Este domingo nos toca aprender de esta pobre viuda, de sus dos monedas, de su gesto sencillo, de su discreción, de su oración, de su amor a Dios, de su mirada amplia y de su solidaridad con las necesidades de otros. Nos toca aprender de ella a confiar en Dios, a orientar nuestra vida en su amor. Nos toca de ella aprender que la humildad, la pobreza, el sacrificio, son caminos hacia la vida porque nos llevan a compartir lo que somos, lo que tenemos, lo que hacemos. Y solo así nos hacemos humanos e hijos de Dios Padre y Madre. La vida crece a medida que se entrega.