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Vitoria | Presentación del libro “No os dejéis robar la dignidad”

Convocatorias

Vitoria | Presentación del libro “No os dejéis robar la dignidad”

29 noviembre 2021

El próximo día 2 de diciembre, a las 19h, en el aula San Pablo ( c/ Vicente Goikoetxea, 5), de Vitoria,  se presenta el libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo, de Abraham Canales (Ediciones HOAC, 2019).

El acto de presentación pública contará con la participación del autor del libro, Abraham Canales que estará acompañado por Lourdes Ochoa. La presentación está organizada por el Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).

El libro se ha presentado por todo el país, además de las dos presentaciones realizadas en Argentina. La publicación, la primera de estas características que se edita en España, es una recopilación comentada de textos, a modo de compendio, que concreta el compromiso del papa Francisco con el trabajo decente, expresado en “Evangelii gaudium” y en “Laudato si’, dos de sus principales textos de referencia, tanto para la Iglesia como para las «personas de buena voluntad» del planeta. Una constante que ha ido desarrollando en los distintos diálogos realizados con las organizaciones de los trabajadores y con los movimientos populares; en diversas visitas pastorales; y en las principales instituciones políticas, económicas y laborales.

Más recientemente, Francisco en su última encíclica, Fratelli tutti, señala que, “en una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no solo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo”.

El autor ha participado en algunos de los encuentros convocados por el papa Francisco con los trabajadores. En concreto en el III y IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares en diálogo con el papa Francisco y en el Encuentro internacional «De Populorum progressio a Laudato si’. El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario. ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global?» que reunió al movimiento sindical mundial con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano.

No os dejéis robar la dignidad invita a sumergirse en este pensamiento para seguir profundizando en él y comprometerse en esta «prioridad humana y cristiana», más si cabe cuando el Papa, en este tiempo de profundos cambios en el mundo del trabajo, exhorta a que el trabajo, como actividad creadora que otorga dignidad a la persona, sea la clave esencial con la que situarse en este mundo, rápidamente cambiante, y ayude a lograr una «vida buena», evitando la precarización y el descarte de millones de personas, y favorezca el cuidado de la casa común.

 

Noticias Obreras | Trabajo y gobernanza del algoritmo

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Noticias Obreras | Trabajo y gobernanza del algoritmo

02 julio 2021

Como cada primero de mes, la revista Noticias Obreras de julio y de verano ya están disponible junto con los contenidos de actualidad, que publicamos todos los días, en www.noticiasobreras.es.

Trabajo y gobernanza del algoritmo

Cristóbal Molina Navarrete, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Universidad de Jaén, apunta a una realidad tecnocrática (Cfr. Laudato si’ 101-136) en las relaciones laborales que debe ser gobernada, sin excluir a nadie, para preservar el trabajo humano y decente. Cada vez más empresas recurren a la gestión algorítmica laboral, por lo que es necesario, no solo una regulación ético-social, también jurídica, para que las personas trabajadoras no terminen siendo siervas de una nueva «máquina inteligente programable para objetivos codificados», tan mercantilizados como insalubre.

Gonzalo Ruiz: “La Iglesia debe mantener contacto con los sindicatos”
Teresa García: “Es tiempo para la relación y el acompañamiento”
Berchmans Garrido: “La responsabilidad en la HOAC es vocación comunitaria”

Entrevistamos a Gonzalo Ruiz, Teresa García y Berchmans Garrido, presidente, responsable de Difusión y responsable de Formación, respectivamente, de la Comisión Permanente de la HOAC, que concluyen su servicio. Un tiempo entregado al encuentro de la Iglesia en las periferias del mundo del trabajo.

Prioridades de pastoral del trabajo

En la agenda eclesial emergen diferentes dinámicas para animar y desarrollar una pastoral comprometida en cuidar la vida en el trabajo, en acompañar conflictos laborales que cuiden la dignidad de cada trabajador y de cada trabajadora; y un plan específico de la Pastoral del Trabajo de toda la Iglesia española, orientado a una presencia y una extensión más significativa y a la formación de militantes, entre otras consideraciones. ¡Cuánto nos queda por hacer!

La fraternidad, en la Revista de Verano

Este suplemento está modestamente concebido como estímulo y apoyo para «activar», en cada cual, ese «anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu». Ofrece pistas para cultivar nuestra interioridad, desarrollar nuestra imaginación y empatía y ejercer el amor y la solidaridad, tan esenciales para la fraternidad. Son propuestas para la oración, la lectura, música, cine… pero también para la adopción y el refuerzo de hábitos sanos y respetuosos con la humanidad y la creación.

El sumario completo de la revista de julio está aquí; y la de verano, aquí. Agradecemos a los colaboradores y las colaboradoras su opinión, análisis y creatividad en los textos y en las viñetas que publicamos. Espero que sean de su interés y que nos permitan seguir construyendo cultura del encuentro.

 

Plasencia | Semana diocesana “Tendiendo puentes, derribando muros”

Mundo obrero y del trabajo

Plasencia | Semana diocesana “Tendiendo puentes, derribando muros”

21 mayo 2021

La HOAC de la diócesis de Plasencia celebra el 75 aniversario de este movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos con la convocatoria de actividades, reflexiones, eucaristías y la difusión de un comunicado.

Programa

Lunes 24 y martes 25, difusión del comunicado.

Jueves 27 a las 20 h, Videoconferencia en zoom para presentar el Cuaderno HOAC: Tendiendo puentes y derribando muro, por Francisco Porcar Rebollar. Licenciado en Historia Contemporánea y Diplomado en Ciencias Religiosas; y conversar en torno a Economía, trabajo y ecología poscovid, con Araceli Caballero García. Periodista y Filóloga. 

