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Jornada «Fe y trabajo en los jóvenes»

24 enero 2011 | Por

Jornada «Fe y trabajo en los jóvenes»

Con el lema «Fe y trabajo en los jóvenes» y convocada por la Delegación Pastoral del Trabajo en Madrid se celebró una jornada el pasado 16 de enero en la parroquia de San Pablo (Puente de Vallecas), Madrid.

1.- LA MESA DE TESTIMONIOS

La levadura hace el pan más blandito y apetecible. Ese efecto quisimos conseguir desde la Delegación de Pastoral del Trabajo en la Jornada del 16 de enero: buscamos cinco testimonios de jóvenes sobre su fe y el trabajo, unos gramos de levadura transformadora en la masa de jóvenes que están siendo convocados a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Incluso, como era el Día Mundial de las Migraciones, invitamos a tres inmigrantes junto a dos españoles.

Accedieron a dar su testimonio:

Javier, de 29 años soltero, emancipado de sus padres, licenciado en derecho y trabajando en la ONG Intermon-Oxfam. Su contrato debe ser renovado o no cada año.

David y Cristina (matrimonio), los dos de 27 años, él de Perú y ella de Colombia, con dos hijos de 6 y 2 años. Hace 19 y 17 años que vinieron a España. Él trabajó de carpintero y ahora hace de «amo de casa» por estar en paro, cuidando a su hijos porque ella trabaja fuera.

Alberto, de 30 años, militante de la JOC, soltero que le cogió la crisis del 2008 haciendo planes de futuro hogar con su novia pero los dejaron en el limbo de los justos. Ejerció su trabajo de delineante como autónomo muchos años, y consiguió contrato en el 2008, pero su jefe despidió a las otras dos personas del estudio y le redujo la jornada laboral de 40 a 16 h. semanales, con un sueldo de 500 €. Después de vivir 18 meses repartiendo esta mensualidad entre 300 para alquiler de piso y 200 para el resto de la vida, ha vuelto a casa por Navidad.

Yésica Paola, de 26 años, ecuatoriana en España desde 7 años, emancipada del hogar familiar, con contrato indefinido. Junto a ella iba a hablar Valeria. Pero no pudo dar su testimonio porque están a punto de despedirla. Valeria es inmigrante de 26 años con 3 niños chicos y 400 € mensuales. Su puesto de trabajo está en vilo y por eso no pudo venir.

2.- VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS (Mc 2,18)

Los jóvenes le dieron un sabor a la crisis en las que las quejas tradicionales de «lo mal que estamos» quedaron rancias. La fe en el Dios Padre de Jesús disipó el mal sabor de «esto es lo que hay» y punto. Los testimonios de los jóvenes sabían a vino nuevo.

Uno de los testimonios aseguraba que la fe en Dios le enriqueció con una perspectiva que no depende de la crisis o de cualquier situación externa. «Si me despiden (que es probable), me siento privilegiado por haber trabajado en una ONG que me ha permitido luchar contra la pobreza a la vez que ganarme la vida. Es una ventaja de la que dar gracias a Dios. Con la fe recibida de mi familia y de los grupos cristianos, me siento con fuerza para encajar el paro».

Para el militante de la JOC, este movimiento apostólico le dio la convicción de que «un trabajador vale más que todo el oro del mundo». «Yo no soy una persona menos digna por ser trabajador; al contrario, ésta es mi dignidad. Dios me hizo creativo y colaborador suyo. Dios no ve la explotación como si fuese algo natural. Él no quiere la injusticia de la precariedad. La fe me hace levantar cada mañana diciendo: “si a ti no te gusta vernos sin dignidad, Señor, voy a luchar ya que a otros trabajadores les han quitado su dignidad”».

Los otros testimonios afirmaban: «la fe en Dios me ha ayudado a vivir la experiencia precaria de trabajo, incluso el paro, con la sensación de que Él ha estado siempre presente conmigo. Él nos ha ayudado a seguir y dar a mis hijos la fe que he recibido». Uno confesaba: «aunque no soy muy practicante religiosamente, siempre he experimentado una ilusión a seguir, no abandonar. Llevo a Dios en mi corazón. Le pido a Él la fuerza que necesitan las personas que están en el paro».

3.- QUÉ NOS PIDE DIOS A LOS CREYENTES

Los mismos jóvenes nos señalaron algunas sugerencias y las ciento veinte personas reunidas completamos:

  • Pronunciarnos más explícitamente del lado de los jóvenes que sufren cualquier injusticia en el trabajo.
  • Asumir la Iglesia más liderazgo para que se nos oiga en el espacio público defendiendo los derechos del mundo del trabajo.
  • Ejercemos mejor la labor de asistencia a las víctimas de la injusticia, pero poco la labor de denuncia de las condiciones sociales que la provocan.
  • Ser más humanos cuando alguien se ha quedado en paro. Si los creyentes fuéramos más solidarios, seríamos más creíbles.
  • Hay hogares que se han destruido por la crisis económica. No basta decir «¡qué pena!»; los cristianos hemos de llegar a erradicar las causas.
  • A veces queremos cambiar las cosas por grandes gestos, pero los seguidores de Jesús de Nazaret creemos que cualquier gesto en la dirección del plan de Dios no quedará sin recompensa.
  • Que la Iglesia dé más la voz a los parados o los que sufren la precariedad y no sólo les ayude con lástima.
  • Que nos sintamos más unidos a los jóvenes en sus condiciones de precariedad con hechos reales y no sólo con declaraciones.
  • Crear espacios de comunidad como he experimentado en la JOC donde vivimos la crisis acompañados por otros creyentes que comparten la casa, el sueldo…
  • Cuidar que ahora, con la crisis y el paro, no veamos a los inmigrantes como rivales a eliminar.

4.- LAS BODAS DE CANÁ

Los testimonios juveniles nos supieron a vino nuevo. Es el producto de haber buscado unos jóvenes testigos que estrujaron su propia experiencia como racimos en el lagar de la fe. Cuando alguien hace una lectura creyente de la realidad, ésta tiene luz nueva.

La asamblea reaccionó aportando su cosecha. Recojo el testimonio de Gloria: «Las casas españolas donde trabajé al llegar de Colombia a España me causaron un gran sufrimiento, me decepcionaron de la fe y estilo de vida del país que nos evangelizó. Si no me he resentido del todo es por el amor de Dios que me tiene y me sostiene. Las familias españolas estaban tan pendientes de tener cosas y más cosas que eran infelices. Yo me he reafirmado en que lo que me hace feliz es la entrega y el esfuerzo que pongo en el trabajo. Esto me hace valorar las cosas pequeñas. El mundo me ha pintado bonitas las cosas que se consiguen por la puerta grande (éxito, lotería) pero mi madre me afirmaba que debo desconfiar de lo que no consiga por la puerta estrecha. En esto coincido con el Evangelio».

5.- HACED LO QUE ÉL OS DIGA

La Delegación intentamos reproducir las bodas de Caná: la primera vez que San Juan vio a Jesús escenificando el matrimonio de Dios y la humanidad. Quisimos hacer el papel de María al señalar la realidad «no tienen vino» pero con la esperanza de «hacer lo que su Hijo nos diga».

Esta invitación de María es el compromiso que nos llevamos a la calle. Pero antes pusimos música bailable, movimos el esqueleto y compartimos unos abundantes pinchos de fraternidad.

Nos queda mantener la postura de María en las Bodas de Caná, quien estaba más pendiente de la felicidad de los novios (Jesús y la humanidad) que de su puesto en el banquete (pillar el mejor puesto en la mesa).

Documento: Madrid Comunicado fe y trabajo en los jovenes

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