En la Iglesia Católica ya tenemos Papa. Estamos casi en primavera y el nuevo Papa, viene junto a ella.
Hay vientos de moderado optimismo, no solo en la Iglesia, sino en parte de la sociedad que ha seguido con curiosidad todo lo referido a la elección del nuevo “Siervo de los siervos de Dios”, porque este hombre concita varias novedades en su figura:
El primer Papa latinoamericano. El primero también jesuita. Y el primer Papa con nombre Francisco. Y estas novedades no son buenas o malas en sí mismas, pero apuntan también aires nuevos, aires cuanto menos distintos a los que vienen siendo los comunes.
Nada más conocer su elección, han empezado los posicionamientos, las redes sociales son un hervidero de detractores y defensores a ultranza del ya exarzobispo de Buenos Aires. Unos insistiendo en las luces, otros en las sombras. De luces y sombras están plagadas nuestras vidas. Él con sus propios rasgos y maneras.
Recién estrenado el nuevo pontificado del Papa latinoamericano, solo acertamos a decir que queremos estar al lado de este nuevo «Siervo de los siervos de Dios» y acompañarle en las muchas tareas y reformas que tiene por delante, para que la Iglesia sea más que nunca, «iglesia de los pobres», nos siga animando a mirar con entrañas de misericordia a las víctimas de un sistema económico inspirado en una ideología homicida.
Nosotros y nosotras militantes de la HOAC, movimiento de Acción Católica, tenemos la tarea directa de cooperar con el ministerio pastoral en anunciar la buena noticia al mundo obrero empobrecido, así que desde esta perspectiva nos toca volver a lo central: Jesucristo. Se nos puede olvidar lo importante: una humanidad sufriente necesitada de liberación. Y tenemos una propuesta: Jesús, el carpintero de Nazaret, el Cristo Buena Noticia para los pobres.
Con el Papa Francisco, nuestro papa, junto a los pobres, testigos de Jesucristo. Que el Espíritu nos guíe.
Comisión Permanente de la HOAC