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Alejandra de la Fuente, periodista: «Hay más desesperación que enfado por la situación laboral»

21 febrero 2020 | Por

Alejandra de la Fuente, periodista: «Hay más desesperación que enfado por la situación laboral»

A través de la cuenta de Twitter Mierdajobs, Alejandra de la Fuente, periodista de 25 años de edad, da a conocer ofertas de empleo que se caracterizan por plantear penosas condiciones de trabajo. Es un revelador termómetro de la precariedad laboral reinante y de la falta de escrúpulos de algunos empleadores.

¿Cómo se le ocurrió lanzar Mierdajobs?

Hablando con amigas nos pusimos a comentar nuestros sueldos miserables y las dificultades para independizarse. Pensé que todo eso había que soltarlo por algún lado. Siempre se cuenta la versión sobre las relaciones laborales desde el punto de vista empresarial, cuando realmente los cimientos de la actividad económica están en los trabajadores y las trabajadoras.
Llegó un momento en que no creía en mí como periodista. Había pasado por muchos medios, en la mayoría, trabajaba como becaria, veía que se aprovechaban de que este es un trabajo vocacional para no tener que ofrecerte condiciones dignas de trabajo. Estaba muy quemada, buscando, una vez más, un empleo. Hice varios cursos y empecé con el blog.

El periodismo no es ajeno a esa precariedad, ¿cuál ha sido su experiencia?

El periodismo tiene unas pésimas condiciones de trabajo, hay mucho intrusismo, es una profesión muy esclava que, a veces, no te permite llevar una vida social y personal normal. A cierta edad, cuando eres joven, todo lo que te ofrecen son prácticas, como mucho cobrando unos 590 euros al mes. Es una profesión muy precaria, en la facultad ya te avisan los profesores, hay paro, malas condiciones… Llega un momento en que no valen los sueños ni la vocación.

A la luz de su experiencia, parecería que las nuevas tecnologías, las redes sociales, pueden ser utilizadas también para la denuncia social y para la presión a las empresas… ¿Hay posibilidades de informar de los problemas de los trabajadores fuera de los grandes medios de comunicación?

Soy una trabajadora precaria más que, como periodista, lanza un proyecto de denuncia social. Eso es Mierdajobs. No he sido sindicalista nunca, lo más cerca que he estado ha sido en la banda de música de CCOO. Respeto mucho el sindicalismo, por supuesto. Ahora Mierdajobs forma parte de mi vida. Por una parte, trabajo en Público, escribiendo un blog sobre la precariedad y por otro lado recojo en Twitter esas ofertas alucinantes de trabajo e intento asesorar, ayudar, animar a trabajadores y trabajadoras salir de la situación en la que se encuentran y romper con las dinámicas en las que se encuentran. Esta es una parte altruista que sale porque a final te implicas, se te meten las historias dentro.

¿Qué historias, qué casos le llegan a través de las redes sociales? ¿Nota rabia, indignación, impotencia?

A través de Twitter, ahora llega gente que dice que como no tiene dinero para ir al psicólogo, necesita sacar lo que lleva dentro, vomitar lo que le está pasando, porque si no, revienta. ¿Qué vida es esa en la que trabajas de 9 de la mañana a 10 de la noche? Se dan sentimientos encontrados, porque los que tienen trabajo sienten que, a pesar de todo, tienen que estar agradecidos, pero se dan cuenta de que no tienen vida y, además, siguen siendo pobres. Algunas personas se sienten culpables por tener un trabajo. Han interiorizado que no pueden quejarse, ni aspirar a nada mejor, a pesar de que sufren. Esa dinámica cada vez es más común. Mas que enfado por la situación del empleo, lo que noto es desesperación absoluta. Parece que hay que asumir lo que toca y no se puede hacer otra cosa. Hay más tristeza, depresión, que otra cosa…

¿Ha recibido amenazas, ha habido intentos de acabar con su proyecto de denuncia social?

Al principio, me daba miedo decir que era yo quien estaba detrás de Mierdajobs. En las redes sociales se mete gente con mucho dinero y mucho poder. Claro que he recibido amenazas, que me han dicho que me iban a denunciar, que me iban a sacar todos los ahorros, he recibido insultos. La primera vez me asusté mucho, como es lógico. Pero si lo asumes y te das cuenta de que hay gente que te asesora, que te acompaña, lo tomas como parte del trabajo. Conozco abogados y expertos laborales con los que me llevo bien, son mis fuentes, y me cubren judicialmente…

¿Ha percibido miedo en los trabajadores y trabajadoras a la hora de hablar mal de su empresa, de denunciarla públicamente?

