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In memoriam | Hay personas eternas

26 noviembre 2019 | Por

In memoriam | Hay personas eternas

HOAC de Córdoba.

Hay personas que, simplemente, son eternas. Realmente no son muchas…, no es algo que se dé con facilidad. Pero haberlas, “haylas”.

No es que existan personas que no mueren. Lo que pasa es más bien que algunas, a pesar de que lleguen al final de sus días…, nunca se irán de nuestro lado.

Para que esto ocurra, como comprenderán, algo muy especial debe ocurrir en esas vidas. Algún rasgo debe darse en los días en que ellas respiran, caminan, lloran y ríen en nuestras calles.

Suelen ser vidas repletas de coraje. Como la de Lola Castilla: La insumergible. ¡Qué apodo tan certero! Vidas que se sobreponen a la dificultad, a la desgracia o simplemente a situaciones de injusticia…, como la pobreza en una sociedad desigual, clasista y opresora…, esa es la pobreza que vivió Lola desde pequeña, en aquel país de posguerra. Ahí comenzó a forjar su carácter y empezó a hacerse eterna.

Estas vidas (las eternas) están hechas para la Justicia. Empatizan con quienes sufren, con las personas desfavorecidas, empobrecidas…, y eso les lleva a implicarse para que desaparezca ese sufrimiento. Ya sabemos: la herramienta para combatir eso se llama Justicia. Y la lucha por la Justicia, allá donde estuviera, es de lo más reconocible en Lola.

Las vidas eternas practican la compasión. Es algo superior a sus fuerzas. Compadecer (o padecer con) está presente cotidianamente en Lola. Se compadeció de sus primos, y llegó a ser la clave que explica la vida que disfrutaron Pepe y Rafael (y también Pepita, su hermana). Se compadeció de las gentes que vivían en Costanillas (su barrio), y hoy no se puede explicar el movimiento vecinal de Córdoba sin mencionar su nombre. Se compadeció de tantas personas, de tantas realidades, que no caben todas aquí.

Algunas vidas eternas, van equipadas con un extra: la fe. Algo que enriquece todo lo demás y le da más fuerza, más cohesión… más verdad. Lola tenía Fe para aburrir. Es imposible separar Lola Castilla de palabras como Evangelio, Iglesia, encarnación…, evangelización. Sin Lola Castilla, la HOAC de hoy no sería como la conocemos. Sería distinta…, más débil, menos encarnada…, menos compasiva.

Lola nos abandonó hace pocos días. Aunque realmente ya llevaba un tiempo en que salió derrotada en la pelea contra la pérdida de su memoria. Tristemente, lo que encontrabas cuando hablabas con ella en su última etapa era una versión muy perjudicada de la insumergible. Pero siempre, siempre, fue reconocible.

Reconocible en su mirada: limpia, abierta, desafiante… y muy inteligente. Reconocible en su risa: franca, libre, muy sonora… extraordinariamente sincera. Reconocible en su conversación: despojada de la memoria, si, pero afilada en sus convicciones más firmes.

Lola es una de esas pocas personas eternas. Lo podéis comprobar en todos aquellos lugares, personas, organizaciones y luchas donde se implicó hasta dejarlas impregnadas de su manera de vivir: La del Evangelio.

En su última batalla (ya sin fuerzas) Lola terminó sumergiéndose. Pero hoy, aquí, celebrando su vida, podemos guardar su antiguo sobrenombre (la insumergible) y cambiarlo por otro que ahora le queda mejor: La eterna Lola.

La HOAC de Córdoba tiene un “actuar” por delante desde el día en que empezaste a ser eterna: continuar tu legado. Querida Lola, en eso estamos. Ayúdanos porque seguimos necesitando tu ayuda.

Eterna Lola, hasta mañana en el altar.

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