Los casi 850 monitores escolares de la Junta de Andalucía fueron despedidos el pasado mes de noviembre tras años encadenando contratos de obra y servicio a través de distintas subcontratas. Alrededor de 100 de estos trabajadores y trabajadoras repartidos entre las provincias de Cádiz, Córdoba y Jaén han logrado judicialmente la declaración de sus despidos como improcedentes con cesión ilegal. El Gobierno andaluz ha cambiado el modo de contratación de este tipo de personal que realiza las labores administrativas y auxiliares propias de cada centro escolar público, para que sea el Servicio Andaluz de Empleo quien se encargue del proceso de contratación.

La Plataforma SOS monitores administrativos de Andalucía  reclama que se reconozca tanto la categoría de monitor escolar, conforme a las funciones establecidas en los pliegos de prescripciones, como la antigüedad en el puesto de las personas que venían desempeñando esa labor y que se cumplan las sentencias ya emitidas en las que se insta a la readmisión. De este modo, se puede poner fin a la interminable sucesión de juicios que se prolongará a lo largo de años y que no hacen sino saturar los juzgados con la demora, costes y perjuicio que conlleva.

“Era mi trabajo soñado, a pesar de las condiciones”

Me llamo Patricia y soy miembro de la Plataforma SOS Monitores en lucha. Mi historia empieza trabajando con entusiasmo, esfuerzo y plena dedicación en la secretaría de un colegio de Sevilla. Pasé unos años muy buenos, cobraba una miseria, pero estaba en el lugar de trabajo que siempre había soñado, con mis papeles y con mis niños, tenía las dos cosas que me gustaban juntas, y al mismo tiempo me enriquecía profesionalmente de modo autodidacta.

Entré a trabajar por medio de una subcontrata que a su vez había sido contratada por la Junta de  Andalucía, con unas condiciones precarias, sin vacaciones, sin finiquito, un sueldo mísero, etc. Me cambié de domicilio, y a mis hijas de colegio, ya que la empresa me prometió que me quedaría en el último colegio en el que estuve  y  pensé que así cambiaría la calidad de vida de mis hijas, ya que las levantaba todos los días a las seis de la mañana para pasar media hora de coche hasta llegar cada una a nuestros respectivos colegios. Mis hijas tienen en la actualidad, cinco años y 20 meses respectivamente.

Hice el cambio en marzo de 2013 y en noviembre me despidieron. Imaginad como me quedé, toda mi ilusión y mi esfuerzo se quebraba y se volvía negro. ¿Qué es lo que debo hacer? Por supuesto, que cruzada de brazos, NO.

A los dos días, recibo un correo electrónico buscando a la gente que había trabajado en los coles de monitora administrativa y me pongo enseguida a buscar, a la mañana siguiente estaba hablando por teléfono con la secretaría del enlace sindical, y aquí empieza NUESTRA HISTORIA.

Convocan una asamblea, donde empezamos a conocernos, a compartir experiencias y a poner cada una de su parte. El enlace sindical por medio de los sindicatos conoce los casos de más gente de otras provincias y casi de inmediato está formado el colectivo.  Nuestra lucha en Sevilla es dura, pues decidimos estar todas las mañanas en las puertas de Torretriana, de 8 h a 15 h, la escalofriante cifra de 50 días. Empezamos a perseguir en todos los actos públicos a nuestra Presidenta de Andalucía, Dña. Susana Díaz. Al Consejero de Educación, D. Luciano Alonso, siempre con mucha educación y respeto, y por supuesto, sin entorpecer estos actos.

Cada vez la relación con mis compañeras es más continua, nos vemos todos los días, varias horas, y días que hasta por la tarde para asistir a algún acto público. El 14 de febrero nos encerramos unas 50 personas en la catedral, de donde nos echan, rápidamente y antes de que acabara el comedor escolar, nos metemos en un colegio y pasamos allí el fin de semana. Ese fin de semana, fue para mí algo especial, donde realmente conocíamos a gente de las demás provincias, donde limamos muchas asperezas y donde se empezó a crear la Plataforma a la que ahora pertenecemos. Hemos hecho manifestaciones, marchas, asambleas, encuentros, y siempre apoyadas por nuestras familias, y también en nosotras mismas, nos hemos dado fuerzas las unas a las otras siempre para continuar, no hemos dejado que ninguna cayera por el camino, estamos todas las que empezamos en el colectivo.

Somos mujeres, la mayoría casadas y con hijos/as, trabajadoras, quienes hemos reído, hemos llorado, hemos discutidos, hemos perdonado, HEMOS LUCHADO. Y hoy por hoy, seguimos juntas, luchando y esperando conseguir nuestro trabajo, QUE NOS VUELVAN A READMITIR. Pero ahora, además de compañeras, somos AMIGAS. Formamos una gran FAMILIA. Cuando lo consigamos nos espera un Camino a Santiago y muchas actividades más.