Con esa fe caminamos. Nos hemos puesto las sandalias y hemos cogido el bastón del caminante. No somos criados al servicio de una institución que paga, ni jornaleros de ningún tipo de empresa, sino voluntarios mesiánicos, y así vamos, ligeros de equipaje, simplemente con lo puesto, porque sabemos que todo es de todos. La misma pobreza nos hace solidarios. ¿Verdad?