Bautismo del Señor • 12 enero 2025
Comenzamos, el lunes 13 enero, con la primera semana del Tiempo Ordinario. Y damos un salto a la vida pública de Jesús, su bautismo es la puerta llena de significado donde el Espíritu enviado por el Padre empuja a Jesús a la misión y le llena de autoridad, y es el bautismo el que nos coloca a cada uno de nosotros y nosotras en la misión y nos vincula a esa danza trinitaria donde Jesús nos ha querido colocar y es el que tiene que romper las desigualdades en la Iglesia tejiendo la fraternidad real.
2º Domingo del tiempo ordinario
“La pluralidad de religiones y culturas, la variedad de tradiciones espirituales y teológicas, la variedad de los dones del Espíritu y de las tareas de la comunidad, así como la diversidad de edad, sexo y pertenencia social dentro de la Iglesia, son una invitación a que cada uno reconozca y asuma su propia parcialidad, renunciando a la pretensión de ser el centro y abriéndose a acoger otras perspectivas.
3er Domingo del tiempo ordinario
El Espíritu de Cristo es un espíritu de verdad; el único que puede hacernos libres; la mentira conduce a la esclavitud… El espíritu de Cristo es un espíritu de verdad, y el cristianismo no puede construirse más que sobre esta base … Jesucristo, Suma-Verdad, no se entretuvo en revelarnos verdades científicas o filosóficas, artísticas o literarias, sino aquellas verdades que se refieren a la intimidad de Dios (Rovirosa, O.C. T.V, 553.554).
4º Domingo del tiempo ordinario
Celebramos este fin de semana la fiesta de la presentación de Jesús en el Templo, llamada Hypapante (encuentro) por los griegos: cuarenta días después de Navidad. Se celebra el 2 de febrero y este año coincide con el domingo, con este 4º domingo del tiempo ordinario.
5º Domingo del tiempo ordinario
Por eso quiero recordar cuál es la gran pregunta: «Muchas veces, en la vida, perdemos tiempo preguntándonos: “Pero, ¿quién soy yo?”. Y tú puedes preguntarte quién eres y pasar toda una vida buscando quién eres. Pero pregúntate: “¿Para quién soy yo?”». Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros (Papa Francisco. Christus vivit, 286).
6º Domingo del tiempo ordinario
«Permítame que en esto disienta y le diga que cada vez que creo que actúo en cristiano y en “aquello” no meto algo de las bienaventuranzas, me he engañado a mí mismo. Y luego me extraño de que mi “apostolado” no rebose de los frutos del Espíritu Santo… ¿Soy o no soy un majadero?» (Rovirosa OC TII, pág. 155).
7º Domingo del tiempo ordinario
Que mi cólera sea también amor al enemigo; al pobre, al desgraciado sembrador de injusticias, al que ha derribado Tu altar y en su lugar ha fundido un ídolo de oro. ¡Dios! ¡Apiádate de él y, por su bien, ilumínale! ¡Qué te conozca! Que mi cólera no sea contra los hombres, sino contra su mal. Que no sea odio (Rovirosa, OC. TV, pág. 480).
8º Domingo del tiempo ordinario
Por los frutos se conoce el árbol. Y los frutos del hombre son siempre las obras de sus manos. El prototipo en esto –como en todo– hay que buscarlo en el taller de Nazaret. Allí está el Verbo –Entendimiento– de Dios labrando la madera (Rovirosa, O.C. T.V 242).
La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana” (Papa Francisco 22/03/2023, Miércoles de Ceniza).
“La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza” (Papa Francisco, Fratelli tutti, 55).
El ser cristiano «de verdad» exige siempre una conversión, que tiene que hacer individualmente cada hombre que viene a este mundo. ¡Este sí que es un acto puramente personal e intransferible! ¡Como que es el acto supremo de la libertad! (Rovirosa, OC, T.I, 168)
Todos los desórdenes y calamidades de que somos testigos no hacen más que ir confirmando que fuera de Él ni hay paz, ni justicia, ni nada bueno, ni nada bello. Lo que Él busca, tanto en su mensaje como en su providencia amorosa y paciente, es al hombre. A cada hombre en particular, sea lo que sea en categoría: todos somos hijos pródigos suyos (Rovirosa OC TII, pág. 209).
