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Antonio Algora, 27 años como obispo de la Pastoral Obrera de la Iglesia que camina en España

16 octubre 2020 | Por

Antonio Algora, 27 años como obispo de la Pastoral Obrera de la Iglesia que camina en España

Felipe García Mateos, consiliario del Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera, en Plasencia, escribe estas líneas en recuerdo de Don Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real, y durante mucho tiempo, responsable de la Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española.

“Bendito seas, Padre, Señor de Cielo y tierra…” (Lc 10,21).

 Doy gracias a Dios por pertenecer al Consejo Asesor de Pastoral Obrera, desde la creación del mismo. Allí conocí y colaboré, primero, con D. Victorio Oliver, Obispo Responsable de la, entonces, Subcomisión de Pastoral Obrera, creada oficialmente en el año 1985 -hoy, Departamento-, de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, en la que, también, estaba D. Antonio Algora. Las elecciones para nuevos cargos en la Conferencia Episcopal, celebradas en el año 1993, hicieron que D. Victorio Oliver, fuera nombrado Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar y, D. Antonio Algora, Obispo Responsable de la Subcomisión de Pastoral Obrera.

En diciembre del año 993, acepto la responsabilidad de Director de la Subcomisión de Pastoral Obrera y, desde entonces, comienza mi trabajo y colaboración con D. Antonio Algora y que ha continuado hasta hoy. .

¡“Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!”  (Lc 10, 23).

El documento de “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”

 El 18 de Noviembre del año 1994, D. Antonio Algora presentó, en la LXII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, para ser votado, el documento de “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”.(Propuestas Operativas), que mayoritariamente fue aprobado.

Guardo en mi corazón el abrazo que le dimos, Anselmo Díaz, Presidente de la HOAC y yo mismo, al terminar aquella plenaria de los Obispos. He recordado muchas veces su alegría y emoción, por ser el primer documento oficial de nuestra iglesia, sobre Pastoral Obrera y por el camino recorrido de acercamiento entre pastores y militantes obreros, cristianos y no creyentes, agentes de pastoral y sindicalistas.

“Aquel mismo día dos discípulos iban camino de una aldea llamada Emaús… y comentaban todo lo sucedido… Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos” (Lc 24, 12-14).

Durante estos 27 años han sido muchas las reflexiones compartidas “en el camino”, muchos los viajes realizados, los encuentros, cursillos y jornadas celebradas, para presentar el documento en todas las diócesis y a varias congregaciones religiosas. Significación especial tuvo el viaje a Roma, para presentar el documento, en los Dicasterios de Iustitia et Pax, con el entonces cardenal Echegaray y, en el de Laicos, con el Arzobispo Rilko. Así como su presencia en los 3 encuentros de Pastoral Obrera Europea, celebrados en Bruxelas, Suiza y Portugal, como Obispo Responsable de la Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal. Su presencia, sus intervenciones y, su estilo en la relación, era motivo de gozo, de admiración y de valoración del episcopado en la Iglesia de España.

En todo este camino recorrido, con sus luces y sus sombras, he sido testigo de su fe en Jesucristo Resucitado, propuesta de liberación para el mundo obrero, de su cariño a la Iglesia y de su sentido de comunión con todos sus hermanos obispos, a pesar de las dificultades que, en estos últimos años, han ido surgiendo.

El texto de Emaús me ayuda a compartir la rica experiencia de acompañamiento que hemos tenido, durante estos XXVII años, todos los que trabajamos en Pastoral Obrera: su presencia fiel a todos los encuentros, sus silencios, su actitud de escucha atenta a todos, dejando expresar con libertad los sentimientos, las opiniones y las inquietudes, valorando nuestros trabajos, reconociendo nuestras vidas, ayudándonos a descubrir al Resucitado, actuando en la Iglesia y fortaleciendo la comunión y la entrega e invitándonos a ser esos testigos en nuestras respectivas iglesias locales.

Su persona sencilla y acogedora, respetuosa y amable, sus gestos de cercanía y amistad con todos, su sentirse hermano de sacerdotes y laicos, a los que siempre apreció y valoró en su difícil quehacer apostólico en medio del mundo obrero, ha sido para todos nosotros un ejemplo de buen pastor, de servidor fiel y de hermano en la evangelización del mundo obrero.

“Dichoso el tal empleado si el amo al llegar lo encuentra cumpliendo con su obligación” (Lc 12, 43).

La última imagen que guardo suya, además de compartir la comida con el Consejo Asesor, fue manipular la puerta del jardín de la Residencia de las Operarias Parroquiales, para asegurar que no se cerrase, mientras íbamos saliendo con nuestros coches.

Que el Señor que “es buen pagador”, como nos solía decir, abra las puertas, de par en par, a “este buen pastor y empleado fiel” y que descanse en la Paz del Resucitado quien en esta vida nos procuró la paz, acrecentó el amor y la amistad y fue nuestro hermano en el caminar.

Que descanse en la Paz.

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