“Enterrar” la vida de manera estéril, para preservarla, es malbaratar la misma vida, es enfermarla, es echarla a perder. Jesús critica la actitud de quien, por miedo al riesgo, reduce la fe a mera conservación, impidiendo su crecimiento y expansión. Jesús no nos propone un cristianismo “en conserva”.
En estos meses de confinamiento, pandemia, desconcierto, incertidumbre y miedo, dolor y muerte, quizá nuestra tentación es “enterrarnos” para preservarnos. Renunciar al riesgo de la vida y del evangelio. Ceder a la tentación de la esperanza. Renunciar a la utopía del Reino, abrumados por el peso aplastante de la dura realidad.
Orar nos impulsa al riesgo de la fe, a sembrarnos y gastarnos, para dar fruto.
33º Domingo TO