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El mun­do del tra­ba­jo nos com­pe­te, es tam­bién res­pon­sa­bi­li­dad de la Igle­sia

Mundo obrero y del trabajo

El mun­do del tra­ba­jo nos com­pe­te, es tam­bién res­pon­sa­bi­li­dad de la Igle­sia

23 noviembre 2018

Milagros Villamarín Casal y Teresa García Gómez, responsables generales de Compromiso y de Difusión a nivel nacional de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), han visitado recientemente Soria; la Delegación episcopal de medios de comunicación de la Diócesis ha aprovechado esta visita para hablar con ellas.

Como responsables de la HOAC sois la voz de la Iglesia en el mundo del trabajo. ¿Cómo vivís esta misión en un campo tan dominado por las ideologías?

Milagros (M): Siempre ha sido muy difícil. Ser cristiano en el mundo obrero supone tener que demostrar continuamente a los demás compañeros que tus intereses son los mismos que los suyos y que, además, son los mismos que los de Cristo: el sentido de la justicia, de la libertad, de la dignidad de cada persona. Esto se demuestra con el testimonio vital, implicándote en las mismas cosas que ellos, viviendo sus mismas dificultades, porque al fin y al cabo somos todos trabajadores. Todo el que necesita un salario para vivir, sea del tipo y la gama que sea, es un trabajador. Esta dificultad los militantes de la HOAC la hemos ido subsanando con nuestra presencia, testimonio, trabajo, hasta el punto de que allí donde estamos se nos reconoce como cristianos, se nos acepta y se va entendiendo que eso también es Iglesia.

Teresa (T): Desde la HOAC se ha trabajado mucho la apertura hacia los demás, hacia las otras asociaciones y movimientos que trabajan en el campo del trabajo, aunque sea con otros ideales. Pero en el fondo, en el que la persona sea el centro, en el querer un trabajo digno, en eso todos vamos juntos. Nos abrimos, nos hacemos presentes, respetamos a los demás, pero también llevamos nuestros motivos y nuestra ilusión. Esto nos ha servido para poder integrar a la HOAC en este medio.

Y también sois la voz del mundo del trabajo en la Iglesia…

M: Claro, lo mismo pasa hacia la Iglesia porque en la Iglesia siempre se ha tenido la imagen de que somos los rojos, los de izquierdas. Y no es así. Al fin y al cabo, estamos donde estamos porque entendemos que es lo que nos está pidiendo Cristo. Estamos muy contentos de la acogida que está teniendo en la Iglesia la iniciativa “Iglesia por el trabajo decente” en los últimos cuatro años. Se trata de asumir la importancia y la centralidad que tiene el trabajo para la vida de las personas, para su dignidad, porque de tener un trabajo o no depende que en su vida pueda existir la posibilidad de la contemplación, del cuidado de la familia o de sus relaciones sociales. Que la Iglesia esté reconociendo esto como un elemento central sobre el que se tiene que pronunciar y expresar, para nosotros es un motivo de alegría y lo vemos como una gracia. El mundo del trabajo nos compete, es también responsabilidad nuestra, de la Iglesia.

T: Ahora se está haciendo un trabajo muy a nivel de base junto a otros movimientos eclesiales como Cáritas, la Frater, CONFER, etc. lo cual es de gran ayuda para ver qué es lo que tenemos que mejorar o hacer visible de cara a la sociedad.

M: Se trata de una voz de la Iglesia, no es una voz aislada. Cada vez hay más Obispos que se implican, en diferentes formas y medidas, y eso es importante porque es la visibilidad de la Iglesia como conjunto. Es la apuesta del Vaticano, no sólo del Papa Francisco. Se ha convocado a todos los movimientos populares del mundo, a los movimientos sindicales, para defender unidos la dignidad de la persona y del trabajo. Estamos ante un problema muy grande, el sistema capitalista está llegando a extremos que en otros momentos no habíamos visto. Parece que lo humano no importa, es como si fuera desdibujando la figura humana a la que no se le da valor en esta sociedad.

¿De dónde parte vuestro compromiso en la HOAC?

 M: En mi caso de los grupos juveniles de las parroquias, empezamos a mirar la realidad que nos rodeaba con los ojos de la fe. Eso nos lo enseñaron desde jovencitos en la Iglesia. Después la fe fue madurando, creciendo y vimos que necesitábamos un espacio dentro de la Iglesia que nos ayudara a vivir con coherencia y en unidad esa implicación en la realidad social. Y así apareció la HOAC en mi vida. Desde entonces aquí sigo. Este es mi cuarto año como responsable de Compromiso. Yo soy administrativo en un hospital, en Huelva, pero pude pedir una excedencia en mi trabajo que me permitió aceptar esta responsabilidad en Madrid cuando se me propuso.

T: Yo conocí la HOAC ya un poquito más mayor. Soy de Valencia y cuando mis hijas empezaron a ir a la catequesis de Comunión me integré en el grupo de catequistas, el párroco era de la HOAC y nos la dio a conocer. Fue como un deslumbramiento, no sabía si iba a ser capaz de hacerlo bien, pero sabía que era lo que quería y necesitaba. Esto fue hace unos 22 o 23 años. Cuando me convocaron para esta responsabilidad de Difusión tuve mis dudas pero lo hablé, hice un discernimiento a partir del equipo, de la familia y decidí que sí, que era lo que tenía que hacer.

Como cristianas, respondisteis a la llamada a servir…

 M: Sí pero es también encontrar un elemento en tu vida que te aporta felicidad, te ayuda a ser tú misma, a encontrarte con un tipo de persona que es la que Jesús plantea y quieres eso para ti y para los demás.

T: Respondes por convencimiento propio porque es lo mejor que te puede pasar en la vida, es estar segura de que ése es el camino que tienes que recorrer. Y lo haces con la fe, que es lo que te hace luchar contra el desaliento, y con la ayuda siempre de la gracia.

M: En el camino hay muchas incertidumbres, dudas… No es un camino de rosas pero, incluso en las dificultades y caídas, siempre ha estado esa presencia ahí que te dice que esto te construye, te constituye como persona, y lo haces junto a otras personas. El sentido comunitario es muy importante. Además, yo creo que es muy complicado conocer a Dios si no es a través de la comunidad porque Dios se concreta en cada uno de nosotros.