Eucaristía

Navalmoral de la Mata: Viernes 28 de mayo a las 20 horas en la parroquia de San Andrés.

Plasencia: Sábado 29 a las 20 horas en la parroquia Santa María de la Esperanza.

Béjar: Domingo, 30 de mayo, 12 horas en la parroquia El Pilar y San José.

Don Benito: Domingo, 30 de mayo, 20:30 horas, en la parroquia de Santiago Apóstol.

Comunicado

La militancia de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la diócesis de Plasencia, en este año en el que estamos celebrando el 75 Aniversario del nacimiento de nuestro movimiento con el lema: “Tendiendo puentes derribando muros”, ofrecemos esta reflexión en esta semana de la HOAC y, en un año aparentemente anómalo que nos ha descolocado a todos. Un virus, un microbio insignificante, ha puesto patas arriba a todo el mundo. Las economías se han frenado en seco, han caído las bolsas, los postulados basados en que el crecimiento ilimitado lograba el desarrollo de los pueblos han saltado por los aires. Ha cundido el pánico en todo el mundo. La sociedad de consumo no nos ha traído la seguridad ni la felicidad. Ante esta vulnerabilidad, todos nos hemos sentido frágiles y amenazados, aunque, es verdad, no todos de la misma manera.

Ofrecemos, en este momento histórico, una ocasión para profundizar y encontrar pistas sobre cómo vivir la fe en un mundo que ha dado la espalda a Dios. Para nosotros, Jesucristo, que pasó por la vida haciendo el bien, que murió crucificado y resucitó, es el camino a seguir.  Por eso,

ante una sociedad inhumana, como la nuestra, porque se sustenta en un sistema capitalista neoliberal, que ha desplazado del centro de la vida social al ser humano y en su lugar ha puesto al “dios dinero”. Sociedad que “levanta muros” buscando la seguridad de unos, frente a otros, con una economía que lleva al enriquecimiento de unos pocos y a la extensión de la pobreza cada vez mayor y más injusta, nosotros proponemos:

1º.- ACOMPAÑAR LA VIDA DE LAS PERSONAS. El amor se muestra, se comunica y se siente en el encuentro con las personas. El Dios de la vida y del amor, hecho carne en Jesús escuchaba, tocaba, sanaba. Cristo es el otro, el hermano. Y le encuentro no solo en el templo o en el rezo, sino en el camino al trabajo, en mis compañeros, en mi familia, en la asociación de vecinos, en el sindicato. Tender la mano al compañero, al parado, al inmigrante, al desahuciado, para caminar juntos, dialogar por el camino, y construir puentes y derribar muros allí donde se levanten contra la dignidad de cualquier ser humano.

Ante la actual cultura dominante que sostiene el sistema, que tiene como valor supremo el individualismo y como modelo de vida, el consumismo: ganar gastar y gozar, como medio para alcanzar la felicidad, nosotros proponemos:

2º.- COLABORAR AL CAMBIO DE MENTALIDAD. Es decir, ayudar a una nueva manera de entender y comprender en qué consiste nuestra humanidad y cómo se construye. El papa Francisco, en Laudato si’, nos dice: “La humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida” (202). Por eso nos comprometemos a:

+ A vivir según el Espíritu. Para ello lo primero es ser coherentes, vivir lo que decimos, ayudar a descubrir que el mundo es portador de la gracia de Dios que tenemos que hacer posible que brote en la vida social.

+ Ser sembradores de unidad y diálogo. En un mundo dividido, fragmentado, crispado la vida de comunión no es posible. Tenemos que ser facilitadores de diálogo, de encuentro, de unidad allí donde estemos.

+ Ser creadores de espacios y vínculos sociales. En un mundo donde el individualismo se ha impuesto como valor supremo, tenemos que convocar, encontrarnos con otros, colaborar para que sean protagonistas de su vida, animar a que participen en las organizaciones del pueblo. Necesitamos hombres y mujeres nuevos, que hagan vida la misericordia de Dios, la vida de comunión y la nueva sociedad. El papa Francisco nos recuerda: “No basta con dar un bocadillo si no se acompaña de la posibilidad de aprender a caminar con las propias piernas. La caridad que deja al pobre, así como es no es suficiente. La misericordia verdadera, la que Dios nos da y nos enseña, pide justicia, pide que nadie deba tener ya necesidad de un comedor, de un alojamiento de emergencia, de un servicio de asistencia legal para ver reconocido el propio derecho a vivir y a trabajar, a ser plenamente persona” (Discurso, 10.09.2013).

+ Es tiempo de esperanza porque la fraternidad es posible. Porque somos muchos los testigos del amor de Dios, porque crece la necesidad de cuidar de la creación y del sostenimiento de la vida, porque los países puedan entablar diálogos, llegar a consensos y romper fronteras, porque el trabajo puede ser para la vida, cauce para las relaciones de igualdad desde la diversidad, porque se insiste en que la acción política ponga en el centro al ser humano y al bien común, y porque hemos experimentado que las relaciones fraternas son posibles. Gracias a esos pequeños gestos y acciones es posible que el Plan de Dios se vaya realizando. Hasta que llegue en plenitud continuamos TENDIENDO PUENTES Y DERRIBANDO MUROS.    

 

Cuaresma con los trabajadores de la periferia en Jaén

Mundo obrero y del trabajo

Cuaresma con los trabajadores de la periferia en Jaén

24 marzo 2021

Militantes de la HOAC de Jáen, amigos, simpatizantes y familiares se han reunido en la parroquia de San Juan Bosco para reflexionar sobre la espiritualidad del trabajo, fuente y pilar de la vida cristiana obrera. La celebración del 75º aniversario de la HOAC ha invitado a orientar la conversión cuaresmal en una vuelta a los orígenes, a las raíces de la militancia cristiana obrera que es la fe en Jesús Obrero.

