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Fondo por el Empleo de la Diócesis de Ciudad Real

05 abril 2011 | Por

Fondo por el Empleo de la Diócesis de Ciudad Real

La comunidad católica de Ciudad Real no se ha quedado de brazos cruzados ante el drama del desempleo. A primeros de 2009, su obispo, que también es responsable de la Pastoral Obrera de toda la Iglesia en España, Antonio Algora, impulsó la creación de un fondo de apoyo al autoempleo. Hoy son siete los puestos de trabajo creados o salvados.

Desde el primer momento se implicaron las delegaciones de Apostolado Seglar, Migraciones, Medios de Comunicación, Pastoral Obrera y Cáritas. Tras darle muchas vueltas, se acordó conceder ayudas reintegrables a personas que pudieran iniciar alguna actividad que creara empleo como la mejor forma de paliar en algo la situación de paro.

fondo diocesano C Real 1.jpgEn junio de 2009, se lanzó una campaña de captación de recursos entre los fieles, a los que se les sugería la aportación del 10% del sueldo de un mes. Entre sacerdotes, comunidades religiosas, asociaciones apostólicas y cristianos de a pie han aportado hasta diciembre de 2010 cerca de 185.000 euros, para ponerlos a disposición de aquellos que presentaran un proyecto de autoempleo o empleo asociado.

La idea era conceder aportaciones económicas sin intereses a devolver en tres años. «En España estamos muy acostumbrados a las ayudas a Fondo Perdido y como Iglesia tal vez sea bueno apostar por la perspectiva fraterna y hacer entender que lo que hoy usa uno le puede servir más tarde a otro, queremos apoyar tanto pequeños negocios como iniciativas de la Economía Social, como cooperativas de trabajo asociado», explicaba Carmen Reloba, trabajadora de Cáritas y ahora también implicada en el Fondo Diocesano por el Empleo.

En todos los casos los proyectos deben desarrollarse en la economía formal, cumpliendo con la legislación laboral, fiscal y administrativa. El ámbito territorial de estos negocios debe ser la provincia de Ciudad Real y, a ser posible, las personas que soliciten la ayuda deben tener relación con alguna comunidad cristiana que por un lado pueda hacer de aval moral porque conocen a esa persona y en ocasiones pueda acompañar y animar cada proyecto. Comenta Reloba que «lo que nos interesa más es que las personas que han colaborado con su aportación nos digan qué personas conocen que están intentando crear una iniciativa de empleo que les pueda ayudar a llevar una vida normalizada».

En total cinco voluntarios y una coordinadora, que un día a la semana atienden las peticiones, estudian las solicitudes y conceden, en su caso, los micro-créditos. La gestión administrativa recae en Cáritas. Además de estas tareas el Fondo persigue «sensibilizar a las comunidades parroquiales sobre la necesidad de conocer la situación de crisis en su localidad y de compartir económicamente, y con actitudes de cercanía, hacia las personas desempleadas», para lo cual se cuenta con la ayuda de la Delegación de Medios de Comunicación. Carmen Reloba, destaca la labor de los voluntarios que «desde la gratuidad y su compromiso están compartiendo sus conocimientos técnicos, además de sus valores y calidad humana para valorar y decidir la aplicación de los micro-créditos».

El equipo ha presentado el Fondo en al menos seis parroquias de la diócesis, se ha dado a conocer en todo tipo de foros eclesiales (semana de Doctrina Social, encuentros de Pastoral…) y a través de una campaña de difusión específica. El propio obispo se ha encargado de trasladar la iniciativa a todos los organismos diocesanos e incluso envió una carta a los fieles explicando las propuestas. Los periódicos de la zona se han hecho eco de esta iniciativa.

fondo solidario CReal.jpg

En febrero de 2010 llegó la primera demanda de un total de 14 hasta diciembre del año pasado. A través del teléfono y en persona llegaron 12 consultas, algunas de ellas fueron derivadas a los servicios correspondientes por no pertenecer al ámbito de actuación del Fondo.

