Este tiempo de confinamiento trae muchas expectativas consigo para el momento posterior. También trae esperanzas. Es importante no confundirlas. Las expectativas tienen más que ver con la mejora de la situación, con lo que deseamos, con los que nos gustaría que sucediera. Nuestra esperanza tiene más que ver con el sentido que somos capaces de encontrar a lo que vivimos, con lo que del Reino de Dios germina en medio de estos acontecimientos. Mucha necesidad de esperanza nos llega en los gritos de los pobres. Quizá hemos de gritar nuestra necesidad de esperanza, y poner oído a otros gritos.