Hablamos del mundo del trabajo, sin olvidar el mundo obrero…

 M: Sí, hacemos la doble vinculación del mundo obrero y del trabajo por dos razones: Primero, lo que conlleva el mundo obrero, toda esa cultura de valores, es bueno no olvidarlo porque son valores de solidaridad, muy cercanos a la fe; segundo, el mundo del trabajo, porque la realidad actual se ajusta más al concepto de trabajo. Los tiempos son diferentes, hoy en el trabajo se dan muchas dificultades, incluso en las profesiones liberales. Antes los obreros se encontraban, ahora no; hay mucha soledad, mucho aislamiento, algunos trabajan en casa o incluso en un mismo espacio de trabajo se impide el diálogo entre los trabajadores; en algunas empresas se dan unas condiciones de trabajo muy precarias…

T: Hay que hacer visibles todas esas dimensiones del trabajo. Hay que unir al mundo del trabajo lo que es la dignidad de la persona, la centralidad de la persona y lo sagrado de ella.

M: Como HOAC estamos haciendo una labor de hacer ver que el trabajo es inseparable de la persona. Mientras exista la persona va a existir el trabajo, remunerado o no, porque es una condición intrínseca a ella. Además, desde la visión de la Iglesia, somos co-creadores con Dios, ésa es nuestra función, ése es el deber que tenemos para con Dios y la comunidad. Es verdad que cuando aportamos esta reflexión siempre se entiende, es una aportación que la Iglesia tiene que hacer a este mundo, en el que el trabajo se ha desvinculado de la persona. Ambos se tratan como mercancías. Desde la fe eso lo tenemos que criticar con dureza, como hizo Jesús. Entonces se habían olvidado de la persona, igual que ahora el sistema se olvida del pobre o las administraciones se olvidan de Soria. Y Jesús puso a la persona en el centro.

El lema de la Jornada mundial de los pobres este año ha sido “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”; ¿quién es hoy ese pobre?

T: El mensaje explícito que hace el Papa Francisco es que la sociedad está generando muchos pobres. Ya no es sólo el pobre indigente al que le damos una pequeña limosna; no, el pobre es aquél que la sociedad de la que formamos parte generamos: el que no tiene trabajo, el que está excluido, el que viene de fuera y no se siente respetado ni acogido. A todos ellos ahora hay que hacerlos visibles, hacerles un sitio en la sociedad, que es el sitio que les pertenece como hijos e hijas de Dios. Como dice el Papa, hace falta la implicación de las instituciones, que se preocupen y ocupen de las personas excluidas.

En España, en el último informe de FOESSA, se dice que las diferencias entre pobres y ricos son cada vez mayores; ahí tenemos que ver de qué manera la sociedad, como comunidad que somos, hemos de hacernos cargo de esta situación y exigir a las instituciones que tomen medidas para que esas personas puedan valerse por sí mismas y salir de la pobreza y la exclusión. Para esto se necesitan inversiones, presupuestos que lo tengan cuenta. Lo vemos también aquí en Soria, con el problema de la despoblación. La gente se va porque no puede vivir aquí, no puede subsistir, no hay posibilidad. Y esto se va viendo ya como una cosa normal, lo asumimos como algo inevitable y esta resignación es precisamente lo que hay que intentar cortar.

M: La política está absolutamente posicionada al lado del poder económico y todo está organizado en base a eso. Tenemos que decir basta desde dentro y desde fuera de la Iglesia, uniendo fuerzas, tomando conciencia de nuestra responsabilidad y de que con otra organización y otros planteamientos todo podría cambiar.

T: Es muy importante en este sentido acompañar a las personas, hacerles ver la importancia de la comunidad, de la ayuda mutua, del poder de transformación que es posible, algo en lo que la Iglesia puede tener un papel fundamental. Los compañeros del equipo de HOAC de Soria son de admirar, se cuidan, se acompañan y siguen trasladando a la sociedad todo lo que pueden; son un gran testimonio para todos.

¿Qué es “¡Tú!”?

T: Es nuestra revista, una publicación bimensual que pretende ser un medio para dialogar y compartir con las personas del mundo obrero y del trabajo, una visión del ser y el hacer como Iglesia que estamos en la sociedad. También estamos en www.tu.hoac.es y en las redes sociales. Es un modo de dar visibilidad y reflexionar sobre temas clave y experiencias concretas de la vida del trabajo que nos sirvan a todos para ver, para opinar, para tener un criterio, para avanzar.

***

Publicado en El Mirón de Soria y en la Agencia SIC

Cooperación: si no es ahora, ¿cuándo?

Internacional, Paro, pobreza y exclusión

Cooperación: si no es ahora, ¿cuándo?

21 noviembre 2018

La Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo exige a Pedro Sánchez que asuma sus compromisos y garantice una Cooperación a la altura de los retos mundiales. Los Presupuestos son una excelente oportunidad para abandonar el vagón de cola europeo y avanzar hacia el 0,40%, en 2020, y el 0,7%, hasta 2030; tal como el Pedro Sánchez se ha comprometido en distintos espacios nacionales e internacionales. El gobierno debe apostar por una cooperación genuina que contribuya de manera efectiva a luchar contra la pobreza, la desigualdad y la protección del mundo que habitamos. Esto pasa, necesariamente por la provisión de fondos, pero también por el impulso de políticas públicas que sean coherentes con esos fines. Es urgente fortalecer el papel de los actores de la cooperación, especialmente las ONG que, a lo largo de la crisis, han visto sus fondos públicos reducidos por tres.

En pleno debate previo a la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado, la Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para Desarrollo exige a Pedro Sánchez que pase de las palabras a los hechos y cumpla su compromiso de recuperar la política de cooperación española. El pasado mes de julio, en el pleno del Congreso, el presidente del Gobierno señaló que uno de los retos de su gabinete sería “fortalecer y recuperar la política de cooperación al desarrollo como elemento definitorio de la política exterior de España”.

La Coordinadora reclama también a todos los partidos políticos que asuman la responsabilidad que les corresponde en un contexto político como el actual en el que el papel de las fuerzas parlamentarias es crucial para la construcción de políticas públicas. Les recuerda también hace menos de un año aprobaron por consenso una Proposición no de Ley (161/002620) por la que se comprometían a llegar al 0,4% de la Renta Nacional Bruta al final de la legislatura. Es sorprendente que el acuerdo sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2019 suscrito entre PSOE y Unidos Podemos no recoja ni una sola línea sobre Cooperación para el Desarrollo.

Si no es ahora, ¿cuándo?