…Y «así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura». Porque «Dios perdona no con un decreto, sino con una caricia». Lo hace «acariciando nuestras heridas de pecado porque Él está implicado en el perdón, está involucrado en nuestra salvación». Con este estilo, concluyó el Papa, «Jesús es confesor». No humilla a la mujer adúltera, «no le dice: qué has hecho, cuándo lo has hecho, cómo lo has hecho y con quién lo has hecho». Le dice en cambio «que se marche y que no peque más: es grande la misericordia de Dios, es grande la misericordia de Jesús: nos perdona acariciándonos» (Papa Francisco en Santa Marta. 7/04/2014)
La celebración de hoy tiene dos partes la bendición y procesión de los ramos y la eucaristía. Para la primera parte tenemos el relato de Lucas de la entrada «triunfal» de Jesús en Jerusalén sobre un borrico y el júbilo de un pueblo que esperaba, soñaba y confiaba en un cambio que les diera la libertad. La segunda parte está centrada en la pasión según san Lucas.
2º Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
Desde el sepulcro vacío de Jerusalén llega hasta nosotros el sorprendente anuncio: Jesús, el Crucificado, «no está aquí, ha resucitado» (Lc 24, 6). No está en la tumba, ¡es el viviente!». «El amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza. El mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá hasta el final, pero ya no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día» (Papa Francisco en el Urbi et Orbi 2025).
«Porque solo lo que se ama puede ser salvado. Solamente lo que se abraza puede ser transformado. El amor del Señor es más grande que todas nuestras contradicciones, que todas nuestras fragilidades y que todas nuestras pequeñeces. Pero es precisamente a través de nuestras contradicciones, fragilidades y pequeñeces como Él quiere escribir esta historia de amor (Papa Francisco, Chritus vivit, 120).
No se puede pensar que la manera de seguir a Jesús propia de los bautizados conscientes se parezca en nada a la manera gregaria y estúpida con que el rebaño de reses sigue a su pastor. Sí, ya sé que Él utilizó esta parábola, pero se refería a otros aspectos. Jesús no quiere que le sigan bestias, sino personas conscientes y libres. Estas dos palabras, conscientes y libres, me parece que marcan el sentido de «seguirle» que Jesús me pide (G. Rovirosa, OC, TI. 532).
El cristianismo se ha extendido donde los cristianos han amado a los hombres como Cristo. El cristianismo se encoge cuando los cristianos (o así) nos limitamos a mandar a los otros que amen al prójimo como a sí mismos (G. Rovirosa O.C. TV 463).
El cristiano, de ese modo, nace a una «nueva vida», la vida perdurable, la más auténtica, en relación a la cual la anterior es pura sombra. Vida nueva que implica un nuevo modo de sentir, de pensar y de actuar consecuente a su renovada asimilación a Jesucristo por la gracia, a la experiencia de ser hijo de dios y de dejarse guiar por el Espíritu. una vida de comunión, reflejo del mismo dios que es comunión y solidaridad (Rovirosa OC T1 pág. 404).
Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, es el Señor del siempre «más allá». Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia (Papa Francisco).
Hemos invocado el don pascual del Espíritu Santo, pidiéndole que nos enseñe lo que debemos hacer y nos muestre juntos el camino a seguir. Con este documento, la Asamblea reconoce y testimonia que la sinodalidad, dimensión constitutiva de la Iglesia, ya forma parte de la experiencia de muchas de nuestras comunidades. Al mismo tiempo, sugiere caminos a seguir, prácticas a implementar, horizontes a explorar (Documento Final del Sínodo, 12).
11º Domingo del tiempo ordinario
“Donde dos o más bautizados están reunidos en nombre de cristo, allí está Cristo en medio de ellos, constituyendo una célula «plena» del reino de dios, pues en cristo no hay grados; si está Él, está la plenitud de la Trinidad. Análogamente o como en cada grano de levadura está la plenitud de la levadura” (G. Rovirosa OC TII pág. 218).
