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Fundación El Sembrador: Al rescate de los últimos de la cola del paro

01 junio 2012 | Por

Fundación El Sembrador: Al rescate de los últimos de la cola del paro

En 2007, Cáritas, la Cámara de Comercio e Industria de Albacete y la Universidad de Castilla-La Mancha se unieron para crear la Fundación El Sembrador, una herramienta para ligar «la inclusión social con el desempeño del un trabajo o la realización de una actividad económica», dado que el empleo «es el único medio para que una persona recupere su dignidad y ejerza el derecho que le asiste como ciudadano para gobernar su vida y ser independiente».

Los servicios de Empleo de la entidad diocesana venían constatando, mucho antes de la irrupción de la crisis, que las acciones formativas destinadas a mejorar las perspectivas de encontrar un trabajo entre los desempleados más frágiles, no acababan en muchos casos en la ansiada inserción en el mercado laboral. A aquellos que componen el «núcleo duro» del desempleo –los sistemáticamente rechazados por las empresas, los que carecen de los hábitos, habilidades y destrezas mínimas necesarias en el entorno laboral– no les valía de mucho pasar por los cursos y talleres. En palabras de Rafael López, «faltaba el paso intermedio entre el pre-taller y la inserción: la experiencia de trabajo en una empresa, en condiciones reales, con los requisitos habituales».

De ahí nació la necesidad de poder ofrecer una práctica laboral significativa para los desempleados más en precario y el desarrollo de bienes y servicios de interés social para la comunidad. Pero «solos no podíamos y con otros sí, en Cáritas sabemos mucho de inserción y poco de empresa», recuerda López. Por eso, desde un principio se apostó también por el concurso de la Universidad y del tejido empresarial. Además, indica este abogado metido a gerente, «queríamos influir en las empresas, hacerlas corresponsables de la vida de la gente que peor lo pasa y fomentar su responsabilidad corporativa».

«El Sembrador» cuenta con una empresa dedicada al reciclaje de ropa de segunda mano, «Fueradeserie», que ofrece 28 contratos de inserción y 10 «normalizados». Está presente en la ciudad de Albacete, Almansa, La Roda, Caudete y Hellín. La Asociación «R que R» participa en este proyecto que se dedica a recoger los «residuos textiles» a través de los contenedores ubicados en las poblaciones de más de 5.000 habitantes, selecionarlos, tratarlos y poner a la venta lo recuperado. «Cortijo Covaroca» da empleo a 9 personas en proceso de inserción, con la colaboración de 4 empleados homologables al mercado laboral habitual. Gestionan el albergue y zona de campamento del ayuntamiento de Nerpio, en la sierra del Segura, pero también se han lanzado a la producción de mermelada ecológica que les permita mantener la actividad productiva más allá de los fines de semana y época de vacaciones, gracias a la cesión de una fábrica que la firma Valle del Taibilla no podía explotar convenientemente.

«Corral Colorao» administra una cafetería de la Casa de la Cultura en Elche de la Sierra, además de encargarse de los jardines municipales, gracias a las cláusulas sociales incluidas en los procesos de adjudicación de los servicios del ayuntamiento. En ella trabajan ocho personas, con contratos de inserción, y tres con contratos estándar. En «Viveros El Sembrador» confluyen las energías de la fundación, del ayuntamiento de Hellín, que ha cedido terreno en la pedanía de Nava de la Campaña y la empresa Naturtec, que aporta su conocimiento en el cultivo de planta forestal como parte de su política de Responsabilidad Social Corporativa. En ella trabajan cuatro personas en situación de exclusión social y 2 personas en circunstancias normalizadas. La última iniciativa ha sido la asunción de la gestión de la Tienda Romero de Comercio Justo, un espacio con más de 10 años de historia relacionado con diversas asociaciones que han optado por traspasar la dirección a la Fundación «El Sembrador». Por ahora, no ha cambiado su fórmula jurídica por la de una empresa de inserción, pero todo se andará.

Este despliegue de energías no hubiera sido posible sin infinidad de voluntades conectadas y una idea común: «Hay que tener claro el proyecto, pero también encontrarte con personas dispuestas», reconoce Rafael López, quien, no obstante, admite haber quedado sorprendido ante «las respuestas tanto de los miembros de la fundación como de los colaboradores». Eso sí, aclara, para mantener algo así, «hay que tener la suficiente inteligencia emocional para dar a cada uno su espacio». Con todo, esta larga e intensa crisis proyecta su sombra también sobre «El Sembrador». Como dice su gerente: «Ya el año pasado se notó mucho el parón en las subvenciones y las ayudas que nos permiten ser viables. Nosotros hacemos un “producto” muy especial, personas que necesitan trabajar». Sin respaldo externo, el objetivo se vuelve más costoso. Por eso, se impone «buscar más financiación del sector privado y aprender a trabajar de otra manera; es difícil porque en el mercado compites con otros en condiciones desiguales, por nuestro carácter eminentemente social, al que no queremos renunciar y al final se imponen el precio, los plazos y la calidad, por encima de las sensibilidades que puedan hacer que nos miren de otro modo».

Explica Rafael López que «a pesar de que nuestra gente tiene ahora más garantías de inserción que cuando entraron en la fundación, y los posibles empleadores saben que están preparados, en la mayoría de las ocasiones todo se queda en buenas palabras, porque no hay trabajo para nadie». Los ex-reclusos o en libertad condicional, las víctimas de la violencia doméstica, las mujeres con dificultades de inserción laboral, las minorías étnicas, los parados de larga duración y mayores de 45 años, las personas sin hogar, las que han tenido alguna adicción a estupefacientes y las personas con baja empleabilidad –los colectivos objetivos derivados por los servicios de acogida y orientación de Cáritas y la propia administración a los que se dirigen especialmente las acciones de «El Sembrador»– están acostumbrados a recibir los portazos del mercado laboral, comenta el gerente de la fundación, por lo que su paso por las distintas empresas sociales de Cáritas supone «un gran salto en sus vidas», dice Rafael López, quien añade que «cuando oyes cómo dice una chica “voy al polígono a trabajar” te das cuenta de lo que esto supone para ella».

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