Tras casi una década de caída en picado, la política de cooperación española se encuentra en mínimos y está a la cola de Europa (en la UE 15 España ocupa el penúltimo puesto en esfuerzo de ayuda, por delante de Grecia). La situación de nuestra política de cooperación no puede ser peor. Los recortes en la política de cooperación llegaron a alcanzar un 70%, un porcentaje que aumenta hasta casi 90% en el caso de la ayuda humanitaria. En 2017, España destinó tan solo un 0,19% a cooperación, según datos de los OCDE.

Esta merma de recursos ha supuesto importantes consecuencias para la vida de los 35 millones personas vulnerables con quienes trabajan nuestras organizaciones en 105 países. Tales recortes han dejado a España en un lugar de escasa relevancia en la escena internacional, precisamente cuando la crisis sistémica mundial exige más respuestas responsables.

Esta situación contrasta con el compromiso ciudadano. En los años de crisis, la sociedad española ha aumentado sus aportaciones a las ONG un 45%. No se trata solamente de una demanda ética como Estado democrático, sino también de una exigencia social que demanda la ciudadanía, si se tiene en cuenta que la sociedad española es la segunda, tras la sueca, que más valora la necesidad de una política pública de cooperación.

Una política estratégica para afrontar los enormes retos internacionales

Urge subrayar la importancia estratégica de la política de cooperación al desarrollo en unos momentos en los que, como Pedro Sánchez reivindicó Naciones Unidas en septiembre pasado, es necesario “construir liderazgos cooperativos para hacer frente a los desafíos globales como el cambio climático, la crisis de refugiados y el reto migratorio”.

Los niveles de desigualdad que a escala planetaria son escandalosos: las 62 personas más ricas del mundo poseen los mismos recursos que la mitad de la población más pobre. Asistimos a la peor cifra de personas desplazadas de la historia reciente: casi 70 millones se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos armados y violaciones de derechos humanos. Otros 244 millones de personas también se han visto forzadas a desplazarse como consecuencia de la, pobreza o al cambio climático.

Los conflictos se enquistan, las violencias se hacen más complejas y los espacios democráticos se reducen. Responder a la complejidad de este contexto global exige políticas adecuadas que garanticen los derechos humanos y afronten de manera integral los retos actuales. Es una responsabilidad política internacional a la que nuestro país no puede ser ajena y en la que la cooperación para el desarrollo tiene mucho que aportar.

Más información:

 

 

 

 

 

Entrevista a Andrés R. Amayuelas, presidente de la Coordinadora de ONG de Desarrollo. 

Carta “De presidente a presidente”

Datos clave sobre la Cooperación.

El lugar de la Iglesia son los pobres

Editoriales, Iglesia

El lugar de la Iglesia son los pobres

19 noviembre 2018

La Iglesia necesitamos crecer en tener una presencia pública en medio de nuestra sociedad mucho más coherente y fiel con el Evangelio, con nuestro ser y misión. Como en todo, también en esto necesitamos conversión. Hemos de reconocer sinceramente que con demasiada frecuencia andamos entretenidos y despistados en asuntos que no son los más importantes y encerrados en polémicas estériles que muy poco tienen que ver con lo esencial del Evangelio.

Para la necesaria conversión de la Iglesia lo más importante es preguntarnos cuál es nuestro lugar. ¿Cuál fue el lugar de Jesús? El lugar de la Iglesia, como Jesús, son los pobres, ser servidora de los pobres para construir una sociedad más justa, humana, fraterna, en la que todas las personas podamos vivir realmente de acuerdo a nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios, sin excluidos. Ese es el deseo de Dios al que la Iglesia nos debemos. Un Dios que Jesús nos muestra que es amor misericordioso y compasivo que se conmueve y reacciona ante el sufrimiento de los pobres porque defiende la dignidad de toda persona.

Por eso el papa Francisco subraya algo que es muy claro: «No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, “los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”, y la evangelización dirigida a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vuelta que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos» (EG 48). De ahí que insista en dos cosas esenciales para nuestra vida y para nuestra propuesta a la sociedad: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres» (EG 187). «Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres (…) atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverá ningún problema» (EG 202). Es lo mismo que planteó el Concilio Vaticano II sobre el ser y la misión de la Iglesia: «La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1). «Cristo fue enviado por el Padre a “evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos” (Lc 4, 18) (…); así también la Iglesia abraza con amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo» (LG 8).

El lugar de la Iglesia es la realidad de los excluidos y descartados, la de los desempleados y trabajadores pobres defendiendo la dignidad del trabajo y el trabajo digno, la de los que no tienen una vivienda digna, la de los enfermos y frágiles, la de los inmigrantes y refugiados, la de las víctimas de la violencia machista, la de tantas personas y familias heridas en su dignidad, «pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero»[1]. Es cierto que la Iglesia, a través de muchas personas, comunidades, asociaciones, estamos en esos lugares. Pero necesitamos crecer en que toda nuestra presencia pública esté presidida por el caminar con los pobres, ya que «no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio»[2]; el colaborar a cambiar la mentalidad social hacia la solidaridad con los pobres y la fraternidad, en la transformación de las estructuras e instituciones para que respondan a las necesidades de los pobres, en promover formas de vida más fraternas. Necesitamos crecer en ser una Iglesia pobre y servidora, casa de los pobres, en permanente escucha y diálogo, proponiendo con humildad otra manera de vivir.

[1] Papa Francisco, I Jornada Mundial por los Pobres, 5.
[2] Ibídem, 9.

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Estado e Iglesia en el siglo XXI

Colaboraciones, Iglesia

Estado e Iglesia en el siglo XXI

16 noviembre 2018

Carlos García de Andoin | No es fácil aventurar cómo vayan a configurarse las relaciones entre el Estado y la Iglesia en el siglo XXI. Estamos en tiempos raros, de erupciones sorpresivas y de implosiones precipitadas. Ni el uno, ni la otra quedan a salvo. Tres apuntes.

Primero. Cuando la globalización neoliberal parecía que dejaba noqueado al Estado frente al mercado, asistimos, como reacción, a su reafirmación nacionalista y proteccionista. Por la otra parte, cuando la religión parecía sucumbir a la secularizadora privatización, la globalización la reposiciona como actor público global, a fin de cuentas, la escala de los nuevos tiempos. Más aún con liderazgos como el del papa Francisco. Parecen, en principio, tendencias divergentes, incluso enfrentadas, religión transnacional versus estado re-nacional. El punto de colisión de ambas visiones es la acogida o el rechazo a los inmigrantes. Sin embargo, no las tengo todas conmigo. Si repasamos la historia, la religión casi siempre ha sido un eficaz aliado en los procesos de construcción y refuerzo del Estado. Ya observaba Durkheim su poderoso papel en la creación del vínculo social. Así que, si la religión sirve en el siglo XXI a la construcción de sociedades cosmopolitas y pluralísticas o, al contrario, al reforzamiento de sociedades homogéneas identitarias, es una cuestión digna de la mayor atención.

