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Semana Santa: «enraizados en el amor»

22 marzo 2016 | Por

Semana Santa: «enraizados en el amor»

Jesús Espeja • Hace años cuando había una oficialidad católica, la celebración de la Semana Santa traía un aire sombrío y hasta las actividades sociales tenían cara de viernes santo. Después Semana Santa se ha convertido para muchos en tiempo de vacaciones, pero siguen las manifestaciones religiosas, sobre todo, en procesiones masivas que mantienen las cofradías de muchos fervientes, incluidos no pocos del mundo obrero. En ese contexto, caben algunas breves sugerencias.

1. En Semana Santa celebramos la epifanía o plena manifestación del amor. El Dios revelado en la conducta histórica de Jesús es amor y no sabe más que amar; continuamente nos crea desde el amor. Al mismo tiempo en esa conducta se reveló también la verdadera humanidad que se abre a ese amor incondicionalmente hasta entregar la propia vida pensando en la liberación de todos. Jesucristo nos abre camino de plena realización humana no porque murió en la cruz, sino porque murió con amor, abriéndose a la presencia del Abba, ternura infinita en la que todos existimos y actuamos. En la Semana Santa celebramos ese amor de Dios encarnado en la humanidad que por fin vence a la muerte. Una celebración de gratitud y de profundo gozo, al ver que la historia humana y nuestra propia historia están enraizadas en la ternura de Dios que nunca nos abandona.

2. En este clima pueden proceder y ser interpretadas las manifestaciones populares en cofradías y procesiones. Es verdad que, por intereses bastardos, esa religiosidad popular, como todo en el sistema vigente, puede ser objeto de comercialización. Pero cuando hombres y mujeres, portando una carroza con su imagen, caminan en silencio, a veces descalzos y con vestidos de penitencia, lanzando saetas o escuchando música en sintonía con el ronco runrún de los tambores, ¿no evocan de algún modo esa trascendencia o misterio que nos envuelve?

3. Para los cristianos nada humano es ajeno. Tampoco esas manifestaciones religiosas. Pero, ¿qué podemos y debemos hacer cuando participamos en esas cofradías o procesiones de Semana Santa? En Aparecida (2007) los obispos de América Latina valoraron «el tesoro de la religiosidad popular». Y añadieron un comentario bien sugerente: que en esa religiosidad descubramos «la perla preciosa que es Jesucristo y sea nuevamente evangelizada en la fe de la Iglesia».

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