Los dirigentes religiosos pueden manipular las fiestas religiosas, que comenzaron siendo liberadoras, hasta convertirlas en lo contrario de su significación original. Las antiguas fiestas israelitas, celebradas en honor de Dios, en las que el pueblo era protagonista, han pasado a ser fiestas oficiales, impuestas, donde el pueblo no tiene nada que celebrar, dada la opresión en que se encuentra.