El pobre cristiano es el que comunica sus propios bienes a otros que los necesitan o los desean; y no consiste tanto en dar como en compartir. La fracción del pan es su símbolo perfecto. El espíritu de pobreza» manifiesta el amor cristiano en el compadecer (padecer con), y conduce necesariamente a anteponer las necesidades y los deseos de los que se ama a los propios deseos y a las propias necesidades (Rovirosa, OC, T.I 145).