Clamar ante el Señor día y noche es la oración de los oprimidos por este sistema injusto; es clamar por un cambio de situación y de estructuras; es clamar por la justicia necesaria que devuelva la dignidad y la humanidad. Pero ese clamor no es el grito desesperado y falto de confianza de quien no tiene más remedio que acudir a Dios para resolver lo que no puede resolver por sí mismo. Al contrario, la oración –el clamor del oprimido- hace tomar conciencia de la situación injusta, pero también de las propias posibilidades y de la acción liberadora de Dios en la historia que se realiza con nosotros. Esta oración es expresión de fe. Por eso se puede realizar sin desfallecer.
29º Domingo TO