El sentido objetivo del trabajo se refiere a los instrumentos que el ser humano utiliza para trabajar y también a los frutos de ese trabajo.Desde ese punto de vista, el trabajo es muy valioso porque es el primer y mayor valor económico. Pero no podemos perder de vista que tanto los instrumentos y organización del trabajo, como los frutos del mismo, humanizarán en la medida en que se planteen desde su servicio a la vida y a la comunión social. Las consecuencias cuando alteramos el sentido original del trabajo son muy graves. Donde no hay trabajo, falta dignidad.
Mirado desde la dimensión objetiva, todo trabajo no tiene el mismo valor. Es más valioso el trabajo que responde más y mejor a las necesidades sociales básicas que el que no lo hace, así como también es más valioso un trabajo bien hecho que un trabajo mal hecho.Por otro lado, nos encontramos con la dimensión subjetiva del trabajo. El sentido subjetivo del trabajo lo constituye el hecho de que quien trabaja es una persona. El fundamento más importante del valor del trabajo es la dignidad de la persona, que es sujeto del trabajo. Así, para la DSI, la dimensión objetiva del trabajo hay que contemplarla desde esta dimensión subjetiva, y es que quien realiza el trabajo es una persona y todo lo demás son cosas. Por eso, lo que se hace con el trabajo se hace con la persona. El trabajo es mucho más que una necesidad de la economía, es una necesidad de la persona. Reconocer este valor ético del trabajo humano tiene consecuencias muy importantes:
- El trabajo debe estar en función de la persona y no la persona en función del trabajo.
- El trabajo es un bien de la persona porque mediante el trabajo la persona se realiza a sí misma.
- En el trabajo, la persona debe poder realizar su ser sujeto y protagonista, realizarse como persona.
- El trabajo no puede ser considerado y tratado como una mercancía, porque el trabajo no es un instrumento de la producción.
- El trabajo debe ser organizado siempre desde el respeto a la dignidad de la persona en el trabajo.
Frase DSI
La subjetividad confiere al trabajo su peculiar dignidad, que impide considerarlo como una simple mercancía o un elemento impersonal de la organización productiva. El trabajo, independientemente de su mayor o menor valor objetivo, es expresión esencial de la persona.
Compendio de la DSI, n. 271
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