
Con excesiva frecuencia se suele presentar el cristianismo como «una cosa» para morir bien y poder ir, de esta forma, al cielo. Como si su verdadero interés radicara en los moribundos y en los muertos. Pero lo cierto es que el mensaje de nuestro señor Jesucristo no es para muertos sino para vivos. El objetivo central de la Redención, desde la cruz del Viernes santo, primero, no es que los hombres puedan morir bien sino para el bien vivir suyo (Rovirosa OC, T.II. 195).
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