
Seguimos celebrando la Pascua. Un tiempo para descubrir que no nos anunciamos a nosotros, ni a nuestros propios proyectos, ni a la Iglesia; anunciamos el amor de Dios capaz de construir amistad social, capaz de rescatarnos de la muerte cotidiana y sin sentido, y de la muerte definitiva. Anunciamos ese amor inacabable de Dios que nos permite reconocer a Cristo en el otro, acoger su dolor, compartir su lucha por recuperar la dignidad herida, y restaurar su humanidad, la de hijos e hijas amados de Dios.
6º Domingo de Pascua