Cuatro pequeñas reflexiones, seguidas por una oración orientaron la interiorización personal y las comunicaciones al final del retiro.

Saborear la fraternidad

La primera reflexión la introdujo el consiliario de la HOAC, Pepe González, hablando de cómo hacer el camino de cuaresma en buenas manos, saboreando el amor de Dios en las vidas, descubriendo los signos del Reino cercanos para comprender y saborear esa vida mejor de fraternidad, de la mano de Dios. Un camino que se hace unidos a la comunidad y acompañados de los testigos en estos 75 años de encuentro entre el mundo obrero y la Iglesia.

San José como modelo

La segunda reflexión, por parte del consiliario emérito, Antonio Ugarte, giró en torno a la carta del papa Francisco con motivo del 150º aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal. Un san José soñador, trabajador, humilde, dispuesto a hacer la voluntad de Dios, protector de las dificultades de la vida, de la sagrada familia, con corazón de Padre, Padre de la ternura, de la acogida.

Con los trabajadores de la periferia

La tercera reflexión corrió a cargo de Bartolomé Mateos, Secretario de la Pastoral del Trabajo que  habló sobre el discurso del Papa a la Confederación italiana de Sindicatos de Trabajadores en junio de 2017. Empezó recordando los 8 años de pontificado del papa Francisco para indicar como Francisco plantea en ese texto proteger al trabajador más allá del trabajo, ya que la persona y el trabajo no se pueden separar. La persona, según el Papa, florece en el trabajo y en el descanso. Recordó dos desafíos: estar pendiente de los trabajadores de las periferias y cómo el sindicato debe poner en el centro la participación social de los trabajadores más pobres, jubilaciones, siniestralidad laboral…

La clave del trabajo

Finalmente, Miguel Ángel Martínez Bellón, militante de la HOAC, aportó su reflexión sobre la carta del Papa al cardenal Peter K.A. Tukson con motivo de la Conferencia Internacional “De Populorum progressio a Laudato si’: ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global?”

Miguel Ángel recordó que el trabajo no se reduce al crecimiento económico ya que es importante per se, es integral, es la clave de la cuestión social y del desarrollo espiritual. Es importante trabajar con otros y para otros. El trabajo es amor concreto, amor civil por el bien común. A través del trabajo construimos sociedad, construimos el mundo. El trabajo no es una mercancía y por ello hay que defender el trabajo digno. Animó a seguir educando conciencias solidarias, cuidarnos de la corrupción, escapar del individualismo colectivo, protegiendo solo a los interesados y generar espacios de justicia y amor con nuevos hábitos políticos de encuentro.

Terminó el retiro poniendo en común llamadas recibidas y disponiéndose los participantes a vivir una pascua de resurrección en el mundo del trabajo más empobrecido, en sus barrios, en el puesto de trabajo y en los espacios sociales que comparten.

Retos y esperanzas en el mundo del trabajo ante la situación actual y futura de la COVID-19

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Retos y esperanzas en el mundo del trabajo ante la situación actual y futura de la COVID-19

23 noviembre 2020

Comunicado de las XXVI Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo.

Este 21 de noviembre, bajo el lema “Retos y esperanzas en el mundo del trabajo ante la situación actual y futura de la Covid-19”, se han celebrado las XXVI Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, “on line”. Comenzábamos con el saludo de monseñor D. Abilio Martínez Varea, obispo de Osma-Soria, que desde este curso está al frente del Departamento de Pastoral de Trabajo (Comisión Episcopal de la Pastoral Social y Promoción Humana). Nos recordaba que la Pastoral Obrera y del Trabajo es tarea de toda la Iglesia, no podemos obviar la centralidad del trabajo para la vida humana. Las Jornadas han contado con  la participación de unas 300 personas de 37 diócesis.

Tras la oración, hemos tenido un recuerdo agradecido para monseñor D. Antonio Ángel Algora Hernando. De su mano hemos aprendido a vivir con más profundidad y coherencia la fidelidad a la Iglesia y al mundo obrero. Recogemos su testigo. ¡Hasta mañana en el Altar! 

Esta Jornada ha sido espacio para compartir las situaciones de vida de los hombres y mujeres del mundo del trabajo, agravada por la actual pandemia, ahondando en la precariedad, el desempleo y la negación de su dignidad a tantas personas: mujeres, jóvenes, personas migrantes, personas cuyos ingresos dependen de la economía informal…; y también para compartir esta realidad, hacer una lectura creyente desde el Evangelio y la Doctrina Social, ayudándonos a descubrir retos y esperanzas en el empeño por construir nuestra historia en “términos de comunidad, de prioridad de la vida” (Fratelli tutti, 116).

Desde diferentes ámbitos y perspectivas, Raúl Flores Martos, secretario técnico de la Fundación FOESSA y coordinador de estudios de Cáritas Española;  Joaquín Pérez da Silva, secretario general de USO; M.ª Francisca Sánchez Vara,  directora del Departamento de Migraciones y Movilidad Humana de la CEE; Elena Ruiz Cebrián, presidenta del Consejo de la Juventud de España, nos han ayudado a fijar la mirada y  reafirmarnos en que no podemos seguir “normalizando” tantas situaciones donde el empleo no garantiza una vida digna, donde crece  la pobreza, la exclusión y  se instalan la inestabilidad y la precariedad. Recordamos especialmente a las trabajadoras del empleo doméstico, temporeros, personas que trabajan en la economía  informal, a las víctimas de la siniestralidad laboral y a los jóvenes golpeados de nuevo por una crisis más.

