El sindicalismo internacional califica como «un descarado acto de represión» la actuación del gobierno turco que ha prohibido por decreto la huelga que estaban llevando a cabo trabajadores del vidrio. El pretexto utilizado por el gobierno turco ha sido una utilización completamente arbitraria de una ya de por sí arbitraria facultad que la legislación de Turquía atribuye al gobierno de poder prohibir las huelgas cuando sean un peligro para la salud general o la seguridad nacional.

La huelga la estaban protagonizando 6.000 trabajadores de 10 fábricas de vidrio de la multinacional Sisecam, el mayor productor de vidrio de Turquía, que tiene 18.000 empleados en ocho países. Los trabajadores reclaman mejoras salariales y en las condiciones de trabajo.

El Gobierno turco se ha posicionado descaradamente a favor de la empresa y contra los trabajadores y sus derechos fundamentales, pues este decreto está en contradicción incluso con anteriores dictámenes del Consejo de Estado de Turquía que consideran que huelgas en el sector del vidrio o del caucho no se ve cómo pueden poner en peligro la salud o la seguridad nacional.