¡Qué bueno! Jesús a nuestro lado, siempre,
también cuando estamos de vuelta y hartos de todo.
¡Qué bueno! La comunidad siempre materna, fraterna, acogedora.
¡Qué inefable la comunión eucarística en Jesús resucitado
con los hermanos y con los empobrecidos!
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