Hoy se hacen más necesarias políticas, leyes, medidas de protección, recursos sociales y económicos como por ejemplo rentas mínimas, reforma fiscal, ley de extranjería, reparto del trabajo, frente a  un mundo que descarta y deja a tantas personas en los márgenes. Necesitamos fortalecer las organizaciones sociales y sindicales. Frente a una “economía que mata”, que genera víctimas y destruye el planeta, tenemos que conjugar los verbos: Acoger, proteger, promover e integrar, como dice el papa Francisco. 

Pedro José Gómez Serrano, profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCM,  nos ha insistido que más allá del ver, juzgar y actuar, están el dolerse, soñar y celebrar, tomando conciencia de que el futuro está por construir, haciendo verdad las tres “t”: tierra, techo, trabajo. Las fracturas (sanitaria, laboral, económica, social) que dividen, aíslan, rompen la fraternidad y niegan la vida, sólo es posible eliminarlas si nos comprometemos a valorar el cuidado, la protección y la defensa del trabajo a la medida del ser humano. 

Como nos insisten Laudato si’ y Fratelli tutti,  el empeño es  hacer de la “casa común”, “hogar habitable”, donde vivir como familia humana, pasando del yo al “nosotros”. Este tiempo de pandemia, de crisis, es tiempo  de asumir riesgos, generar nuevas experiencias y alternativas, hay posibilidades inéditas que generan solidaridad y hacen crecer en humanidad. Como Iglesia tenemos que estar ahí.

Esta Jornada es la primera que celebramos como Departamento de Pastoral de Trabajo en el marco de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción humana. Tras recordar la trayectoria de esta pastoral, hemos dialogado sobre el papel a desarrollar en el futuro por este Departamento en un nuevo contexto de transversalidad con el resto de áreas con las que compartimos la misión.

En esta jornada se ha hecho público el visto bueno a la propuesta del Consejo Asesor de Pastoral de Trabajo de Antonio Javier Aranda López como director de dicho Departamento de Trabajo, que a partir de ahora ejercerá esta responsabilidad en la Conferencia Episcopal Española, sucediendo a Juan Fernández de la Cueva que ha venido desarrollando esta responsabilidad en los últimos años. 

Este año nos ha faltado el contacto más personal y la convivencia. Nos hemos encontrado, compartido anhelos, soñando juntos. “Soñemos como una única humanidad. Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros, impulsándonos a crear sociedades más sanas,  un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras” (Oración del papa Francisco en Fratelli tutti).

Hermanos todos

Editoriales

Hermanos todos

17 noviembre 2020

En la encíclica Caritas in veritate, Benedicto XVI afirmó que «la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica» (n. 75). El papa Francisco ha dado siempre mucha importancia a la necesidad de recuperar el sentido de nuestra humanidad. En Laudato si’ subrayó con fuerza que, ante el clamor de los pobres y de la Tierra, muchas cosas tienen que cambiar de rumbo, pero «ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos» (n. 202). Podríamos decir que la encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos) es una llamada a construir el mundo desde la recuperación del sentido de nuestra humanidad: somos hermanos y hermanas. Vivir y actuar en coherencia con ese ser fraterno es lo que puede cambiar nuestro mundo: «Frente a diversas y actuales formas de eliminar o ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social» (n. 6). «Hacer renacer entre todos un deseo universal de hermandad» (n. 8). «Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos» (n. 127).

Francisco propone e invita a un sueño en el sentido más noble de la palabra. La encíclica es muy hermosa en ese sentido. No se trata de una ensoñación o de una quimera, sino de despertar la capacidad de imaginar una realidad nueva y distinta, que es el primer e indispensable paso para caminar hacia ella, para construirla. Es lo que nos hace reaccionar y actuar en coherencia con nuestro ser y vocación. Propone una nueva lógica para la construcción de nuestras vidas y de nuestro mundo: la de la fraternidad y la amistad social, tantas veces arrinconadas. Fundamentadas en el amor y, particularmente, en el amor social y político, en la caridad política. Y lo hace desde una convicción muy clara y concreta que Francisco ha expresado muchas veces, de forma particular en sus encuentros con los movimientos populares que resuenan en toda la encíclica: «este sistema no se aguanta», es un enorme desastre humano. Ahora lo expresa así: «Si alguien cree que solo se trata de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad» (n. 7). Necesitamos cambios en profundidad.

Al respecto, la encíclica está llena de esperanza, con una visión de nuestro mundo y de cómo podemos responder a las necesidades humanas muy pegada a la realidad concreta. Francisco es muy concreto en sus propuestas. Por ejemplo, al referirse a la necesidad de volver a proponer la función social de la propiedad para que no haya excluidos, dice: «El derecho a la propiedad privada solo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica» (n. 120).

Ante las sombras de un mundo cerrado, sin un proyecto para todos y que descarta a tantas personas, Francisco nos invita a la esperanza y a la responsabilidad a partir del mensaje de la parábola del buen samaritano: «No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede a un costado de la vida. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad» (n. 68). Desde la capacidad de «pensar y gustar» un mundo abierto por el amor universal, muestra las potencialidades de la apertura a todas las personas sin los límites de las fronteras que niegan la dignidad y los derechos fundamentales de tantas y tantas personas. Y plantea la necesidad de una «buena política», para construir una nueva cultura del encuentro a través del diálogo y la amistad social.

La encíclica da una gran centralidad a la caridad política, a «la mejor política» puesta al servicio del auténtico bien común, que siempre atiende prioritariamente las necesidades de los empobrecidos. No puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una «buena política». Para el Papa, «se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad política» (n. 180), porque «la caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo» (n. 183). Y, como siempre subraya Francisco, en la «buena política» es de gran importancia la dignidad del trabajo y el trabajo digno: «El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular –porque promueve el bien del pueblo– es asegurar a todas las personas la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus esfuerzos (…) Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo» (n. 162).

