La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la Diócesis de Canarias acordó, en su asamblea del pasado fin de semana, apoyar la creación de una renta mínima para paliar las crecientes situaciones de pobreza. Llevamos una etapa donde cada vez son más las personas en exclusión social o en riesgo de serlo, porque no tienen ni trabajo ni perciben ningún tipo de ayuda por agotárseles las prestaciones.

En estos momentos más de la mitad de los 231.774 de las personas desempleadas registradas en el Servicio Canario de Empleo no cobran paro. Tras la reforma laboral han aumentado los contratos temporales, de tal manera que crecen los trabajadores precarios. Incluso se da el caso de que 14 de cada 100 empleados canarios son pobres, pues con lo que cobran no llegan a final de mes.

Este movimiento obrero cristiano se congratula de que los sindicatos CCOO y UGT sigan reclamando la derogación de la reforma laboral y un empleo digno para todos los ciudadanos. La HOAC se alegra de que el Congreso de los Diputados, con el apoyo de todos los grupos políticos de la oposición, menos PP y Ciudadanos, haya iniciado el trámite de debate de la proposición de Ley que establezca una renta mínima de 426 euros, que puede beneficiar unas 2,4 millones de personas sin recursos de toda España, gracias a la iniciativa popular de los sindicatos que logró recoger más de 700.000 firmas.

La HOAC considera que detrás de estas situaciones de trabajos precarios, de alto nivel de paro y de exclusión social está el sistema económico capitalista que prima el interés económico sobre el bienestar de las personas y los pueblos, y que impulsa los valores del individualismo y la competitividad sobre los de la solidaridad. Para el movimiento hoacista, que piensa que los bienes deben estar al servicio de todas las personas, es muy positivo que se abra un debate sobre las rentas de la ciudadanía, ya sean mínimas o básicas, y busquemos las medidas que posibiliten una vida digna a todas las personas y familias.

Igualmente, la HOAC, siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia y desde nuestra opción por los más desfavorecidos de la clase trabajadora, plantea la necesidad de que tengamos en cuenta el bien común, un derecho que todos los ciudadanos tienen. Por eso exigimos a nuestra sociedad que garantice unas condiciones sociales, culturales, políticas y económicas para que todas y cada una de las personas que convivimos en ella logremos nuestra realización plena. Pero también afirmamos que el bien común nos genera una obligación de colaborar en su construcción, de ser parte activa de su logro en el lugar en el que vivimos.

Por último, el movimiento obrero cristiano apunta que el debate sobre si rentas mínimas o básicas solamente tiene sentido en un marco más amplio de cambio de mentalidad económica, que lleve de una economía egoísta a una economía del don y la gratuidad; y de la modificación de objetivos finales de la gestión económica, desde el tener más entre todos al que todos tengan lo suficiente. Esperamos que la sociedad se implique en este proceso y el Congreso acierte en fijar una medida que dignifique la vida de todas las personas y familias.