compañero, hermano y militante con nosotros. Él suele siempre decir que Dios es buen pagador, nuestro agradecimiento no llega al de Dios pero está lleno”, dijo Díaz Abajo. “Te pedimos que sigas trabajando con Jesús y damos gracias por tu ministerio y por tu vida Antonio y que Dios te bendiga”, añadió el Consiliario General.

Tras las palabras de agradecimiento, se hizo entrega al obispo de Ciudad Real de un libro y una estola boliviana realizada por la Institución Contexto, uno de los proyectos de cooperación que tiene el Fondo de Solidaridad Internacional de la HOAC.

“En mi pueblo siempre dicen que Dios te libre del día de la alabanza –declaró seguidamente Algora con humor-. Pero como Juan Pablo II, que no daba las gracias sino que daba las gracias al Señor por vosotros, yo lo hago también y sé que puedo hacerlo porque os conozco”

Al término de la Eucaristía y momentos antes del gesto público que la HOAC llevó a cabo en la Plaza Mayor de Segovia, Antonio Algora aseguró sentirse emocionado por el pequeño homenaje recibido. “Lo cierto es que no tengo mérito ninguno, pues a mí me metieron en esto, primero como consiliario de las Hermandades del Trabajo y luego, cuando me hicieron obispo, me llamaron para la Pastoral Obrera. Se fueron sucediendo los mandatos y me siguieron nombrando, yo creo que porque quizá este entorno es más desconocido y los que hemos sido consiliarios de movimientos obreros tenemos un conocimiento más profundo de este mundo”.

El responsable de la Pastoral Obrera en la CEE reconoció que estos años han significado mucho para su episcopado, sobre todo por el contacto con los militantes. “Creo que el futuro de la HOAC y de la Pastoral Obrera es espléndido. Nadie en la Iglesia tiene un grupo de gente tan bien organizado y de tanta calidad humana y cristiana como la HOAC, gente que se está dejando la piel, testificando el amor de Dios a los más sencillos y eso tiene mucho futuro”, señaló.

Álbum de fotos.

XIII Asamblea General HOAC, Segovia'15

Gepostet von HOAC am Samstag, 15. August 2015

Fotos | Tomás, Paula, José Andrés y Yeli.

Antonio Algora: «La dimensión social de la fe se ha incorporado en el quehacer de la Iglesia»

Iglesia

Antonio Algora: «La dimensión social de la fe se ha incorporado en el quehacer de la Iglesia»

06 noviembre 2014

José Luis Palacios  | La aprobación por la Conferencia Episcopal Española del documento «La Pastoral Obrera de Toda la Iglesia» llega a su XX aniversario. El actual responsable del departamento de Pastoral Obrera, el obispo de Ciudad Real Don Antonio Algora, repasa los esfuerzos realizados y plantea nuevos retos de futuro.

–Cuando se aprobó por la Plenaria de la CEE «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia», la propia Pastoral Obrera ya tenía una larga trayectoria en la Iglesia española, ¿qué supuso la aprobación de este documento pastoral?

–Recuerdo con mucho agradecimiento y admiración que a finales de los sesenta Don Gabino Díaz Merchán, miembro de la entonces Comisión de Pastoral Social, obispo de Guadix, antes de ser presidente de la Conferencia Episcopal, nos reunía a los consiliarios de los movimientos apostólicos de trabajadores con el fin de compartir nuestros respectivos puntos de vista en unos años nada fáciles para los trabajadores y en circunstancias bien complejas marcadas por la migración masiva hacia los llamados «polos de desarrollo» que nos hablan de la falta de viviendas y de equipamiento urbano en general, escasa o nula formación profesional para dar respuesta a las nuevas fábricas, sin libertad de sindicación y un largo etcétera de dificultades. Aquellos contactos se fueron institucionalizando en lo que pasó a ser consejo asesor de Pastoral Obrera, lugar de encuentro permanente de obispos, presidentes de movimientos apostólicos obreros, sacerdotes delegados de Pastoral Obrera y del Trabajo de las provincias eclesiásticas, religiosos en representación de las congregaciones que mantienen presencia en barriadas obreras; se fueron celebrando jornadas anuales y encuentros de Pastoral Obrera. Todo ello hizo posible que la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de noviembre de 1994 aprobara el documento de «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia», como resultado de un proceso de reflexión entre los obispos y los agentes de pastoral –diríamos ahora– implicados en la Pastoral Obrera. El resultado fueron unas «Líneas de Acción» y unas «Propuestas Operativas» que, como dice el título del Documento, la Pastoral Obrera debería dejar de ser un quehacer pastoral de los «especialistas» para ser «de toda la Iglesia».