Francisco acaba la encíclica recordándonos algo esencial, que el fundamento de la fraternidad, de un mundo abierto y sin excluidos, está en Dios: «Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad» (n. 272). Por eso, «sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades» (n. 274). Para los cristianos, la propuesta del Evangelio es nuestra mejor aportación a la fraternidad, pues «para nosotros, ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo» (n. 277). Sin olvidar nunca que el Amor de Dios es lo que sostiene nuestra humanidad, la de todas las personas, creamos o no en Dios, porque el Amor de Dios es el mismo para todas.

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Un lugar común para la justicia social: el trabajo decente

Mundo obrero y del trabajo

Un lugar común para la justicia social: el trabajo decente

07 octubre 2020

La Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se celebra alrededor del 7 de octubre, vuelve a convocar a instituciones, organizaciones del mundo del trabajo y a entidades de inspiración católica en la exigencia de trabajo decente. 

Esta jornada fue constituida en el congreso fundacional de la Confederación Sindical Internacional (CSI), que agrupa a sindicatos nacionales y federaciones mundiales representando a más de doscientos millones de trabajadores y trabajadoras. Siendo secretario general Guy Ryder, actual director general de la OIT, en aquel congreso histórico, se aprobó poner en marcha una jornada de acción mundial para «fortalecer la lucha internacional por los derechos de los trabajadores y contra la pobreza». Desde el año 2006, el 7 de octubre -o alrededor de este día- se realiza en todo el mundo decenas de convocatorias en torno a un lugar común y a un mismo grito: Trabajo decente para todos y en todo lugar.

Aunque el recorrido histórico sobre el concepto de trabajo decente viene de antes. De hecho, nace en el seno de la OIT -agencia tripartita de la ONU-, en el año 1998 para sintetizar las aspiraciones de las personas trabajadoras durante su vida laboral. Es decir, la oportunidad de tener un empleo, con un ingreso justo, seguro, con protección social y perspectivas de desarrollo personal e integración social, que garantice poder expresar opiniones, la organización y la participación en las decisiones que afectan a la vida de cada uno, y la igualdad de oportunidades y trato para todos. La Iglesia universal, de la mano de san Juan Pablo II -que ya había escrito la encíclica Laborem exercens (1981), sobre el trabajo humano-, lanzó un llamamiento, en el año 2000, para apoyar “una coalición mundial a favor del trabajo decente” y la necesidad de “globalizar la solidaridad”, sumándose a esta exigencia de justicia social. Sobre el concepto de trabajo decente también se expreso el papa Benedicto XVI, en 2009: “un trabajo que (…) sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que (…) haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; que permita satisfacer las necesidades de las familias; (…) que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; (…) que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación” (Cfr. Caritas in veritate, 63).

Iglesia por el Trabajo Decente

En esta perspectiva, miembros de organizaciones de inspiración católica, entre las que se encontraba el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, se reunieron en Roma (2013) con la Santa Sede y la OIT, con el objetivo de impulsar  el “trabajo decente para todas las personas” entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De aquel hilo, el compromiso se trasladar a España (mayo de 2015) cuando representantes de las organizaciones de ámbito eclesial: Justicia y Paz, Cáritas, CONFER, JEC, JOC y HOAC, acuerdan poner en marcha la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) para sumar sinergias y promover la defensa del trabajo decente, visibilizar y denunciar la situación de indecencia que hoy se sufre en el mundo del trabajo. La sed de trabajo decente hace crecer las adhesiones a la iniciativa y los relatos que construye, además de abrir modestos espacios en los medios de comunicación, genera dinámicas reivindicativas y celebrativas, con el protagonismo de pueblo de Dios en salida.

Criterio de justicia social, y de desarrollo humano integral y sostenible

La exigencia por el trabajo (libre, creativo, participativo y solidario) respetuoso con la dignidad de la persona, necesario para la inclusión social de los pobres, y esencial para el cuidado de la casa común, es también una insistencia del papa Francisco. Desde el inicio de su pontificado, expresado en sus principales textos: Evangelii gaudium (EG), Laudato si’ (LS) y, más recientemente, en Fratelli tutti (FT, 127, 162, 168…).  Pero además, en su labor pastoral al acompañar y comprometerse con los trabajadores más humildes y excluidos, organizados en movimientos populares, para reclamar tierra, techo y, sobre todo, trabajo, primer juego de 3T convertido en el criterio de justicia social, en este cambio de época que ya vivimos; y al convocar, escuchar, dialogar y tender puentes con el movimiento sindical mundial y ofrecer un segundo juego de 3T, trabajo/tradición, tiempo y tecnología, como criterio de desarrollo humano integral (inclusivo y solidario), o en sus visitas pastorales a las diócesis italianas, con continuos encuentros con el mundo del trabajo. En la fábrica de Ilva, lugar de trabajo y de trabajadores, por tanto del pueblo de Dios, exclamó: “el mundo del trabajo es una prioridad humana. Y, por lo tanto, es una prioridad cristiana, una prioridad nuestra, y también una prioridad del Papa”. (Cfr. No os dejéis robar la dignidad).

La jornada mundial por el trabajo decente en la pandemia

En la convocatoria de este año 2020, en medio de una pandemia global que obliga a un tipo de actos más creativos, los llamamientos de esta jornada se sitúan en demandar “un nuevo contrato social para asegurar que la economía mundial pueda recuperarse y crear la resiliencia necesaria para afrontar los desafíos convergentes de la pandemia, el cambio climático y la desigualdad”, según indica el manifiesto de la Confederación Sindical Internacional, alertando de los efectos “catastróficos” de la pandemia sobre la salud, el empleo, los ingresos y la igualdad de género, en un mundo “fracturado” por un modelo de “globalización fallido” que ha generado una profunda “desigualdad e inseguridad para la gente trabajadora”.

