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Iniciativas Sociales para el Eco-empleo (ISOECO) de Murcia

04 octubre 2012 | Por

Iniciativas Sociales para el Eco-empleo (ISOECO) de Murcia

Un grupo de parados de Murcia lucha por encontrar un hueco en el mercado laboral sin renunciar a la utopía. Frente a quienes insisten en que solo hay un camino para salir de la crisis, este proyecto pretende crear trabajo decente a través de la distribución justa de productos agro-ecológicos.

Varios miembros de la Asamblea de Personas Paradas de Molina de Segura (Murcia) se dieron cuenta de que no bastaba con la denuncia y la reivindicación, sino que había que acompañar estas acciones con «la creación de alternativas». ISOECO nació en el año 2011, «ante la dificultad de encontrar trabajo y la convicción de que solo a través de inventarnos nuestro propio trabajo podríamos reinsertarnos en el mercado laboral», en palabras de uno de sus impulsores, José Coy, persona curtida en los movimientos sociales, muy activa últimamente en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Foro social, y el 15-M de Murcia.

El colectivo que hoy mueve la iniciativa está formada por parados que se reconocen «en riesgo de exclusión» (la mayoría con más de 45 años de edad) y que han compartido muchas horas en los movimientos sociales. Algunos han trabajado en la agricultura, otros en el comercio, las artes gráficas, los servicios y hasta en el Tercer Sector. También han coincidido personas con trabajo a los que les ha seducido el planteamiento de ISOECO y se han convertido en «voluntarios».

La actividad económica fundamental es la recuperación de la agricultura tradicional, respetuosa con el medio ambiente, y la distribución, sin los costes, inconvenientes y presiones que suelen imponer los grandes intermediarios, a través de redes de consumo responsable. En agosto del 2011 ya comenzaron a cultivar en unas tierras en régimen de arrendamiento que gestionaba una familia de agricultores a punto de abandonar por, según José Miguel, joven agricultor y miembro de dicha familia, «la presión de las cadenas y multinacionales de la distribución alimentaria que aplican la usura y la sobreexplotacion de los pequeños agricultores pagando precios por debajo de los costes, mientras que los productos llegan al publico con una diferencia de origen en muchos casos por encima de un 1.000%».

En noviembre de ese año, comenzaron la distribución, al principio con «grandes excedentes que nos llenaban de preocupación», hasta que consiguieron abrirse camino y llegar a gente dispuesta a consumir estos productos, sin pasar por las grandes tiendas. En la campaña siguiente, la de invierno, hubo menos excedentes y hasta falta de productos puntuales que tuvieron que resolver a través del intercambio con otros agricultores. Este otoño, se cumple un año de funcionamiento con las miras puestas en que «los gastos de producción y parte de la distribución se puedan cubrir». Con ello, se darían por satisfechos, dado que atravesamos «una época de profunda crisis, en la que levantar un proyecto socioeconómico es tremendamente difícil». Declara Paco Rosique, uno de los voluntarios que tiene empleo, pero que muy activo en la gestión de uno de los grupos de consumo de ISOECO llamado «Menoscodos» en la zona de Cartagena.

ISOECO provee en la actualidad a siete grupos de consumo ecológico de la región de Murcia, en los que participan unas 260 personas. Su objetivo es llegar a 400 personas a final de año, a través del boca a boca, las redes sociales y el tejido asociativo. Aunque por ahora no se han puesto un límite de consumidores y grupos a los que abastecer, prefieren ir poco a poco, consolidar lo conseguido sin crear expectativas que no puedan atender. José Coy, que ha sido también sindicalista en el sector agroalimentario, apunta que «la experiencia nos dice que es mejor crecer poco a poco, que muy rápido, ya que el crecimiento tiene que ir acompañado de la producción real y de que nuestros métodos de distribución vayan mejorando».

Hasta ahora la aspiración principal ha sido la generación de «redes de comercialización y distribución», tal y como apunta este destacado activista, «con unos criterios de cercanía y de construcción de un mercado social autogestionado, que es un concepto que va más allá de la comunidad autónoma, ya que estamos abiertos a cooperar así como intercambiar productos y servicios con proyectos similares de otros territorios, como ya los estamos haciendo». De hecho, en agosto visitaron «Somonte» la finca agroecológica que tiene ocupada el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). También pasaron por Marinaleda, ejemplo de proyecto socio económico al servicio de las personas.

La producción está en manos de un joven agricultor –que tiene arrendadas unas 20 hectáreas aunque en producción tiene siete – y un ingeniero técnico agrícola, experto en «permacultura» (técnica para la construcción de sistemas ecológicamente sanos y económicamente viables, a través de la integración de la vivienda y el campo). Ambos han creado una empresa llamada BIOALAMO, integrada en ISOECO, a través de la cual se realiza también el intercambio con otros agricultores, basado en el trueque. «Insistimos mucho en la idea de la cooperación y apoyo mutuo entre agricultores ya que en el mundo que vivimos, con la hegemonía tan grande que tienen las multinacionales y cadenas alimentarias la única vía de futuro que tiene el campo es la unión de los pequeños frente a los grandes», matiza Felipe, comercial en paro. Ramon Navia, el ingeniero técnico agrícola coparticipe en BIOLAMO y a su vez presidente de ISOECO, manifiesta que «existe un fenomeno creciente de recuperar la tierra y la huerta, a la vez que estamos recuperando productos y sabores que solo recuerdan nuestros abuelos. La globalizacion va contra la soberania alimentaria y el futuro de los pueblos pasa por recuperarla».

ISOECO procura conjugar sus «dos almas» –la producción y la distribución–. Una está en el campo con sus problemas particulares y otra en la ciudad, con un ritmo totalmente distinto. La gestión se guía por los principios de la economía alternativa y solidaria, de hecho son socios fundadores de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) de Murcia y aplican su código de buenas practicas laborales y sociales, basados en el respeto de los derechos humanos y sociales. Como destaca Coy, «en un entorno como es el agrícola donde a los jornaleros y jornaleras se les sobreexplota y se incumplen los convenios, así como los derechos laborales más elementales es ir a contracorriente, pero lo valoramos como una de nuestras principales señas de identidad». Además, forman parte también de la asociación FIARE-MURCIA, una banca ética nacida del tejido social.

Los criterios fundamentales son garantizar una calidad tanto de producto como de servicio a unos precios accesibles a la mayoría. La calidad del producto parece segura y avanzan en el servicio: «hemos mejorado mucho desde el inicio, pero tenemos que mejorar aún más, ya que trabajamos con producto fresco que se recoge en el mismo día que se reparte, para garantizar calidad y eso requiere de una logística perfecta que estamos cerca y empeñados en conseguir», dice Elisa, una mujer trabajadora en paro, que gestiona uno de los grupos de consumo integrados en ISOECO.

Por el momento, han conseguido recuperar la esperanza, lo que no es poco. Están en el camino de recuperar su vida laboral y garantizarse una supervivencia digna, lo que en una época de aumento de la precariedad, la exclusión y la pobreza es toda una proeza. Pero los sueños no acaban aquí, ya piensan en poner en marcha otros proyectos de formación de «ecoagricultores», de transformación, de manipulación…

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