Segundo. Un cambio fundamental en España, predecible, es la drástica disminución del perímetro de los católicos. De modo que dejaremos de ser «la Iglesia», para convertirnos en «un grupo religioso». Este hecho es crucial. La Iglesia no podrá construirse con apariencia de corporación pública, como la responsable de la función religiosa del Estado, o su conciencia moral, en régimen de bilateralidad en la relación con él. El Estado tenderá a tratarla como un grupo privado, uno entre otros, afirmando su carácter laico. Con todo, el hecho más destacable, como tendencia en el mundo es no solo el crecimiento del pluralismo religioso sino la extensión global de este pluralismo que dice Berger. En consecuencia, la fórmula de los Acuerdos Estado-Iglesia irá quedando como una carcasa vacía. Será más acorde a la nueva situación una legislación del Parlamento que garantice y regule la libertad de conciencia y religiosa y siente las bases de una cooperación, sin discriminaciones, sin privilegios y sin confusión entre las funciones públicas y religiosas.

Tercero. Sin embargo, esta situación de minoría del catolicismo no implica necesariamente su irrelevancia política. Al contrario, una forma congregacional de Iglesia, más identificada y militante, si sabe articularse como propuesta para la mayoría, desde la sociedad civil, en base a la tradición cultural y la tupida red institucional del catolicismo en España, puede ofrecer, en estos tiempos raros, una enorme valencia para el conjunto social, y, por ende, para el Estado. La cohesión del país está gravemente amenazada. Por tres líneas de fractura: la desigualdad socio-económica, los nacionalismos excluyentes y la fragmentación del fundamento ético pre-político de la convivencia. En estas condiciones, un cristianismo que sepa dar testimonio creíble de solidaridad desde y con los de abajo, que sepa mantener los puentes vivos de diálogo y convivencia entre los adversarios políticos y que sepa nutrir y sostener un común denominador ético… puede convertirse en un pilar básico del Estado del siglo XXI. ¿Será un cristianismo más activo políticamente? Probablemente sí. Pero estamos hablando de un nuevo paradigma de la relación entre política y religión. No el construido desde arriba, sino desde abajo. No desde el Estado sino desde la sociedad civil. Sí, en el siglo XXI cambiará el paradigma de las relaciones del Estado con la Iglesia.

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33º Domingo del Tiempo Ordinario (18 noviembre 2018)

Iglesia

33º Domingo del Tiempo Ordinario (18 noviembre 2018)

15 noviembre 2018

II Jornada Mundial de los Pobres. La desesperanza está presente a nuestro alrededor en tantas vidas precarias, en tantos jóvenes sin futuro, en tantas familias incapacitadas para cumplir su función social, en tantos proyectos de vida imposibles de realizarse, en tantas ilusiones imposibilitadas de nacer, en tantos pobres… Muchas vidas precarias y descartadas que invitan a escuchar y acompañar…

 

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Cuando la persona es el centro

Colaboraciones, Familia obrera, Inmigrantes

Cuando la persona es el centro

14 noviembre 2018

José Mª Segura Salvador SJUn profesor de Teología de la Universidad de Deusto nos hizo una vez en clase la siguiente reflexión: el compromiso cristiano es una invitación al exceso. Porque se trata de estar disponibles, de hacerse disponible como Jesús.

Una cosa es ser voluntario de una ONG dos veces por semana (que está genial) y «optar por los pobres» esas 3-4 horas a la semana (que es genial) y otra muy distinta es encarnarse, compartir realidad y sueños, y «estar» cuando a la hora de la siesta o en un puente o a las 3 de la mañana irrumpe la urgencia. Lo primero es estupendo, lo segundo, por lo excesivo, nos acerca a la encarnación. Amor sin anestesia. Amor en sentido político. El Amor al que se refería san Romero de América cuando pedía a los cristianos (no a los bautizados, a los «cristianos») que fuesen «en el sentido más propio de la palabra, revolucionarios».

Voy a contar una historia[1]. Que no es mía. Pero que habla de cómo Dios nos pone de puntillas en «ejercicios» de estiramiento de solidaridad que nos ensanchan el alma.

Parte de mi tarea en el Servicio Jesuita a Migrantes en Valencia (SJM) es entrevistar a los voluntarios y tratar de saber cómo van, si están bien… escuchar e «intervenir» si hay alguna situación que a veces se complica. Ellos son el corazón del SJM y no existiríamos sin ellos. Lo que cuento en estas líneas es un viaje compartido con una voluntaria a la que Dios ha ido llevando, Reino Adentro (Casaldáliga) por los caminos de las campañas de Hospitalidad y Acogida en un ejercicio de estiramiento de solidaridad.

Nuestra voluntaria es una mujer jubilada. Con un don especial para acompañar personas que nace de su capacidad de escucha (con decir que es también voluntaria de hospital). Es, además, una mujer de fe. Con estas cualidades la incorporamos a programas de familias, poniendo el acento en el acompañamiento personal de los procesos que las personas migrantes van haciendo.

En su total disponibilidad se ponía y nos ponía un límite muy claro: «no alojo a nadie en mi casa. No quiero. No tengo sitio y no estoy preparada». Ningún problema ¡hay tanto por acompañar! Y nuestra voluntaria empezó su colaboración atendiendo el teléfono y la base de datos. Pero viendo su potencial, lo confieso, la «empujé» un poquito, y le pedí que llevase trastos a una gitana que acompañamos y que los revende… «Aunque eres un liante y aunque me cuesta ir a verla, siento que Dios me lleva también. Te agradezco este lio».

Así, poco a poco, aparecieron nuevas personas a las que acompañar. Con quienes tomar un café, dar un paseo, hacer refuerzo de clases… y un día apareció en su vida Beni. Una mujer árabe, madre luchadora, musulmana, sola, con dos niños. Nuestra voluntaria la conoció en actividades de SJM «hablamos en varias ocasiones y le acompañé a solucionar algunos trámites…», y esta persona optó por nuestra voluntaria (y viceversa).

En este año de participar activamente en la acogida de personas migrantes con recursos de hogar, si algo hemos aprendido es que la vida es maravillosamente impredecible. Que las complicaciones no faltan, y que Dios tampoco.