Por su parte, el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, subraya que “el modelo económico necesita una reforma” que pasa por reinventar “un modelo de vida más humano y más justo” y emplaza a responder personalmente y “en nuestros barrios, en nuestras empresas, a nivel sindical y político”. En este sentido, su manifiesto apunta algunas orientaciones a favor de una nueva gestión de los tiempos de trabajo, del cuidado de las personas y de la vida, la lucha contra el acoso laboral, la libre sindicación y el diálogo social, leyes laborales “para el bien común” o  promover “un consumo responsable, ético y solidario”.

Para la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), resulta fundamental “un nuevo sistema productivo que ponga a la persona en el centro, llama a movilizarse contra el aumento de la precariedad provocada por el impacto social de la pandemia y en defensa del trabajo decente y accesible. ITD ha convocado actos en las diócesis del país para reclamar “el reconocimiento social y laboral de los empleos esenciales para la vida, con unas condiciones laborales dignas” y la extensión de la protección social. “Garantizar que el ingreso mínimo vital sea una realidad para las personas que lo necesitan, dotando a las instituciones de los recursos necesarios para su gestión y asegurar la percepción del subsidio extraordinario a las trabajadoras de hogar y que se reconozca su derecho a la prestación por desempleo al igual que para el resto de personas trabajadoras”, y nadie se quede atrás.

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En redes sociales: #JMTD2o y #NosMovemosPorElTrabajoDecente

El papa Francisco firma la encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos)

Iglesia

El papa Francisco firma la encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos)

03 octubre 2020

Fratelli tutti (Hermanos todos), es la tercera carta encíclica del papa Francisco, después de Laudato si‘, sobre el cuidado de la casa común (2015) y Lumen fidei, sobre la fe (2013). Está inspirada en el título de los escritos de san Francisco: “Miremos, todos los hermanos, al buen pastor que sostuvo la pasión de la cruz para salvar a sus ovejas”.

Firmada sobre la tumba de Francisco de Asís

Hoy sábado, 3 de octubre, en la ciudad italiana del Poverello, el papa Francisco ha celebrado misa y al final, sobre la tumba de san Francisco de Asís, ha firmado el texto Fratelli tutti, dedicada a la fraternidad y a la amistad social, valores esenciales para devolver la esperanza y el impulso a una humanidad herida incluso por la pandemia de COVID-19.

El Papa no dio la homilía. Es la oración, el silencio, la sencillez lo que marca esta visita que, a petición del Papa por la situación de salud, se realiza sin ninguna participación de los fieles siguiendo las palabras de la liturgia dedicada a san Francisco. Inmediatamente antes de la firma, el Papa quiso agradecer a la Primera Sección de la Secretaría de Estado que trabajó en la redacción y traducción de la Encíclica.

Presentación en la Sala Stampa

La encíclica será presentada mañana domingo, 4 de octubre, en una comparecencia en la Sala Stampa del Vaticano, a primera hora de la mañana, en la que intervendrán el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado; el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso; Giudice Mohamed Mahmoud Abdel Salam, secretario general del Alto Comité para la Hermandad Humana; Anna Rowlands, profesora de Pensamiento y Práctica Social Católica en la Universidad de Durham, Reino Unido; Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, Catedrático de Historia Contemporánea.

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Iglesia

Francisco: Que el pan llegue a todos y que la organización social se base en contribuir, compartir y distribuir

30 septiembre 2020

En la audiencia general de hoy, el papa Francisco ha concluido su catequesis sobre curar al mundo abordando un último tema Preparar el futuro junto con Jesús que salva y sana. 

En las catequesis anteriores se ha reflexionado, a la luz del Evangelio, sobre cómo curar el mundo que sufre. Los caminos a seguir son la solidaridad y la subsidiariedad, indispensables para promover la dignidad humana y el bien común. Como discípulos de Jesús, seguimos su ejemplo optando por los pobres, haciendo un uso adecuado de los bienes y cuidando nuestra casa común.

Como vemos en el Evangelio, Jesús curó enfermos de todo tipo y, cuando curaba los males físicos, sanaba el espíritu con el perdón de los pecados, así como los “dolores sociales”, incluyendo a los marginados. También a nosotros Jesús nos concede los dones necesarios para amar y curar como Él lo hizo, acogiendo a todos sin distinción de raza, lengua o nación.

En medio de la pandemia que nos aflige, comprobamos cómo un pequeño virus continúa causando heridas profundas y desenmascarando nuestra fragilidad física, social y espiritual. También pone en evidencia la desigualdad que reina en el mundo, que ha hecho crecer en muchas personas la incertidumbre, la angustia y la falta de esperanza. En este contexto, con la mirada fija en Jesús, estamos llamados a construir la normalidad del Reino de Dios: donde el pan llega a todos y sobra, y la organización social se basa en contribuir, compartir y distribuir.

Curar el mundo: 9. Preparar el futuro junto con Jesús que salva y sana

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las semanas pasadas, hemos reflexionado juntos, a la luz del Evangelio, sobre cómo sanar al mundo que sufre por un malestar que la pandemia ha evidenciado y acentuado. El malestar estaba: la pandemia lo ha evidenciado más, lo ha acentuado. Hemos recorrido los caminos de la dignidad, de la solidaridad y de la subsidiariedad, caminos indispensables para promover la dignidad humana y el bien común. Y como discípulos de Jesús, nos hemos propuesto seguir sus pasos optando por los pobres, repensando el uso de los bienes y cuidando la casa común. En medio de la pandemia que nos aflige, nos hemos anclado en los principios de la doctrina social de la Iglesia, dejándonos guiar por la fe, la esperanza y la caridad. Aquí hemos encontrado una ayuda sólida para ser trabajadores de transformaciones que sueñan en grande, no se detienen en las mezquindades que dividen y hieren, sino que animan a generar un mundo nuevo y mejor.

