Finalmente, si es necesario y urgente que exista un testimonio vivo cristiano y obrero al mismo tiempo, por fuerza para ser cristiano ha de ser testimonio de fidelidad a Cristo, y para ser obrero ha de ser testimonio de fidelidad a la clase obrera. No basta para ser testimonio obrero que los que lo den sean ellos obreros; si por su actitud vital y por sus aspiraciones, éstos no estuviesen encarnados en la clase obrera, seguirían siendo un testimonio ajeno a esta, un testimonio tan desclasado como los que lo diesen, y por tanto un «contratestimonio» (Rovirosa OC IV, pág. 122).
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