–¿Qué balance hace de estos 20 años?

–Toda semilla sembrada da frutos desiguales, es algo que nos dice el Señor muy claramente en la parábola del sembrador. A lo largo de estos 20 años de los que he sido testigo veo que se ha logrado incorporar al quehacer ordinario de la Iglesia en los obispos, sacerdotes y fieles la dimensión social de la fe, la caridad social y política que dicen los últimos papas. Una mayor sensibilidad apostólica, caritativa y social a toda la problemática de la exclusión y marginación –descarte– que engendra una sociedad en crisis antes, y agravada después por la crisis. Son normales los pronunciamientos de los obispos en los variados escritos pastorales en sus respectivas diócesis sobre estos temas. Gestos y manifiestos de los fieles provocados por la sangría de las víctimas laborales, ese gran movimiento de caridad cristiana que ha consolidado la acción de Cáritas. Todo nos habla de una preocupación creciente ante los millones de parados, ante los maltratados por la precariedad y despedidos a buscarse la vida en otros países, ante el paro de los jóvenes: una mitad ni trabaja ni lo puede encontrar por su baja cualificación laboral.

Lo negativo dentro de nuestra comunidad eclesial nos viene, y es el resultado de la cultura ambiente que trasmite que ya no hay que utilizar la palabra obrero porque han mejorado las condiciones técnicas, ha disminuido el aspecto penoso y duro de los trabajos. Los recortes económicos, educativos, sanitarios, en los derechos laborales son, se dice, consecuencia de la crisis y hay que resignarse ante lo que está ocurriendo esperando momentos mejores… Se llega a pensar que el trabajo humano es el empleo posible y que toma su importancia y su dignidad más de la cantidad del salario que de la persona que lo realiza.

–¿Cómo caracterizaría la situación actual de la Pastoral Obrera en España?

–La Pastoral de la Iglesia en general está marcada por la fuerte secularización de Occidente. Nos recordaba el papa Francisco que no basta hacer el bien y mostrar la caridad, sino que hay que dar razones de por qué somos y actuamos así. Anunciar a Jesucristo como Él era, que pasó haciendo el bien con obras y palabras, llevándonos al Amor de Dios Padre. La Pastoral Obrera en particular, entendiendo por esta, la que realizan los miembros de la Iglesia desde los movimientos apostólicos y parroquias y comunidades partícipes de las dificultades del Mundo del Trabajo, hemos avanzado en saber dar razones de lo que está pasando y, apoyados en el conocimiento y la experiencia a la que nos lleva la Doctrina Social de la Iglesia y en general la Moral Social, ofrecer a todos el testimonio de unas vidas que no entran sin más en la rueda de la producción y el consumo. Nos tenemos que proponer vivir con menos necesidades innecesarias haciendo posible así la salida del individualismo que fragmenta la sociedad y nos aísla. Se hace posible así la solidaridad y el tener ojos, mirada de Dios, para con los otros que llamamos hermanos, muy especial y primariamente para con los «injusticiados» –el término es de José Luis Segovia–. El deseo y el trabajo apostólico por extender este estilo cristiano de vida a nuestras parroquias y número de personas que se incorporen a los equipos y movimientos apostólicos que animan y aseguran en la vida de la Iglesia ese mismo conocimiento y vivencia de la Doctrina Social de la Iglesia, su potencial de análisis de la realidad, y buscando siempre salidas, propuestas de acción.