Quisiera que este camino no termine con estas catequesis mías, sino que se pueda continuar caminando juntos, teniendo «fijos los ojos en Jesús» (Hb 12, 2), como hemos escuchado al principio; la mirada en Jesús que salva y sana al mundo. Como nos muestra el Evangelio, Jesús ha sanado a enfermos de todo tipo (cfr. Mt 9, 35), ha dado la vista a los ciegos, la palabra a los mudos, el oído a los sordos. Y cuando sanaba las enfermedades y las dolencias físicas, sanaba también el espíritu perdonando los pecados, porque Jesús siempre perdona, así como los “dolores sociales” incluyendo a los marginados (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1421). Jesús, que renueva y reconcilia a cada criatura (cfr. 2 Cor 5, 17; Col 1, 19-20), nos regala los dones necesarios para amar y sanar como Él sabía hacerlo (cfr. Lc 10, 1-9; Jn 15, 9-17), para cuidar de todos sin distinción de raza, lengua o nación.

Para que esto suceda realmente, necesitamos contemplar y apreciar la belleza de cada ser humano y de cada criatura. Hemos sido concebidos en el corazón de Dios (cfr. Ef 1, 3-5). «Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno de nosotros es amado, cada uno es necesario»1. Además, cada criatura tiene algo que decirnos de Dios creador (cfr. Enc. Laudato si’69239). Reconocer tal verdad y dar las gracias por los vínculos íntimos de nuestra comunión universal con todas las personas y con todas las criaturas, activa «un cuidado generoso y lleno de ternura» (ibid., 220). Y nos ayuda también a reconocer a Cristo presente en nuestros hermanos y hermanas pobres y sufrientes, a encontrarles y escuchar su clamor y el clamor de la tierra que se hace eco (cfr. ibid., 49).

Interiormente movilizados por estos gritos que nos reclaman otra ruta (cfr. ibid., 53), reclaman cambiar, podremos contribuir a la nueva sanación de las relaciones con nuestros dones y nuestras capacidades (cfr. ibid., 19). Podremos regenerar la sociedad y no volver a la llamada “normalidad”, que es una normalidad enferma, en realidad enferma antes de la pandemia: ¡la pandemia lo ha evidenciado! “Ahora volvemos a la normalidad”: no, esto no va porque esta normalidad estaba enferma de injusticias, desigualdades y degrado ambiental. La normalidad a la cual estamos llamados es la del Reino de Dios, donde «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncian a los pobres la Buena Nueva» (Mt 11, 5). Y nadie se hace pasar por tonto mirando a otro lado. Esto es lo que debemos hacer, para cambiar. En la normalidad del Reino de Dios el pan llega a todos y sobra, la organización social se basa en el contribuir, compartir y distribuir, no en el poseer, excluir y acumular (cfr. Mt 14, 13-21). El gesto que hace ir adelante a una sociedad, una familia, un barrio, una ciudad, todos, es el de darse, dar, que no es dar una limosna, sino que es un darse que viene del corazón. Un gesto que aleja el egoísmo y el ansia de poseer. Pero la forma cristiana de hacer esto no es una forma mecánica: es una forma humana. Nosotros no podremos salir nunca de la crisis que se ha evidenciado por la pandemia, mecánicamente, con nuevos instrumentos —que son importantísimos, nos hacen ir adelante y de los cuales no hay que tener miedo—, sino sabiendo que los medios más sofisticados podrán hacer muchas cosas pero una cosa no la podrán hacer: la ternura. Y la ternura es la señal propia de la presencia de Jesús. Ese acercarse al prójimo para caminar, para sanar, para ayudar, para sacrificarse por el otro.

Así es importante esa normalidad del Reino de Dios: que el pan llegue a todos, que la organización social se base en el contribuir, compartir y distribuir, con ternura, no en el poseer, excluir y acumular. ¡Porque al final de la vida no llevaremos nada a la otra vida!

Un pequeño virus sigue causando heridas profundas y desenmascara nuestras vulnerabilidades físicas, sociales y espirituales. Ha expuesto la gran desigualdad que reina en el mundo: desigualdad de oportunidades, de bienes, de acceso a la sanidad, a la tecnología, a la educación: millones de niños no pueden ir al colegio, y así sucesivamente la lista. Estas injusticias no son naturales ni inevitables. Son obras del hombre, provienen de un modelo de crecimiento desprendido de los valores más profundos. El derroche de la comida que sobra: con ese derroche se puede dar de comer a todos. Y esto ha hecho perder la esperanza en muchos y ha aumentado la incertidumbre y la angustia. Por esto, para salir de la pandemia, tenemos que encontrar la cura no solamente para el coronavirus —¡que es importante!—, sino también para los grandes virus humanos y socioeconómicos. No hay que esconderlos, haciendo una capa de pintura para que no se vean. Y ciertamente no podemos esperar que el modelo económico que está en la base de un desarrollo injusto e insostenible resuelva nuestros problemas. No lo ha hecho y no lo hará, porque no puede hacerlo, incluso si ciertos falsos profetas siguen prometiendo “el efecto cascada” que no llega nunca2. Habéis escuchado vosotros, el teorema del vaso: lo importante es que el vaso se llene y así después cae sobre los pobres y sobre los otros, y reciben riquezas. Pero esto es un fenómeno: el vaso empieza a llenarse y cuando está casi lleno crece, crece y crece y no sucede nunca la cascada. Es necesario estar atentos.

Tenemos que ponernos a trabajar con urgencia para generar buenas políticas, diseñar sistemas de organización social en la que se premie la participación, el cuidado y la generosidad, en vez de la indiferencia, la explotación y los intereses particulares. Tenemos que ir adelante con la ternura. Una sociedad solidaria y justa es una sociedad más sana. Una sociedad participativa —donde a los “últimos” se les tiene en consideración igual que a los “primeros”— refuerza la comunión. Una sociedad donde se respeta la diversidad es mucho más resistente a cualquier tipo de virus.

