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Crónica del Encuentro del MJRC: Evangelizar a los jóvenes de los pueblos

13 enero 2011 | Por

Crónica del Encuentro del MJRC: Evangelizar a los jóvenes de los pueblos

Cuando el autobús abrió sus puertas algunos ya tenían claro que el viaje iba a ser largo…, por eso –además de las debidas provisiones- hicieron acopio de una baraja y una improvisada mesa para colocar en el pasillo del autobús y poder hacer más ameno el tiempo allí encerrados. Pero no todos tenían los mismos kilómetros. No todos necesitaban de las cartas… No había sido fácil la decisión de viajar hasta Miranda de Ebro, pero se tenía claro que no siempre iban a ser los del norte (los/as mozalbetes de Aragón y la Rioja) los que hicieran viajes largos, esta vez les tocaba a los del sur (los/as chicos/as de Extremadura) viajar, y los del centro (los/as rapaces de Zamora), como siempre, a mitad de camino… Lo curioso es que, quien menos se quejó fue Ana, y eso que venía desde Bruselas (en nombre del MIJARC Europa) y luego se iba a Lisboa. La fecha, a pesar del frío, fue más fácil de escoger del 17 al 19 de diciembre.

Distintos kilómetros, distintos lugares… pero una sola pregunta en el corazón “¿Cómo podemos, los/as jóvenes del Mundo Rural, evangelizar a otros jóvenes de nuestros pueblos?”. Nunca es tarea fácil la reflexión en un mundo que nos impide el pensamiento (o, más bien, nos impone un único pensamiento), pero estábamos dispuestos a contestarnos a esta pregunta.

Por eso, tras los recibimientos y besos oportunos del viernes noche (con cena apresurada incluida), el sábado por la mañana nos pusimos “manos a la obra” o, mejor dicho, “cerebro a la obra”… Pero primero teníamos que activar nuestro corazón porque una reflexión, en cristiano, no puede ser si no es desde la oración… Y así lo hicimos.

Como los del MJRC tenemos claro que un toque de imaginación a la hora de la reflexión es muy productiva, decidimos imaginarnos que íbamos a buscar un tesoro (¿o no es eso el Reino de Dios?), y para ello, nos dividimos en grupos (así la búsqueda sería mucho más rica). Pero ¿en qué campo debemos buscar ese tesoro del Reino para después comunicarlo? Este fue el primer reto que nos marcamos y comenzamos, de manera dinámica, a buscar el campo; continuamos dejándonos llevar por la imaginación y construimos un puzzle (cuyas piezas debíamos conseguir a través de unas preguntas) y ese puzzle (como si fuera un jeroglífico), nos daba la respuesta. Y como somos chicas (y chicos) listas/as pudimos descubrir que el campo no estaba en las estrellas, que el campo en el que estaba el tesoro era a nuestro alrededor, nuestro ambiente, nuestro pueblo y que era precisamente allí, en nuestro pueblo, dónde debíamos mostrarlo (donde debíamos evangelizar), aunque ya hace mucho tiempo Pablo VI nos había dicho que Evangelizar “significa para la Iglesia llevar la buena nueva a todos los ambientes de la humanidad” (EN 18).

Cuando ya teníamos claro el lugar, nos dimos cuenta del gran problema que suponía… resulta que el campo estaba lleno de basura que había que limpiar y fuimos viendo en qué consistían esos “residuos insanos”… Cada uno de los grupos se encargó de mostrarnos, con una pequeña obra de teatro (un roll-playing, que dicen esos modernos que no se han enterado de la riqueza que tenemos en España con los idiomas), algunas de las basuras que hay en el campo: la despoblación del Mundo Rural, la violencia de género (¡qué cintazo se dio uno de los actores así mismo para simular el ruido!), la inmigración, el hambre, las guerras (¡vaya actrices nos salieron con un buen saber morir!), el paro,… Y, por fin, nos dimos cuenta de que –para evangelizar- había que quitar todas las injusticias del mundo y de nuestro entorno, teníamos que, como Jesús, “anunciar la liberación… “(cfr. Lc 4, 18-19), ¡qué sorpresa

tan grata saber que Pablo VI había pensado lo mismo cuando nos dijo que “como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre” (EN 9).