–En estos 20 años se han producido cambios importantes en el mundo obrero y del trabajo, ¿qué le parece que es lo fundamental de estos cambios?, ¿qué significan para la Pastoral Obrera?

–Significan una llamada del Espíritu Santo a conocer primero lo que está pasando y ver de dar respuestas desde el compromiso personal y comunitario. ¿Qué está pasando? La imposición de un modelo de trabajo en el que no cuenta la persona, su familia, su nación, su cultura. El Santo Padre, el papa Francisco tiene una claridad, a la que hay que prestar más atención, para describir las quiebras del sistema económico que el capital está imponiendo, al que no le importa descartar del juego laboral a los que no les sirven para la utilidad y la rentabilidad de los capitales y sus manejos.

Hablamos de un cambio de modelo antropológico que lleva consigo esta exageración de cosas. Si el trabajo humano es la clave, quizá la clave esencial de la sociedad en que vivimos –dicen los papas–, hay que ofrecer otro modelo de persona que pueda salir de ese manejo de las marcas de ropa, del artilugio electrónico último modelo ante el que hay que sacrificarlo todo: familia, juventud, salud…, para obtener los beneficios de un sueldo mayor, y eso solo lo podemos lograr poniendo a Dios en el centro de nuestras vidas, que nos reúne en la Iglesia y, que nos abre el corazón a las personas en general, en el marco de una sociedad que queremos distinta.

–¿Qué considera que debería caracterizar a la Pastoral Obrera hoy y de cara al futuro?

–Seguir por el camino de la Comunión en el seno de la Iglesia: obispos, sacerdotes religiosos y seglares unidos en la Misión a la que nos envía el Señor. Seguir profundizando en el estudio de esa «matriz cultural» que nos fragmenta y divide encerrando a la persona del trabajador (dos de cada tres en el mundo) en un sistema que nos devora y empobrece. Desenmascarar los falsos beneficios de los placeres que impiden la felicidad y la realización que nos ofrece un mundo sin Dios ni horizonte de Humanidad entera. Necesitamos entrar en la trasmisión de la fe, y desde la catequesis saber del Catecismo entero que no olvida ninguna de sus partes y menos la Tercera: «La vida en Cristo», y que nos ofrece un horizonte de vida nueva, de la dignidad de la persona por encima de cualquier consideración. Seguir dando a conocer la Doctrina Social de la Iglesia. Pedirle al quehacer teológico que se ocupe de la realidad del Trabajo Humano y nos aporte la riqueza del pensamiento cristiano en la larga experiencia de la Iglesia en sus hombres y mujeres del trabajo. Santos padres en la antigüedad, santos fundadores de congregaciones y movimientos apostólicos, papas, apóstoles sociales de nuestro tiempo, grandes testigos de la fe que han hablado con hechos y palabras y que necesitamos dar a conocer para así amar lo que ellos amaron.

Que sea «toda la Iglesia» la que ofrezca un estilo de vida propio que no desdiga con olvidos y gestos la belleza de la Vida en Jesucristo, consecuencia más de «lo que se lleva ahora» que de la escucha de la Palabra de Dios y del convivir anclados en Jesucristo pobre y humilde.

Publicado en el nº 1565 de NNOO, mes de noviembre de 2014
Alicante: Antonio Algora en el Atrio de los Gentiles

Convocatorias, Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Alicante: Antonio Algora en el Atrio de los Gentiles

10 febrero 2014

El Ciclo de Actos del “Atrio de los Gentiles”, de la diócesis de Orihuela Alicante acoge el martes 11 de febrero su última sesión, una mesa redonda sobre “El trabajo, al servicio de la persona”, presentada por el obispo de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera de toda la Iglesia, Antonio Algora, y el ex secretario general de CC.OO. Antonio Gutiérrez. Modera la periodista Mariola Sabuca. La sesión comenzará a las 20,00 horas en el Centro Ciutat d´Elx, situado en Carrer de Filet de Fora 1, Elche.