De las peticiones formales recibidas 11 provienen de hombres y cinco, de mujeres ya que dos de las solicitudes han sido conjuntas. Cuatro son inmigrantes y 12 españolas. «La gente está con miedo y no se atreve a iniciar un negocio, salvo gente con mucha experiencia», comenta Reloba. La edad de los solicitantes oscila entre los 26 y los 59 años, destacando el tramo de edad comprendido entre 40 y 59 años. Cinco micro-créditos, que en total suman 34.000 euros, han servido para crear o mantener siete puestos de trabajo en el sector servicios (con tres concesiones se han generado cuatro nuevos puestos de trabajo mientras que los otros dos se han dedicado a mantener tres empleos que estaban en peligro). En concreto, las actividades financiadas tienen que ver con el servicio de estética, la mediación familiar, la venta ambulante y el comercio textil. En lo que llevamos de 2011 se ha notado un incremento de solicitudes de información y presentación de nuevas iniciativas (cuatro hasta el mes de febrero).

Para Reloba, «la alegría no está en el tipo de puesto de trabajo creado, porque las personas piden ayuda para trabajar en aquello que saben hacer y que creen que tendrá salida actualmente, teniendo en cuenta la competencia tan fuerte que soportan los trabajadores autónomos». Por eso insiste en que «nuestro gozo está en que algunas de las personas que demandan apoyo, pertenecen a la comunidad cristiana, a las que la crisis igualmente está afectando. Se hace así realidad el compartir cristiano que es lo que esperaban todas las personas que pusieron el 10% del salario de un mes en el Fondo Diocesano de Empleo». «Sin olvidar que el Fondo está abierto a toda persona que lo necesite y tenga una iniciativa de empleo viable», termina.

Para Carmen, «todas las iniciativas apoyadas desde el fondo son importantes por el esfuerzo e ilusión de cada uno por salir de esta crisis». Cuenta Julio Ruiz, miembro de la HOAC quien representa a Pastoral Obrera en la comisión amplia que marca las líneas generales de trabajo del fondo que «desde un principio apostamos por apoyar pequeños signos de esperanza que permitieran demostrar que es posible gestionar la economía de otra manera y crear empleos». «Preferimos ir a un ritmo lento, paso a paso, que es el ritmo de las personas y acompañar procesos a largo plazo más que gastar de golpe y porrazo descuidando los objetivos que como comunidad de creyentes comprometidos contra el paro nos hemos marcado», completa Carmen.

Cambiando la mirada

En lo que llevamos de 2011, el Fondo Diocesano por el Empleo de Ciudad Real ha concedido dos créditos, «que reflejan que estamos llegando a personas vulnerables, con una situación vital de normalidad que la crisis está machacando y a personas en situación de precariedad y con capacidad para emprender su empleo».

Una persona de 46 años de edad, inmigrante, pidió un micro-crédito para comprar una furgoneta y hacer servicios de mensajería y paquetería. Había sido transportista y se vino a España para mejorar su situación. La crisis le ha llevado a ocupar puestos de trabajo sumergido y ahora al paro. «La ilusión por salir de ahí está siendo el motor para poner en marcha su iniciativa y superar todos los obstáculos», apunta Carmen Reloba.

Un joven de 28 años ha pedido un micro-crédito para poner una tienda, se trata de una persona que viene de paro de larga duración y que no encuentra trabajo por cuenta ajena. Se lanzó con apoyo de su familia invirtiendo los pocos ahorros que tenía y la ayuda del Fondo le ha permitido a crear su puesto de trabajo.

«Lo mejor de ambos, como de todas las personas a las que se ha ayudado, es el agradecimiento que manifiestan con su mirada, sus gestos, fotos, etc., mostrando los avances que van teniendo en sus puestos de trabajo como autónomos», concluye Carmen Reloba. Cuando la solidaridad se ejerce con responsabilidad, a todos nos cambia la mirada.

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