La Alianza Europea del Domingo, que reúne a 65 organizaciones de la sociedad civil, sindicatos e Iglesias (incluida la Comisión de Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea –COMECE– y la Conferencia de Iglesias Europeas –KEK–), está luchando para que las normas comunitarias permitan a los Estados declarar el domingo como el día preferencial de descanso.
El pasado 20 de junio, en el Comité Económico y Social Europeo, la Alianza en Bruselas organizó una jornada bajo el lema «Juntos por las horas de trabajo decente», en la que diversos expertos disertaron sobre el impacto que tiene trabajar en domingo en la salud, la seguridad y la integración social de los trabajadores.
La conferencia fue inaugurada por Luca Jahier, presidente del Grupo III (Sociedad Civil) del CESE quien insistió en que Europa necesita un modelo social basado no sólo en la producción y el consumo, sino también en el tiempo libre compartido para la interacción y el compromiso social: «Necesitamos tiempo para que los rituales colectivos de la sociedad, no sólo las ocupaciones de masas como ir de compras».
El psicólogo Friedhelm Nachreiner, que participó en el proceso del Tribunal Constitucional Alemán que prohibió la apertura de tiendas en domingo, afirmó que según todos los datos y estudios, «toda persona que trabaje los domingos se ve afectada negativamente tanto en términos de salud como de seguridad». El sociólogo Jill Ebrey, que investiga el valor social que tiene la sincronización del tiempo libre de los trabajadores durante los fines de semana, explica la razón: «los sábados y domingos no son simplemente el final de la semana, sino que constituyen el fin de semana, un tiempo especial para casi todo el mundo. Su desaparición causa gran angustia».
Los miembros de la Alianza demandan que tanto la legislación europea como la nacional proteja la vida de los trabajadores, incluido el derecho a tener tiempo libre para la familia, las actividades sociales y culturales, así como para la participación cívica. Defienden que las sociedades necesitan un ritmo colectivo, porque la gente participa en redes sociales necesarias para su bienestar y la cohesión social. «Además de tener en cuenta los conocimientos científicos, las decisiones políticas deben responder al tipo de sociedad en la que queremos vivir: en una sociedad participativa o en una sociedad donde cada vez más personas quedan excluidas de la interacción social, con los impactos negativos para la democracia que esto supone», declaró el profesor Nachreiner.
La Alianza rechaza el estilo de vida economicista impuesto y aboga por una mejor conciliación de la vida privada y profesional, por lo que pide a la UE y los Estados miembros que adopten todas las medidas legislativas y políticas para promover dichos objetivos, incluyendo la regulación del tiempo de trabajo, respetando el límite de horas, los fines de semana, los festivos y los convenios colectivos e invita a otros agentes sociales a unirse a la Alianza.