El verbo “seguir” define por sí solo la identidad cristiana reduciéndola a lo esencial. Ahora bien, hay “seguires y seguires”: alguien puede seguir según una actitud servil, una vinculación ciega, una dependencia infantil o un mimetismo alienante. ¡Dios nos libre de este pueril seguimiento! Pero seguir evoca también el deseo de acompañar, de formarse y de colaborar. ¿Cómo es nuestro seguir a Jesús? ¿Está siendo la HOAC una escuela de seguimiento verdadero?
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