En verano Beni encontró trabajo gracias a una ONG con la que colaboramos. Un día tuvo un accidente laboral y se tuvo que quedar ingresada en el hospital. Desde el servicio de urgencias llamaron al SJM porque ella explicó que éramos su única familia. Después del susto y del subidón: ¡Somos su familia! ¿Qué hacemos? ¿Y los niños? Un matrimonio de voluntarios se los llevó a su casa a pasar la noche, que luego fueron tres. Ningún problema. Gente buena que Dios acompaña para que acompañe. Pero, ¿quién va al hospital? Hicimos turnos. Como cuenta nuestra voluntaria «me quedé acompañándola en el hospital… después de 24 horas en observación, de madrugada y con aerosoles y bastante medicación le dieron el alta».

Fuimos a recogerla pero estaba demasiado débil. Su casa de acogida está en un sexto sin ascensor. Pudimos «escalar» los cuatro pisos, ¡fue una aventura!, pero a las horas tuvo una crisis respiratoria y hubo de volver a ingresar al hospital con ambulancia incluida… Al salir al día siguiente nos temíamos que se repitiese la situación. ¿Qué hacemos ahora? Podríamos llevarla a la comunidad de jesuitas pero, ¿y si necesita ayuda para su higiene personal…?

Y esta samaritana, que me había y se había prometido que no metería a nadie en su casa, «Señor no te pases, no me pidas eso», lo vio claro: «sus hijos estaban atendidos y ella tenía que volver al hospital a los tres días, sin pensarlo me la llevé a casa». Mirando hacia atrás nos cuenta «esa acción supuso romper uno de mis limites más celosamente conservado, me deje llevar por el momento».

Como en esos pasajes en los que Jesús actúa la misericordia de Dios «no me lo planteé, lo hice». Y explica «Vivo sola y mi casa es mi espacio, mi refugio, no está preparada para acoger (ni yo tampoco) pero me dejé llevar por lo que me decía el corazón y no la razón, cedí mi habitación, mi cama, solo podía pensar en que estuviera cómoda, en que se sintiera segura. Veía y sentía su debilidad, su abatimiento, ella se convirtió en el centro». Esta es la revolución de la ternura que pide el papa Francisco, el primerear, el dejarse afectar, el hacerse cargo de la realidad y cargar con ella: le dejé mi cama.

Cuentan que al Dios de la Vida, a la Ternura-de-Dios-hecha-carne, al Hijo Encarnado (con permiso de Rahner), Dios le sorprendió en una mujer sirofenicia y le hizo extender los límites de su misericordia. Para nuestra voluntaria este encuentro con la prójima, que es la hermana necesitada que Dios puso en su camino, fue lugar de encuentro con Dios mismo. De hecho «Beni» es un nombre ficticio por «Bendición, que es lo que ha sido y es para mí, creo que Dios estuvo en este encuentro, fui su instrumento y medio la fuerza del Espíritu para poderlo hacer».

Escribía san Ignacio en su diario espiritual: «Te seguiré a donde me lleves. Sabiamente ignorante iré donde no sé. Puesto el corazón en ti, te seguiré». Dice nuestra hermana voluntaria, en quien Dios está provocando que todos en el SJM repensemos qué límites ponemos a nuestra solidaridad, «Dios me está conduciendo por un camino, que no sé dónde me llevará, intento vivir el presente llenándolo de amor, a la manera de Jesús».

[1] La protagonista es una voluntaria del Servicio Jesuita a Migrantes en Valencia.

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Santos de la puerta de al lado, rogad por nosotros

Mundo obrero y del trabajo

Santos de la puerta de al lado, rogad por nosotros

01 noviembre 2018

Fernando Díaz Abajo | Desde la última vez que trajimos a estas páginas el recuerdo de los y las militantes fallecidos en el campo de honor del trabajo y de la lucha han pasado bastantes meses, y la lista de nombres se ha hecho más larga de lo habitual. Se nota que vamos cumpliendo años y vida.

Susi, Jesús Barba, esposo de Elena, militante de Astorga, y mucho tiempo miembro de Comisión General, fallecía el 28 de febrero pasado. Manuel Avezuela Calleja, quien fuera primer consiliario de Cádiz, nos dejaba el 6 de marzo. Paco Gómez Luque, consiliario diocesano de Málaga, de cuyo fallecimiento nos hicimos eco en el anterior In memoriam, partía a la casa del Padre el 20 de marzo. El 15 de abril tenía lugar la Pascua de Juan José Rodríguez Ugarte, sacerdote de Bilbao, que fue Consiliario General de la HOAC de 1963 a 1968, sucediendo a Tomás Malagón. El 27 de abril les seguía con 87 años de edad, Julio Manero, riojano, antiguo militante de la HOAC de Bilbao, en Sestao. Y, en Madrid, nos dejaban, el 24 de mayo Antonio Jiménez Ruiz, y el 17 de junio, Gloria Muñoz Ros, militantes de la primera hora tras una larga vida de militancia. Y, Leo, militante de Málaga, esposa de Emilio, que fue también animadora del Junior, falleció el 8 de octubre, tras una larga enfermedad.

Todos y cada uno de ellos han dejado un vacío en nuestras vidas. Cada quien aportó algo propio, personal, e insustituible a quienes les conocimos y tratamos. Nadie puede ocupar ese lugar. Nuestra vida está hecha de encuentros y, también, de estos huecos con los que aprendemos a vivir de otra manera la presencia de quienes partieron a la casa del Padre. A la vez del vacío, han dejado nuestra vida llena de la suya. Y en ellos seguimos encontrando razones de vida y esperanza para seguir viviendo el encuentro con el Resucitado cada día.

En todos ellos descubrimos a los santos de la puerta de al lado, que dice el papa Francisco en Gaudete et exultate: «Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad “de la puerta de al lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, “la clase media de la santidad”».

Francisco nos recuerda que tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. Nos recuerda que la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya.

Nos recuerda que no todo lo que dice un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona

Mucho tiempo antes que Francisco, Guillermo Rovirosa nos decía que los santos son un ejemplo y un estímulo inapreciables para mantenernos en la buena senda y perseverar en el amor; que la esencia de su vida fue no traicionar el don de Dios que recibieron en el bautismo; santos que anteponían el reino de Dios y su justicia a todo lo demás. Nos recordaba que el santo es aquel que vive en Cristo y Cristo vive en él; y su signo es la fecundidad (a base siempre de calvarios previos; no se olvide).