12º Domingo del TO. Corpus Christi
Mientras –la Iglesia– se alimenta en la Eucaristía del Cuerpo y de la Sangre del Señor, sabe que no puede olvidar a los pobres, a los últimos, a los excluidos, a los que no conocen el amor y están sin esperanza, ni a los que no creen en Dios o no se reconocen en ninguna religión instituida. (Documento final del Sínodo, 153).
13º Domingo del TO (san Pedro y san Pablo)
Desde los primeros siglos de la Iglesia se celebra el 29 de Junio esta fiesta de Pedro y Pablo. Este fin de semana coincide con el domingo por esa razón esta solemnidad tiene preferencia sobre el domingo ordinario que tocaría el XIII. Esto nos permite resaltar más la figura de estos dos grandes hombres de la Iglesia: «fueron el fundamento de nuestra fe cristiana» y, hoy, un ejemplo, sus vidas también nos hablan del Jesús a quien seguimos y el Cristo en quién creemos.
“A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno” (Papa Francisco, EG 265).
Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: «Solo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro».
No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión (Papa Francisco. GE 26).
La oración, por tanto, no es una martingala para convencer a Dios y hacerle ver que le conviene favorecernos, sino una técnica maravillosa para ponernos en estado de recepción. La oración no tiene como resultado el cambiar la mente de Dios, que es invariable, sino el disponer nuestra mente para que tienda a estar acorde con la mente de Dios. El ejercicio de la oración no tiene ninguna eficacia para convencer a Dios, pero es eficacísimo para convencernos a nosotros mismos (Rovirosa OC TV pág. 423).
La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen solo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral (Papa Francisco EG 203)
Como el viajero ocasional de nuestra historia (el samaritano), solo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído; aunque muchas veces nos veamos inmersos y condenados a repetir la lógica de los violentos, de los que sólo se ambicionan a sí mismos, difusores de la confusión y la mentira. Que otros sigan pensando en la política o en la economía para sus juegos de poder.
El Evangelio no deja las cosas como están: cuando pasa el Evangelio, y es escuchado y recibido, las cosas no se quedan como están. El Evangelio incita al cambio e invita a la conversión. No concede una falsa paz intimista, sino que enciende una inquietud que nos pone en camino, nos impulsa a abrirnos a Dios y a los hermanos. Es exactamente como el fuego: mientras nos calienta con el amor de Dios, quiere quemar nuestros egoísmos, iluminar los lados oscuros de la vida que todos tenemos, consumir los falsos ídolos que nos hacen esclavos.
El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo (Papa Francisco, GE 6).
«Una espiritualidad sinodal exige también ascesis, humildad, paciencia y disponibilidad para perdonar y ser perdonado. Acoge con gratitud y humildad la variedad de dones y tareas distribuidos por el Espíritu Santo para el servicio del único Señor (cf. 1 Cor 12, 4-5). Lo hace sin ambiciones ni envidias, ni deseos de dominio o control, cultivando los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que “se despojó de sí mismo asumiendo la condición de siervo” (Flp 2, 7)» (Documento final del Sínodo, 43).
“Sin embargo, podría ocurrir que en la misma oración evitemos dejarnos confrontar por la libertad del Espíritu, que actúa como quiere. Hay que recordar que el discernimiento orante requiere partir de una disposición a escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas. ” (Papa Francisco, GE 172).
Este domingo XXIV celebramos una fiesta muy antigua: la exaltación de la Santa Cruz, tiene que ver, en un principio, con los Santos Lugares y la solemne dedicación, que tuvo lugar el año 335, de las iglesias que santa Elena indujo a Constantino a construir en el sitio del Santo Sepulcro y con el supuesto descubrimiento de los verdaderos restos de la cruz de Jesús: “La Vera Cruz”. ¿Pero qué significa hoy celebrar la exaltación de la cruz?
Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados (…). Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas (…).
Cuando hablo de cambio, no me refiero solo a que tengamos que atender mejor a tal o cual grupo de personas. Me refiero a que esas personas que ahora están en los márgenes se conviertan en protagonistas del cambio social. Esto es lo que hay en mi corazón (Papa Francisco).
“No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Papa Francisco EG 7).