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Cristianos para vivir la vida de Cristo aquí y allí

01 noviembre 2025 | Por

Cristianos para vivir la vida de Cristo aquí y allí

Julià Sáez Mora (Castellón), consiliario, 1 de abril. Encarna Gallego (madre de Gelen Gavín y suegra de Pedro J. Navarro), 16 de abril. Trinidad Aguado, suegra de Roberto Fraile (Palencia), 3 de mayo. Lita Urrea (militante de la diócesis de Cartagena), 4 de mayo. María Teresa Ballarín, madre de Miguel Gracia (militante de la diócesis de Huesca), 20 de mayo. Madre de Mercedes (Alcalá) Ascensión, 24 de mayo. Jesús Ramírez de la Piscina (Vitoria), consiliario, 27 de mayo. Rufo (Zaragoza), 15 de julio. Pedro Calvo Sánchez (Vizcaya), 12 de agosto. Lázaro Cerrillo, hermano de Vicente Cerrillo, consiliario de Toledo, 23 de septiembre. Eliseo González Postigo (Osma-Soria), 26 de octubre. •

Leo la lista de aquellas personas que, en esta memoria, queremos tener presente, dos palabras salen: agradecimiento, porque tenemos memoria y también hay un dolor que, con solo decir el nombre, nos toca.

Dolor porque la vida tiene un elemento epidérmico que nos configura, no se puede ser ligero, no puede ser sublimado, somos algo más que «almas» incorpóreas, somos también abrazos y besos, somos historias que siempre nos parecen inconclusas, somos carne… Y, sí, muchas veces historias inconclusas.

Sí, aunque tengo el convencimiento profundo de que no nos «mudamos» sin cumplir la misión que se nos ha dado; con otro convencimiento que ni mi misión (o misiones) ni las misiones de los demás nos parecen tan claras. No es evidente para quien afronta la muerte ni es tan evidente para los que quedamos entre conversaciones y abrazos interrumpidos… quizás, con el tiempo, descubrimos la de quienes mueren con respecto a mí (memoria agradecida). Pero la mía seguro que será cuando, sentado al lado del Padre, nos riamos juntos de mi historia, de toda mi historia, con algunas miradas compasivas y misericordiosas que habrá y muchas, y también, abrazos porque si hay abrazos aquí, tiene que haberlos «allá». «Por todas partes me rodeas y tus manos me protegen» (Sal 139).

Pero son inconclusas, siempre hay algo que queda por hacer, por terminar, por decir… desde lo cotidiano a la gran misión encomendada como cristianos: el reino del Abba, el reino del Padre de la ternura y la misericordia, el reino de la justicia, la paz, la verdad, el amor… pero ellos «ya llegaron», no sé de qué manera porque «ni el ojo vio ni el oído oyó, ni el ser humano puede pensar lo que Dios tiene preparado para quienes le aman» (1Cor 2, 9), para nosotras y nosotros el velo del «todavía» no se ha desvelado. Pero sí tengo una intuición, una conciencia clara de que nuestra tarea por el reino nos une a aquellas personas que han llegado con un vínculo muy especial y su paz también tiene que ver con la paz que vincula una tarea que no finaliza en el pequeño tiempo que nos toca vivir.

La muerte coloca la relación fraterna de amor, en una dimensión distinta, podemos seguir diciendo que estamos «sometidos unos a otros en el amor fraterno» (Rom 12, 10) que no puede acabar. Mi dedicación al reino, mi entrega al reino es un vínculo entre aquellos que pierden el velo y los que luchamos por irlo quitando poco a poco, «visibilizando el futuro». Este es un vínculo potente. Muchas veces oigo: «deja que se vaya en paz», cuando el duelo se hace doloroso, largo y perturbador. Nadie se va, estamos demasiado cerca porque es reino lo que nos envuelve, es reino del Abba. Dejémonos empujar por un amor distinto que se complace en seguir conquistando sueños por otras y otros que ya no necesitan la fe para sentirlos, experimentarlos sino el amor con que lo experimentan, concluso o inconcluso, ¿qué más da? solo el amor basta. El reino nos vincula como fe y tarea en nosotras y nosotros en ellos y ellas, como experiencia de Abba, que es amor.

Rovirosa decía que el «cristianismo no fue establecido por su fundador para bien morir, sino para vivir la vida de Cristo a lo largo de la propia vida» (OC TI 127). ¿Puede haber un vínculo mayor? De todas formas –todavía tengo carne– echo de menos algún abrazo y alguna conversación. •

 

Publicado en Noticias Obreras

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