Monseñor Algora, un gran «amigo, defensor y relator» de los trabajadores

Iglesia

Monseñor Algora, un gran «amigo, defensor y relator» de los trabajadores

04 noviembre 2020

La catedral de la Almudena acogió este martes, 3 de noviembre, una misa funeral por el eterno descanso de monseñor Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real, que falleció el pasado 15 de octubre por coronavirus. La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y concelebrada por una treintena de sacerdotes, entre ellos el cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla, y los cuatro obispos auxiliares de Madrid.

La muerte del prelado fue, en palabras del cardenal Osoro en la homilía, algo totalmente inesperado «cuando lo veíamos con tanta salud». Con la conciencia de que «el Señor es mi pastor, nada me falta», como se había proclamado en el salmo, «vivía y moría don Antonio Algora». «Sabía que el Señor lo cuidaba, que con Él nada le faltaba, que a través de su vida le había conducido en todos los trabajos y ministerios que él realizó, primero en esta archidiócesis de Madrid y más tarde como obispo» en Teruel y Ciudad Real. Y también murió con una conciencia de perdón; tal y como refirió el arzobispo de Madrid, a monseñor Algora se le cayeron las lágrimas cuando rezó el «perdona nuestra ofensas como también nosotros perdonamos» del padrenuestro mientras recibía el sacramento de la Unción.

«Quiso vivir y morir ante el Señor, desde el Señor, por el Señor»

La Palabra de Dios ayuda, expresó el purpurado, «a saber leer la vida de don Antonio». La primera lectura, del libro de la Sabiduría, proclamaba que la vida de los justos está en manos de Dios, «y el justo en la Biblia no es el que es perfecto», sino el que «se ha puesto a vivir de cara a Dios». Así se puede decir que «quiso vivir y morir don Antonio […], ante el Señor, desde el Señor, por el Señor». Las lecturas llevan también a reflexionar, como explicó el cardenal Carlos Osoro, sobre a quién se pone en manos de Dios, y definió al obispo Algora como «un pastor de verdad que acompañó en todas las circunstancias a su pueblo», destacando ese «Teruel que también existe, para que nadie se olvidase de los pobres».

Incidió también el arzobispo de Madrid en que el obispo emérito de Ciudad Real era un «hombre de Dios», que «te confrontaba» con Él, y un gran «amigo, defensor y relator» de los trabajadores, de «la dignidad del trabajador y de la necesidad de luchar por esa dignidad del mundo del trabajo». Un mundo al que dedicó mucho tiempo siendo sacerdote y que, también desde su ministerio episcopal, «nunca olvidó». En monseñor Algora también se veía al hombre del Evangelio que dio de beber, de comer, vistió, visitó y hospedó al hermano, «este hombre que no quiso olvidar a nadie, que tenía una sensibilidad especial por captar las necesidades de los demás».

«Acoge en tu reino, Señor, a quien quiso ser fiel a ti, al obispo Antonio Algora», concluyó la homilía el cardenal Carlos Osoro.

***

Vía Infomadrid.

In memoriam | Querido Antonio

Colaboraciones

In memoriam | Querido Antonio

16 octubre 2020

La penúltima noticia sobre tu estado de salud es que te encuentras en fallo multiorgánico y es cuestión de horas que te sobrevenga la muerte. Cuando tu estado de salud empeoró súbitamente escribí esto que sigue. Era entonces mi diálogo silencioso contigo; unas líneas que ahora tienen sabor a despedida, a un ¡hasta luego!

