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¿Dónde están los límites reales del problema?

26 abril 2019 | Por

¿Dónde están los límites reales del problema?

Miguel Cruz |

El dato

Le llamaremos Fernando, aunque no sea su verdadero nombre. Hace unos meses, en la campaña de la aceituna, entró a trabajar en una finca, formando parte de una cuadrilla. Empezó, aunque aún no estaban «los papeles» en regla… Venían de camino, era cuestión de días que estuviera el contrato en regla.

Sin embargo, solo hizo falta esa primera jornada para que ocurriera un accidente. Resultado: fractura de tibia y peroné. Con todo, quizá lo peor fue cuando el patrón no reconoció que estaba trabajando para él. Irresponsablemente, no se hizo cargo de su propia obligación: garantizar la seguridad del personal a su cargo, negando además una relación laboral evidente. Fernando se vio de pronto en un hospital, sin poderse valer, y con sus derechos conculcados.

El hecho

Hace pocos meses, el Ministerio de Trabajo publicó las estadísticas de siniestralidad y enfermedades laborales de 2018. Lo más llamativo es que prácticamente todos los indicadores subieron respecto al año anterior:

• Superamos los 602.000 accidentes con baja laboral; 3,2% más que en 2017.
• Murieron 652 personas en el tajo; 6% más que en 2017.
• Los accidentes graves subieron un 2,1%. Se contabilizaron casi 5.000.

Es preocupante. En 2018, sufrieron un accidente grave más de 13.500 trabajadores cada día. Tuvimos que llorar prácticamente 12 muertes laborales a la semana… Sí, doce entierros cada 7 días.

Es durísimo pensar que cada una de estas cifras es una historia personal y familiar truncada en mayor o menor medida.

Sin embargo, cuando caemos en la cuenta de que estos números solo muestran la realidad «legal», la sensación es de espanto…, y este dura ya demasiados años.

Porque, ¿dónde quedan los accidentes de trabajadores en la economía sumergida y otros colectivos ignorados por la estadística por uno u otro motivo? ¿En qué hoja de cálculo figurará el accidente de Fernando? En definitiva, ¿cómo luchar contra la siniestralidad laboral cuando ni siquiera sabemos dónde están los límites reales del problema?

La Reflexión

Ojos que no ven, corazón que no siente. El primer paso para que la lacra de la falta de salud laboral empiece a desaparecer es, entre otras cosas, conocer la dimensión del problema. Si nos conformamos con los datos del ministerio no sabremos nunca qué tamaño tiene el monstruo. Por tanto, hasta que no seamos capaces de alumbrar esas márgenes oscuras de nuestro mercado laboral, no seremos eficaces, como sociedad, en favor de la salud de quienes trabajan. Y esto que estamos hablando…, ¿no es pelear por un trabajo digno?, ¿no suena a alumbrar una sociedad decente?

Ya lo dijo Francisco: «Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: ¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, (…) aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! Y en nuestras ciudades muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda».

¿Seguimos trabajando por abrir los ojos de nuestra sociedad?

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