Nos insistía en que los santos deberían ser nuestros modelos, los ejemplos que nos arrastrarán hacia la santidad y perfección de que ellos fueron portadores. Pero también nos decía que los santos no son imitables. El único imitable es Cristo, que es en quien los santos han basado su santidad y no en otro santo anterior a él. Nosotros, pues, hemos de basar nuestra santidad en Cristo y no en tal o en cual santo.

Dios, decía Guillermo, ha permitido que no falten santos, que van contracorriente. En Susi, en Manuel y Paco, en Juan José, Julio, Antonio y Gloria nosotros tenemos un tesoro, el del ejemplo de una vida fiel a su bautismo, una vida a contracorriente una vida vivida en Cristo, porque Cristo vivía en ellos, una vida fecunda, vivida con amor en las ocupaciones de cada día. De ellos podemos aprender nosotros a recorrer nuestro propio camino de santidad. Por eso nuestro recuerdo es, como siempre, agradecimiento y acción de gracias.

La fecundidad no se mide con criterios humanos, no se realiza en éxitos apostólicos, ni en la importancia de la acogida de nuestras propuestas. Se mide por cuánto vive Cristo en nosotros. Por cuánto llegamos a configurarnos con Cristo viviendo con radicalidad evangélica algún aspecto de su vida. Nuestros hermanos y hermanas difuntos fueron fecundos.

Ellos han vivido una forma de ser cristianos que nos muestra caminos de santidad porque hicieron vida lo que creyeron. Fueron místicos en la vida obrera. Nosotros damos gracias a Dios por ellos que nos enseñaron a seguir a Jesucristo, viviendo ese mismo amor. Necesitamos darnos cuenta de cuánta santidad hay en la vida de cada militante, narrarnos esas experiencias de santidad cotidiana en el sindicato, en el barrio, en la familia, en el trabajo, en las relaciones con los vecinos… experiencias de cómo vivimos el encuentro con Dios en la vida que luego volcamos y compartimos y oramos en cada encuesta.

Hoy les pedimos que sigan rogando por nosotros, para que podamos realizar en la misión que la Iglesia nos confía nuestro camino de santidad. Santos y santas de Dios, hermanas y hermanos de la HOAC triunfante: ¡rogad por nosotros!

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Noticias Obreras | Una mirada ecofeminista al trabajo

Kiosco

Noticias Obreras | Una mirada ecofeminista al trabajo

01 noviembre 2018

Presento el sumario de contenidos y la portada de la revista Noticias Obreras, una mirada cristiana del trabajo humano y el bien común, de noviembre de 2018 (número 1.611). Pronto la recibirás en tu domicilio. Mientras tanto, puedes acceder a la versión digital.

Las palabras claves son: #LugardelaIglesia, #IntegraciónSocial, #MiradaEcofeminista, #Pensiones y #EstadoversusIglesia.

NNOO digitalEditorial • El lugar de la Iglesia son los pobres. La Iglesia necesitamos crecer en presencia pública en medio de nuestra sociedad mucho más coherente y fiel con el Evangelio, sobre todo con los excluidos y descartados, desempleados y trabajadores pobres. Se publicará en la web y en las redes sociales el próximo 19 de noviembre. Te animamos a su valoración y a compartirlo con la etiqueta #LugardelaIglesia. Si lo prefieres, puedes hacer llegar tu opinión a participacion@noticiasobreras.es

Tema del Mes • La alternativa ecofeminista al modelo económico. El mundo vive una crisis global de civilización. La economía, la política y la cultura le han declarado la guerra a la vida. De ahí, la urgencia de reconfigurar el metabolismo del sistema económico a partir de las aportaciones de la mirada ecofeminista. Este Tema del Mes es parte de una charla de Yayo Herrero, antropóloga feminista, organizada por la Iglesia por el Trabajo Decente de Zaragoza. Ilustrado con la viñeta de Chipola. En esta sección, nos ponemos a la escucha. Puedes hacer tus aportaciones al tema a través de las redes sociales con la etiqueta #MiradaEcofeminista o al correo participacion@noticiasobreras.es.

Lectores / Lectoras • ¡Tú!, revista para acompañar a personas y grupos. La emblemática publicación de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), que nació de la mano de Guillermo Rovirosa, inicia su cuarta etapa con una renovación integral de sus contenidos, su formato y su orientación. Además estrena nueva web.

Otra vida familiar es posible • Cuando la persona es el centro. José María Segura, sacerdote jesuita, nos cuenta la experiencia de una voluntaria del Servicio Jesuita a Migrantes en Valencia, una experiencia de acogida y hospitalidad en un ejercicio de estiramiento de la solidaridad.

Entrevista • Con los cuatro coautores del último libro de Ediciones HOAC: Propiedad de la empresa y bien común: Joan Sifre: «La nueva empresa nacerá de la acción militante»; Daniel Jover: «Hay fructíferos fracasos de los que aprender»; José Luis Elorza: «El capital se apropió de la empresa, los demás se desentendieron» y María Teresa Compte: «La Doctrina Social de la Iglesia debe estar en el Derecho Canónico». Por José Luis Palacios.

Laboral • La debilidad del empleo como herramienta de integración socialLos resultados de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales de la Fundación FOESSA nos ofrecen un horizonte lleno de claroscuros. Unas mejoras claras sobre bases débiles y unos empeoramientos preocupantes entre la población más vulnerable. Por Raúl Flores Martos, coordinador de Estudios Cáritas.

Vidas precarias • «Con el tiempo te das cuenta de que nunca te sacan a bailar». Carmen (51 años) y Paco (54) forman un matrimonio de Jaén que ha tenido que aprender a vivir casi del aire. Solo su hijo, todavía con ellos, aporta su salario como obrero temporal de la construcción.

Política • Ley de vivienda de la PAH: «Sí se puede». La ley propuesta por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas aspira a hacer frente a la especulación, la usura y el desprecio al derecho básico a tener un techo básico para vivir con dignidad. Por Ramiro Vega. Ilustrado por Miguel Cruz.

Economía • Pensiones para una vida digna. Los pensionistas se manifiestan en las calles pidiendo unas pensiones dignas para todos. Un debate con varios frentes que pueden analizarse separadamente para tener una perspectiva amplia sobre la cuestión. Lo cuenta el profesor Enrique Lluch.

