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Rogad por nosotros

30 marzo 2018 | Por

Rogad por nosotros

Fernando Díaz Abajo | En pleno camino de Cuaresma hacemos memoria de los obreros muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, con la esperanza de que lo débil de Dios es más fuerte que la muerte; más que cualquier muerte y desaliento. Terminaremos este mes en la oscuridad de la noche del sábado santo, en vigilia esperanzada, velando junto al sepulcro, deseosos de vida, confiados en el amor entrañable de Dios, en la fuerza de su amor, sabiendo que amanecerá, de nuevo, la gran luz de la misericordia.

Esperanzados en ese mismo y entrañable amor vivieron su vida hermanos y hermanas nuestras que han culminado su Pascua definitiva, para dejarse acoger por el entrañable abrazo de la Misericordia.

El 29 de octubre abría esta marcha Consuelo Ribes, militante de Valencia. En el recordatorio de su muerte se dice: «Cuando una persona buena y noble ha vivido a nuestro lado, no nos es arrebatada completamente, queda tras ella como una luz de estrellas que se ven desde el cielo después de muchos años».

Domingo Rodríguez-Bolardo militante de Córdoba, partía inesperadamente a la casa del Padre el 6 de noviembre. Los militantes de la HOAC de Córdoba lo recordaban con estas palabras: «Domingo siempre ha preferido pasar desapercibido… pero no podía. No tenía madera de líder… pero estuvo al frente de mil batallas por la dignidad de la clase obrera, por la de todas aquellas personas empobrecidas. No era de grandes demostraciones de su fe… pero la destilaba en cada gesto, en cada decisión, en cada momento de su vida».

Pepe Camacho dejaba un sentimiento de orfandad en la HOAC de Almería, de la que fue impulsor, al fallecer tras una larga enfermedad el 13 de diciembre, sin faltarle en todo ese tiempo el cariño de Begoña, su esposa, militante también de la HOAC, ni el de los militantes de la diócesis. Recientemente, en la visita a la diócesis nos decían que aun siendo menos, se encuentran más ilusionados. Se nota que Pepe les sigue acompañando en la espera de la resurrección definitiva.

Comenzado el año recibíamos la noticia del fallecimiento de Etelvino López Avúlez, el 8 de enero en Tenerife. Fue durante algunos años consiliario de la HOAC diocesana, además de estar muy cerca del mundo de la enfermedad como capellán de diversos centros hospitalarios.

El 28 de enero culminaba su Pascua Paco Medina, primer presidente diocesano de la HOAC de Cádiz. Nació en el seno de una familia obrera, su padre oficial de 1ª de Astilleros y miembro de la CNT, su madre en la casa cuidando sus seis hijos. Trabajó en una sastrería y posteriormente a partir de 1940 en Astilleros hasta su jubilación. En 1948 unos compañeros le hablan de la HOAC y comienza a asistir a conferencias y ejercicios que organizaban los Hombres de Acción Católica. En 1950 el obispo de Cádiz le nombra presidente de la HOAC.

Cuando ya estaba cerrada esta memoria, el 20 de marzo, de manera abrupta e inesperada, nos dejó Paco Gómez Luque, a los 77 años de edad, consiliario diocesano de Málaga, que falleció por complicaciones posteriores a una intervención quirúrgica, sumiéndonos en un desconcierto del que solo es posible salir con la luz de la fe y la esperanza en la Resurrección que celebraremos en pocos días. Como recordaba su primo Pepe en el funeral, Paco fue “palabra mediante la cual Dios nos cuenta su historia”.

En todos ellos se sembró la semilla de la HOAC. No estuvieron en la HOAC; fueron de la HOAC. En cada uno de ellos hay un testimonio de vida entregada y sembrada, fructificada en signos sencillos del Reino. De todos ellos, nuestros mayores, podemos aprender los que seguimos aquí, a vivir la fe, la esperanza y el amor, construyendo una vida de comunión en la pobreza, la humildad y el sacrificio, con alegría. De ellos aprendemos que en esto no hay jubilación.

El mundo obrero sigue necesitando vidas humanas, sencillas, entregadas, de creyentes, como las de estos hermanos y hermanas que han hecho de la suya un camino para amar. Los primeros cristianos decían que la sangre de los mártires era semilla de nuevos cristianos. Nosotros podemos decir, porque lo hemos comprobado, que los militantes muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, abren caminos de humanización en el mundo obrero, y que –más temprano que tarde– florecen en nuevos militantes, hombres y mujeres de Dios y de su Iglesia para ser testigos del Amor en medio de la vida del mundo obrero. Ellos descansan en paz. Dios les paga. Sigamos aprendiendo de sus vidas.

Nuestro mejor recuerdo y homenaje es avanzar en nuestro camino hacia la Pascua de liberación que celebraremos, hacia la Pascua de la vida, sentida en la sencillez de lo cotidiano, sembrándonos también como el grano de trigo, que al morir, da fruto; hacia el abrazo entrañable del Dios que nos crea, nos sostiene y cobija, y nos llama a la vida plena.

Hermanas y hermanos de la HOAC del cielo, rogad por nosotros.

 

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