Ponemos este camino de sanación bajo la protección de la Virgen María, Virgen de la Salud. Ella, que llevó en el vientre a Jesús, nos ayude a ser confiados. Animados por el Espíritu Santo, podremos trabajar juntos por el Reino de Dios que Cristo ha inaugurado en este mundo, viniendo entre nosotros. Es un Reino de luz en medio de la oscuridad, de justicia en medio de tantos ultrajes, de alegría en medio de tantos dolores, de sanación y de salvación en medio de las enfermedades y la muerte, de ternura en medio del odio. Dios nos conceda “viralizar” el amor y globalizar la esperanza a la luz de la fe.

Notas

1 Benedicto XVI, Homilía por el inicio del ministerio petrino (24 de abril de 2005); cfr. Enc. Laudato si’, 65.
2 Trickle-down effect en inglés, derrame en español (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 54).

 

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Índice de las catequesis #CuraralMundo

1. Introducción

2. Fe y dignidad humana

3. La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad

4. El destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza

5. La solidaridad y la virtud de la fe

6. Amor y bien común

7. Cuidado de la casa común y actitud contemplativa

8. Subsidiariedad y virtud de la esperanza

#7Oct | Mensaje del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos con ocasión de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente

Internacional

#7Oct | Mensaje del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos con ocasión de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente

28 septiembre 2020

Con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre, el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) renueva su compromiso con esta convocatoria, promovida por las organizaciones sindicales mundiales y los movimientos y entidades de inspiración católica, con el siguiente mensaje elaborado, en esta ocasión, por la la secretaría del MMTC y la Ligue Ouvrière d’Action Catholique de l’Ile Maurice.

EL MMTC LUCHA POR EL TRABAJO DIGNO 
“ATRÉVETE A SOÑAR CON UN MUNDO MEJOR”

El trabajo decente es el núcleo de los cuatro objetivos estratégicos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) relativos a los derechos en el trabajo, en particular los que se definen como fundamentales en la Declaración relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento, aprobada en 1998.

Para la OIT, se necesitan políticas económicas que estimulen la creación de más y mejores empleos, reduzcan el trabajo informal y combatan el trabajo infantil y la esclavitud y todas las formas de discriminación. También es imperativo promover el empleo de los jóvenes, ampliar y mejorar la protección social, estimular la educación y la formación profesional y fortalecer los derechos de los trabajadores.

Esto implica que las mujeres y los hombres de todo el mundo deben tener acceso a un empleo adecuadamente remunerado, realizado en condiciones de equidad, libertad, incluida la libertad sindical, y total seguridad para garantizar una vida digna.

El trabajo decente y productivo es el principal instrumento para superar la pobreza que aflige a millones de hombres y mujeres trabajadores en todo el mundo. Es fundamental para construir sociedades más democráticas y combatir todas las formas de exclusión.

En este día internacional del 7 de octubre, es hora de reforzar nuestra reflexión sobre el derecho al trabajo decente para todos.

Desde marzo, el mundo ha sufrido un verdadero trastorno para muchos de nosotros. Nos damos cuenta de que somos débiles y muy frágiles ante esta pandemia de Covid19. La economía está paralizada en muchos países del mundo. Los pobres son los más afectados por las enfermedades y la miseria. Este desastre mundial debe permitirnos reflexionar y luchar, colectivamente, para cambiar nuestro modelo de desarrollo y nuestra relación con la naturaleza y nuestro medioambiente. Debemos mostrar un mayor respeto por nuestro bien común: la Tierra.

El modelo económico necesita una reforma. Hemos operado con un modelo económico “del más fuerte al más fuerte”. Tengo más dinero, así que compro más”.

La campana de alarma ha sonado por este virus que está golpeando al mundo. Depende de todos y cada uno de nosotros, a nuestro propio nivel, responder. Cambiemos nuestro enfoque, tú, yo, nosotros… No nos quedemos quietos y critiquemos. Actuemos en nuestros barrios, en nuestras empresas, a nivel sindical y político. Salgamos de nuestra zona de confort, reinventemos un modelo de vida más humano y más justo.

Aquí hay algunos puntos de referencia para el trabajo decente y una vida digna.

– El tiempo de trabajo debe ser limitado y respetar la legislación del país.
– Las madres y los padres deben ser capaces de conciliar el trabajo y el cuidado de sus hijos.
– Tienen tiempo fuera del trabajo para vivir con sus familias.
– Lucha contra todas las formas de acoso a los trabajadores.
– A través de la libertad de asociación, participar en mejores relaciones obrero-patronales.
– Aprobar leyes laborales para el bien común.
– Participar colectiva e individualmente en una sociedad de consumo responsable, ética, ecológica y solidaria.
– Luchar por que más mujeres ocupen puestos de responsabilidad en las empresas y en los gobiernos de los países.
– Para construir juntos un mundo compasivo y humano a nuestro alrededor.
– Exija una educación de calidad que sea gratuita y respetuosa de los demás.

“Salgamos de nuestra casa, de nuestro egoísmo y miedo. Transformemos este mundo que tanto amamos en un mejor lugar para vivir. Trabajemos juntos por un mundo mejor. La elección es nuestra.”

Como miembros de los movimientos del MMTC, invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a reforzar su compromiso con los movimientos sociales y sindicales por un mundo más justo, donde todos tengan derecho a la tierra, a la vivienda y al trabajo.

“Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”. Cántico de las criaturasFonti Francescane (FF) 263.

“Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura”. (Laudato si’, 2).

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