Iglesia •  Queremos invitar a los pobres a creer en Él. En su última asamblea, la asociación de sacerdotes del Prado se han replanteado su misión en el mundo cambiante de hoy. Dialogamos con Lucio Arnáiz, sacerdote de Orihuela-Alicante y reelegido responsable regional.

Experiencia • Ocho años por la inserción laboral de presos. Antonio Quintana, relata la experiencia de la fundación Amogarén, que acompaña reclusos dentro y fuera de los centros penitenciarios para que encuentren empleo.

Cultura • Seguir creyendo en la gente… seguir creyendo en Dios. Maite Valdivieso nos habla de secularización a propósito del último encuentro de la asociación de Ciegos Españoles Católicos (CECO), buscando profundizar en el potencial de la familia como sujeto de evangelización.

Libros • Urgente: crecer en humanidad. Isaías Hernando, presidente de la Asociación Economía de Comunión, nos reseña el último libro de Luigino Bruni: Virtudes y vicios del mercado.

El trabajo es para la vida • El estigma del VIH, de Juani Sosa.

El cuidado de la creación • El sexo de los ángeles o menguar no es optativo. Por Araceli Caballero.

La Mundialización  Pensiones y nuevo contrato social, aportación de Francisco Porcar.

El Termómetro • Estado e Iglesia en el siglo XXI,  por Carlos García de Andoin.

El Evangelio en tu vida • Con el artículo A propósito de tres textos evangélicos; de Àlvar Miralles.

Cine • Con Liberaciones de nuestro crítico Iñaki Lancelot.

Y acabamos con Fernando Díaz Abajo en In memoriam«Santos de la puerta de al lado, rogad por nosotros».

Imagen portada: UN Woman

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Temo mirarme en la interrogación de sus ojos

Colaboraciones

Temo mirarme en la interrogación de sus ojos

30 octubre 2018

Por Presen Pérez

Escuchad, porque hay un llanto lejano
o cercano, que llega rozándonos el alma,
de una ciudad, de un lugar, de un instante,
pues son raíces arrancadas sin compasión
que buscan un lugar donde asentarse.

Son bocas que en silencio piden pan
y compañía, atención y ternura
para poder gritar el dolor que les consume.

Una pausa en la acción me ronda
como prudencia o miedo,
es cicatriz de olvido que me duele,
porque también yo quiero que me duelan
las heridas de tantos olvidados.

La intimidad dialoga con la ira
que se enciende en sus rostros
y ronda por sus venas.

Les brota la amargura
y se sienten vencidos.
De la fuente subía un perfume de tierra
y esperan una vida mejor,
mas se les tuerce el gesto por la duda.

Temo mirarme en la interrogación de sus ojos,
es la zozobra a no ser consecuente
y oigo su corazón quejarse y me falta el aire
en cada justificación que doy,
en el retorno a su pregunta.

Seamos su memoria y voz,
pues por un terraplén de emociones
han rodado sus sueños.
Esta causa, la causa de los pobres
nos debe interpelar desde su fragilidad
y desde la esperanza que pregunta:
Cuándo será un recuerdo la pobreza,
cuándo alcanzará el hombre
su mayor grado de humanidad,
cuándo tendrá el verdadero don de la ternura,
cuándo tendrá su rostro de hipocresías limpio,
cuándo terminará este abandonismo,
esta tibieza sin regreso.

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Andrés R. Amayuelas: «La solidaridad está en el ADN de la ciudadanía»

Mundo obrero y del trabajo

Andrés R. Amayuelas: «La solidaridad está en el ADN de la ciudadanía»

26 octubre 2018

José Luis PalaciosAndrés R. Amayuelas, de Amycos, una pequeña asociación de Burgos, ocupa actualmente la presidencia de la Coordinadora de ONG de Desarrollo. Formado con los jesuitas, se inició como activista en el Comité Oscar Romero durante las protestas contra la celebración del V Centenario del ‘Descubrimiento’ y vivió en primera fila las movilizaciones por el 0,7.

A llegar a octubre el movimiento Pobreza Cero, del que la coordinadora es pieza fundamental, pone en marcha su campaña para combatir la miseria. ¿Cuáles van a ser las prioridades este año?

El tema central, por importante que sea hablar de la pobreza y conocer qué personas se encuentran en esta situación, es la desigualdad. Empezamos hablando, hace años, de la riqueza que empobrece y del desigual reparto de la riqueza mundial. Algo que ha ido ganando peso en todo este tiempo. Ocho hombres, recalco lo de hombres porque la desigualdad tiene muchas caras, acaparan la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. El 1% de la población tiene la misma riqueza que el 99% restante.

La campaña «Pobreza Cero» empezó a tener visibilidad hace 12 o 13 años, trataba de ser algo transversal, no solo hablamos de los países empobrecidos, que es nuestro ámbito de trabajo, sino también de las pobrezas que vivimos aquí, porque están muy ligadas. Ya no podemos hablar de países del sur y del norte, hay muchos sures en el norte y mucho norte en el sur. Hay países con muchas riquezas, materias primas y producción, que están en manos de muy poca gente, lo que genera un reparto muy desigual. Esto es lo que nos ha ido llevando a poner el foco en la desigualdad.

Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), informaba de que por tercer año consecutivo había aumentado el número de personas que pasan hambre en el mundo, hasta llegar a los 821 millones…

Nos retrotrae a situaciones que pensábamos que estábamos superando. Tiene mucho que ver con la dejadez de muchos gobiernos, con la retirada de los acuerdos mundiales (Derechos Humanos, Cambio Climático, etc.), con la financiación de Naciones Unidas, con el recorte de la Ayuda Oficial al Desarrollo. En vez de favorecer su logro, el sistema económico está haciendo más difícil el cumplimento de los objetivos de desarrollo, la agenda 2030. El papa Francisco lo resume muy bien cuando dice «esta economía mata». El sistema no garantiza una vida digna a la mayoría de la población mundial. El actual modelo de producción, de consumo, y de distribución de la riqueza propicia la acaparación de tierras, la degradación del medio, los paraísos fiscales, la evasión de impuestos, la privatización de lo público…

¿Qué papel deben reforzar las organizaciones sociales a la hora de contrarrestar esta creciente animadversión hacia los que intentan huir de la guerra y la miseria?

El asunto de las migraciones y los refugiados, por lo general, se aborda con visiones muy reducidas. Estamos hablando de gente con derecho a la movilidad, reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, de personas que no tienen medios para llevar una vida digna en sus lugares de origen. Europa cierra las fronteras y maltrata y explota a los que consiguen llegar.

