La empresa

En el ámbito del trabajo, no podemos ignorar ni dejar de hablar acerca de la empresa, que es una institución social fundamental para que el valor del trabajo humano se realice plenamente. La existencia de las empresas se debe fundamentar en tres pilares: el ejercicio de la libre iniciativa en el ámbito económico, el carácter social del trabajo humano y las necesidades de la sociedad. Apoyándose en tales fundamentos, las empresas deben ser comunidades solidarias abiertas al bien común que realicen su función económica con competencia y eficiencia, cuidando simultáneamente los valores humanos que permitan el desarrollo concreto de las personas que en ella trabajan y de la sociedad en general.
La DSI considera que una empresa necesita tener beneficios, pero indica que estos no deben conseguirse al margen de las necesidades reales de la sociedad y del respeto a la dignidad de las personas.
La finalidad de la empresa no es la producción de beneficios sino, más bien, la existencia misma de la empresa como comunidad de personas que buscan la satisfacción de sus necesidades y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad. Así, la empresa debe atender a ciertas responsabilidades económicas, ecológicas y sociales para ser realmente una institución al servicio del bien común. Estas responsabilidades lo son, en primer lugar, del empresariado y de la dirección de la empresa. Por su parte, los trabajadores tienen responsabilidades que los orientan hacia la buena marcha de la empresa. Por último, las responsabilidades del Estado le empujan a que procure que exista un marco legal adecuado, fomentando la capacidad de iniciativa, así como la efectiva protección de los derechos de los trabajadores y la orientación de la actividad de la empresa hacia las necesidades de la sociedad. Puesto que la economía debe estar al servicio de la persona y no la persona al servicio de la economía, la DSI subraya y da una importancia fundamental a la participación de los trabajadores en el funcionamiento de la empresa. La participación activa en la empresa de todos sus miembros es un índice básico del buen funcionamiento de la empresa, porque las personas necesitan sentir que trabajan en algo propio para realizar el sentido humano y humanizador del trabajo.
En este sentido, aunque existen múltiples formas de propiedad de la empresa, la DSI considera que son deseables y mejores aquellas formas de propiedad que posibiliten de alguna manera la participación de todos los miembros de la empresa en la propiedad de la misma.
Debemos tomar conciencia de que en nuestra sociedad se han dejado de considerar estos elementos en la creación y el funcionamiento de muchas empresas. Todo se orienta a una economía en la que casi se busca solo la mayor rentabilidad en el corto o brevísimo plazo, se viola la dignidad de las personas trabajadoras y no se organiza la producción de manera que los derechos de los trabajadores sean respetados y puedan desarrollarse las capacidades de las personas en el trabajo Esto impide consolidar un verdadero desarrollo. La actual situación de muchas empresas, que eluden sistemáticamente sus responsabilidades sociales y ecológicas, está demandando una profunda revisión de la manera de entender la empresa y su funcionamiento. Se debe seguir buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo digno por parte de todos y todas.

Frase DSI

La empresa debe ser una comunidad solidaria no encerrada en los intereses corporativos, tender a una “ecología social” del trabajo y contribuir al bien común, incluida la salvaguarda del ambiente natural.

Compendio de la DSI, n. 340

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