Las últimas palabras de Jesús son una invitación a vivir el evangelio, a recuperar lo más esencial de su vida y comunicar a todos la buena noticia de la presencia viva del Resucitado entre nosotros y, sobre todo, a seguir esperando contra toda desesperanza. Es una invitación a seguir superando las decepciones y fracasos, y a recomenzar de nuevo cuantas veces haga falta, conscientes de que nuestra entrega tiene sentido por sí misma, aunque no podamos ver los frutos.