Hay un discurso falso. Estas personas vienen a aportar. En un país como España, con el descenso de la población, están ayudando a mantener el sistema público de prestaciones. Sin embargo, hay un de odio que no tiene que ver con que sean distintos, sino con que son pobres, es la aporofobia. Pablo Casado, del Partido Popular, ha tenido un discurso próximo a la xenofobia y el racismo, como el que está avanzado en otros países.

Todas las organizaciones que trabajamos por la justicia social, no solo las dedicadas a la cooperación, deberíamos de ser capaces de explicar a nuestros conciudadanos las causas que originan la pobreza, la desigualdad, la insostenibilidad, las migraciones…, para buscar soluciones reales. Más que centrarnos en las consecuencias debemos ir a las causas.

¿Cómo han evolucionado las ONG de cooperación?, ¿se reducen a labores asistenciales, sin plantear cambios de calado?

Muchas organizaciones están evolucionando hacia la incidencia social, cada vez son más conscientes de la necesidad de cambiar las políticas actuales. En la coordinadora llevamos mucho tiempo hablando del índice de coherencia de las políticas de desarrollo, porque no tiene sentido querer arreglar por un lado lo que se deshace por otro. Poco a poco, vamos orientando a los gobiernos hacia el cambio que queremos. Pero no podemos olvidar que hay muchas agendas, muchos intereses en juego y que hay otros actores con más capacidad de incidencia y más dinero.

Lo hemos visto con la venta de armas a Arabia Saudí…

Los intereses de la industria armamentística y el miedo a la pérdida de empleo han cambiado una decisión que unas organizaciones habían arrancado al gobierno. Está claro, una cosa es predicar y otra dar trigo. Hay que buscar alternativas a la industria de armas, Navantia podía estar orientada a la renovación de la flota petrolera que está muy obsoleta. Hay que ser coherentes. Si apostamos por la cultura de la paz, por defender los derechos humanos a nivel internacional, hay que hacer algo en nuestro país para que sea posible. Pasa también con la energía. Se habla mucho de las renovables y seguimos cautivos del carbono y se tiene miedo a perder votos en las cuencas mineras.

¿Qué ha pasado con la cooperación al desarrollo en España y qué se puede esperar del Gobierno actual?

Es la política que más ha sufrido los recortes. Si se combinan los recortes estatales con el del resto de las administraciones públicas, se ha reducido la ayuda al desarrollo un 70% en diez años. Estamos hablando con el Gobierno para recuperar esa política en los próximos presupuestos. No parece que vaya a haber más que un maquillaje. Habrá un leve incremento, pero será mínimo. Estamos reclamando un 0,4% del PIB al final de la legislatura, cuando ahora estamos en un 0,2%. Hay que decirle a Pedro Sánchez que o pone dinero para el desarrollo o tendrá que cambiar de discurso. En julio, cuando explicó su programa, apostó por apoyar la política de desarrollo y la agenda 2030. Eso sin dinero no se logra.

¿Qué opina de la propuesta de elaborar un Plan África para ayudar a los países de origen de los migrantes que cruzan el Mediterráneo?

Responde a la voluntad de controlar las migraciones, pero sin plantearse las causas. Ya ha habido otros planes Áfricas y se está debatiendo otro ahora mismo. Nuestro análisis, compartido con las organizaciones europeas, es que Europa está utilizando el dinero de la cooperación para blindar y retrasar las fronteras para que no las veamos. Quieren que se queden más abajo del Sáhara, para que no haya imágenes incómodas, como las concertinas o el Tarajal.

¿Qué peso en la sociedad tienen hoy en día las ONG de desarrollo y que prioridades se han marcado?

La ‘coordi’, en el informe del sector que hace cada dos años, muestra que hemos pasado de tener un 60% de fondos de origen público y un 40% privado a tener un 60% de fondos privados y un 40% públicos. A pesar de que hemos tenido que despedir gente por causa de la crisis, se ha incrementado la base social y, sobre todo, el voluntariado. Hablamos del sector de la cooperación para el desarrollo, hay 20.000 personas aportando su tiempo y su trabajo de manera voluntaria. Nuestra valoración es que las administraciones públicas han suspendido, mientras que la ciudadanía ha sacado un sobresaliente alto. Hay muchos ejemplos, como cuando ante una emergencia humanitaria la gente dona dinero o como cuando se hablaba de la crisis de refugiados, la gente se mostraba dispuesta a abrir sus casas. La solidaridad está en el ADN de la ciudadanía.

Como coordinadora estamos en el proceso de definir el marco estratégico con el que orientarnos los próximos años. Unas 400 personas de distintas organizaciones vamos a Málaga este mes al encuentro «Islas encendidas: Quorum Global» para ir construyendo un relato compartido. Vemos importante armar un relato con otros sectores sociales sobre cuáles son las causas de la pobreza, la desigualdad, la insostenibilidad, pero también ser capaces, sobre todo, de identificar las semillas de esa otra sociedad, no solo posible, sino en construcción, gracias a la banca ética, el comercio justo, la cooperativas energéticas, la economía colaborativa… No lo queremos hacer solos, dentro de nuestro rol tradicional, sino conectados con los otros sectores sociales, con la certeza de que caminamos hacia el colapso y es algo urgente. Lo decía Ban Ki-moon, somos la primera generación que puede acabar con la pobreza y la última que puede acabar con las consecuencias del cambio climático.

¿Seguirá la política de cooperación pareciendo un lujo reservado a los tiempos de bonanza económica?

Queremos recuperar la cooperación para el desarrollo como una política pública previsible, con fondos adecuados, para poder reforzar la labor de las organizaciones españolas que ya estamos trabajando en 115 países del mundo con más de 35 millones de personas en contextos muy difíciles, incluida la pobreza extrema. Y hacerlo con unas políticas coherentes para que mientras aportamos dinero para solucionar los problemas no estemos por otro lado contribuyendo al cambio climático, alimentando el machismo, favoreciendo la evasión fiscal, degradando el estado del bienestar…

El apoyo mutuo no solo es posible, sino que es necesario, y debe estar en la base del desarrollo global y de una ciudadanía compartida. Hay que hacerlo desde la gratuidad. Fue muy desafortunado decir que no nos podíamos permitir la solidaridad porque costaba dinero. Eso no es solidaridad. No podemos cerrar los ojos a la situación de la gente, ni olvidar que nuestros estilos de consumo generan pobreza en otros lugares. La buena noticia es que, si nos movemos, cambiamos todo.

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