Un Dios que discrimina es falso; y una ley discriminatoria es injusta. La ley que no tiene piedad de la miseria del hombre es pura ideología y ha de ser erradicada. La marginación siempre es producto de la injusticia humana; Dios nada tiene que ver con ella, por más que una falsa religión le quiere colgar el muerto, y a veces lo consiga.