Las empresas son conscientes de que no pueden impedir que sus trabajadores se quejen. Pero también saben que cuesta mucho encontrar un trabajo decente, donde te pagan más que el Salario Mínimo Interprofesional, con unos horarios racionales… No todos los empresarios son iguales, desde luego, pero siempre pueden recurrir al hecho de que por cada empleo hay 250 jóvenes más preparados y motivados. Eso coarta a la gente a la hora de exigir, de moverse.

Supongo que, alguna vez, le habrán dicho que los asuntos laborales no venden, no interesan mucho. ¿Cuál es su valoración? ¿Le importa a la audiencia, al público en general, el trabajo como materia informativa?

Al menos para el medio en el que estoy ahora es interesante. De hecho, se lee mucho el blog. Hay verdadero interés por conocer la situación de otras personas. La gente se compara, se indigna y entiende que inevitablemente es necesario seguir denunciando públicamente los casos de explotación e injusticia en el trabajo. Desde luego, depende mucho del tema que trates y cómo lo abordes. Informativamente, las historias que se cuentan en primera persona, donde aparecen los sentimientos e invitan a reflexionar llegan a mucha gente. Interesa aquello que no sea tostón, que no sea muy denso y que ayude a descubrir que uno o una no es algo único.

¿Cree que sigue siendo necesaria la labor de los sindicatos, cuando por ejemplo pueden recurrir a ciertos medios o ciertas personas para denunciar lo que les pasa?

Estoy convencida de que los sindicatos son absolutamente necesarios, pero no se dan cuenta de que la gente está cansada de no encontrar cómo responder o solucionar su situación. Me preguntan muy a menudo si hay que recurrir o no al sindicato. Las empresas no son tontas, vivimos en un sistema liberal, el individualismo en estado puro, y se aprovechan de ese clima. La persona trabajadora, tal vez, se plantea la lucha individual pero no tanto la lucha colectiva. Se pelea más por obtener algún favor personal, mejorar el horario, evitar ser desbancado por otro compañero u otra compañera. Desde luego que es mejor la lucha en conjunto, que unidos se tiene más fuerza. Pero cuesta hacer ese descubrimiento. Hace falta un proceso para entender que no estamos ante problemas personales, sino que es sistémico.

¿Qué más podrían hacer los sindicatos, teniendo en cuenta que a través de tu cuenta de Twitter acabas orientado a trabajadores y trabajadoras con problemas?

Tengo mucho trato con sindicalistas y se lo digo cuando me preguntan: tienen un grave problema de comunicación. No saben comunicarse, ni comunicar, ni establecer cauces concretos con los trabajadores y las trabajadoras. No creo que sea muy útil difundir en redes sociales lo que los medios recogen de ellos, hacer un resumen de noticias, relacionarse a golpe de noticias y volcarse en que los medios les hagan caso, porque al final acuden a unos escaparates que son negativos para ellos. Creo que deberían ir a lo que le importa a la gente, establecer canales más cercanos, empatizar con las personas. Sus redes sociales deberían estar preparadas y servir para atender rápidamente a la gente. La gente necesita que atiendan su problema, cuando lo tienen y lo sacan afuera, eso es mucho más que recibir un correo. Tienen más recursos de los que tengo yo y si yo puedo escucharlos, informarlos, guiarles mínimamente, imagino que los sindicatos lo podrían hacer todavía mejor.

¿Confías en que a través de iniciativas como la tuya se pueda ir reduciendo la precariedad?

Hay que dejar de normalizar la precariedad. Hay dos colectivos, en especial, que están francamente mal. Los jóvenes, cuyo primer, segundo y tercer empleo es un contrato en prácticas por 300 o 400 euros a jornada completa y todo el trabajo del mundo. Y las mujeres, que tienen que aguantar mucho más que los hombres. Es muy común en las ofertas, poner como requisitos a la hora de contratar a mujeres que sean simpáticas, cariñosas, guapas… Luego están los casos de particulares, un matrimonio que son precarios y que necesitan algún tipo de servicio personal, sea cuidar de niños, de ancianos, el servicio doméstico. Tienen sueldos precarios y lo que ofrecen son sueldos ínfimos. Animo a denunciar, sin miedo, porque siempre habrá otras personas que quieran ayudar.

 

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