Ya sólo nos quedaba desenterrar el tesoro, es decir, mostrar la Buena Nueva… Pero ¿Quién tiene que hacer esta tarea? ¿Quién tiene que desenterrar el tesoro? ¿Quién debe evangelizar…? Para responder a esto, puesto que estamos en estas fechas tan señaladas, nos pusimos a contemplar el Portal de Belén, para que él nos contestara… y así fue, desde el portal de Belén se nos dijo, de forma muy clarita, que el verdadero evangelizador era Dios pero que nosotros somos sus –necesarios- colaboradores, y ese “nosotros” significa todos porque “la orden dada a los Doce: “Id y proclamad la Buena Nueva”, vale también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos” (EN 13)

Ya sólo nos quedaba saber cómo hacerlo… Después de una mañana repleta de “acción” necesitábamos sentarnos un poquillo para reflexionar sobre esto por eso, cada grupo, se fue planteando esta pregunta: ¿Cómo transmitir este tesoro a otros jóvenes?. Y fueron muchas las conclusiones que compartimos: nos dimos cuenta de que debíamos hablar de Jesús sin miedo y con alegría (haciéndolo de manera dinámica), también tomamos conciencia de que el testimonio (tanto personal como de las parroquias) era algo fundamental (¡necesitamos parroquias dinámicas y evangelizadoras!), y aunque sabemos que debemos transmitir ideales también sabemos que tenemos que hacerlo de manera organizada, creando equipos.

Todo esto (y mucho más) fue lo que se plantearon los más “nuevos” (los/as de iniciación) con ayuda de los/as militantes… Al día siguiente (el domingo por la mañana), los militantes, se lo plantearían también después de un rato de asamblea para cumplir con los rollos habituales (que si aprobar presupuestos, que si discutir esto o lo otro,…). Sin embargo para llegar al domingo teníamos que atravesar el arduo desierto de la tarde y la inhóspita llanura de la noche…

Y en el desierto de la tarde nos encontramos con el oasis de Frías, una preciosa ciudad medieval (¡la más pequeña de España, y por tanto de Europa, con tan sólo 284 habitantes!) por la que paseamos descubriendo, especialmente, su castillo. Y, en aquél ambiente medieval, preferimos imaginarnos a Romeo y Julieta (con sus amores), y no a fornidos guerreros con pecheras manchadas de sangre. Y es que, a lo largo del día, ya se habían ido forjando algunos amores que pertenecen a los archivos más secretos del MJRC, al igual que pertenecen a dichos archivos lo que ocurrió en la inhóspita llanura de la noche… tras la que llegó el domingo y su sueño.

Y como el domingo es el día del Señor, no tocaba trabajar (bueno, un poquillo sí a los/as militantes, pero poco…, como ya quedó dicho), tocaba descansar… Los juegos nos sirvieron para descansar. Pero no sólo el juego es descanso, también la Eucaristía lo es, y a ella llevamos (para poner ante el altar del Padre) todo lo que habíamos trabajado y disfrutado, pensado, sentido y compartido… Al final de la Eucaristía ya se empezaban a contemplar las primeras lágrimas de despedida. Y el tiempo, que hasta ese momento había dejado de existir, aceleró sus pasos: comida, foto de despedida, abrazos, besos, “nos vemos en el verano”, etc…

De nuevo autobús, pero con más sueño aunque con el cerebro más activo. De nuevo el autobús pero con la sensación del deber cumplido y el compromiso de hacer vida todo lo que allí habíamos imaginado.

Miranda de Ebro (Burgos)

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