Escribo estas líneas casi como desahogo personal, mientras estás intubado en situación crítica luchando contra el virus de la COVID. Anoche cuando me decías que estabas tranquilo, cansado, y deseando pasar página, yo te decía que el descanso era también buena medicina. A mediodía, cuando me contaste el trasteo de pruebas que te hicieron y que estabas cansado, yo te decía que ya no había maños como los de antes. Entre nosotros el buen humor ha sido también una familiar manera de relacionarnos.

Esta mañana me cae como un mazazo la noticia del empeoramiento repentino e inesperado de tu salud. Y se empieza a acelerar ese cúmulo de comunicaciones, e informaciones, para compartir la noticia, la esperanza y la oración, con tantas personas, militantes, que desde que supieron de tu estado, nos hemos unido en oración para acompañarte en esta distancia que es la única cercanía física que nos dejan. Pienso que estás solo, como tantos que han pasado por esta misma situación. Y me recorre un cierto escalofrío.

También es mala condición que te esté pasando esto, cuando ya habías podido liberarte de tareas episcopales del todo y podías disfrutar de la jubilosa cercanía, del encuentro, del acompañamiento, siendo ese cura de parroquia que, en el fondo, siempre has sido.

Y he empezado a hacer memoria, desde que nos conocimos hace… más de treinta y cinco años, cuando yo andaba en mis primeros pasos de seminario, en las jornadas de seminaristas y pastoral obrera que organizabais. Desde entonces has sido para mí un padre, un amigo, obispo, confidente y hermano.

Hemos batallado juntos en muchas lides en esto de la Pastoral Obrera, en distintos ámbitos. Los últimos años en el Departamento de Pastoral Obrera, de la CEE, donde tuvimos que bregar con no pocas incomprensiones, y donde me enseñaste a dar los virajes necesarios para encontrar atajos y caminos abiertos cuando se nos cerraban las autopistas. A veces hemos tenido que caminar entre zarzas y hemos salido arañados. Pero todo ese camino ha ido acercándonos a una realidad que hoy está más presente en la Iglesia, gracias también a las insistencias continuas del papa Francisco. Recuerdo cuando en el encuentro de organizaciones sindicales en el Vaticano comentabas con sorprendida esperanza aquello de “si me hubieran dicho hace años que estaríamos en un encuentro como este organizado por el Vaticano, no lo hubiera creído, y ahora, mira.”

En los momentos en que los movimientos apostólicos hemos vivido la incomprensión de gran parte de la Iglesia –nada novedoso, por otra parte, a lo largo de nuestra historia- tú siempre has estado a pie firme junto a nosotros, dándonos ánimo y suscitando esperanza, como pastor que no abandona su rebaño. Te lo hemos agradecido muchas veces en estos años. Nunca serán bastantes.

Cada vez que terminábamos una tarea, que dábamos un paso más, terminabas siempre con la misma expresión: “Dios te paga, hermano”. Y ya lo creo que me paga; con creces.  Hoy te lo digo yo y te lo decimos todos los que andamos en estas faenas: Dios te paga, hermano. Gracias por tu ser pastor, y tu ser humano. Gracias por tu caminar junto a nosotros, junto al mundo obrero empobrecido, junto a la Iglesia de los precipicios y las periferias. Gracias por tu fraterna escucha. Gracias por tu fe y tu perseverante esperanza. Gracias por tu amor a Cristo y tu vida entregada.

Ahora, tú entonas el cántico de Simeón con su misma dulzura: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador…”

Sigue cuidando de nosotros, como has hecho siempre, hasta que nos encontremos de nuevo en la vida resucitada. ¡Hasta mañana en el altar!

***

Fernando C. Díaz Abajo es consiliario general de la HOAC.
Esta Tribuna de opinión ha sido publicada en la revista Vida Nueva.

Intervención de Fernando C. Díaz Abajo en El Espejo de Cope Ciudad Real

 

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