
Protégeme, Dios mío, me refugio en ti
Señor, tú eres mi alegría y mi herencia,
mi destino está en tus manos.
Por eso se me alegra el corazón,
hacen fiesta mis entrañas,
y todo mi ser descansa tranquilo;
porque no me abandonarás en el abismo,
ni dejarás a tu fiel experimentar la corrupción.
Me enseñarás la senda de la vida,
me llenarás de alegría en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha.
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