
Para seguir a Jesús hemos de tener claras las incompatibilidades, porque todo arreglo o componenda que queramos hacer desemboca tarde o temprano en idolatría, en la necesidad de ofrecer el sacrificio del hermano al dios dinero, en renunciar a la fraternidad y a la comunión. Es el gran peligro de quienes se instalan en el servicio al dinero, pero también el que acecha a los cristianos. Como decía un amigo: “el problema no son los ricos, sino la cantidad de candidatos”. No nos engañemos; los ricos no son siempre solo los otros.
25º Domingo TO