Con Jesús el final llega a su plenitud. Por eso Juan es “más que un profeta”, pues ha inaugurado la última etapa, la definitiva, la mesiánica. Pero su mensaje no es aún el mensaje radical del Reino. El mensaje propio de Jesús, el radical, el del Reino de Dios, es el que hemos de “practicar” los cristianos, más allá de una ética común y ajustada o, mejor, rebajada, al mínimo esfuerzo.