El IX Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, de la Fundación FOESSA, es una llamada urgente a construir una democracia del cuidado, capaz de situar la justicia social y el bien común en el centro de nuestro proyecto colectivo.

Es, además, un excelente instrumento para intentar comprender la compleja realidad social que vivimos y, sobre todo, para ver por dónde necesitamos caminar para transformarla, creciendo en humanidad y justicia. Porque la manera en que miramos la realidad determina lo que somos capaces de ver. Desde la perspectiva de la justicia social y del bien común –que no haya personas excluidas y todas podamos vivir en condiciones dignas– se ven cosas que de otra manera no se ven. Esa manera de mirar es un gran servicio del Informe.

El estudio muestra claramente cómo, bajo la «bonanza» del crecimiento económico, se extiende un malestar estructural profundo, marcado por la persistencia y normalización de la precariedad laboral –que afecta a casi la mitad de la población activa–, la crisis de la vivienda, la creciente desigualdad y la fragmentación social. Vivimos en una «sociedad del desasosiego» que se ha convertido en una «sociedad del miedo», marcada por la inseguridad vital, la desconfianza y la soledad social. El empleo de mala calidad y la crisis de la vivienda, junto con la insuficiencia de la protección social, son factores decisivos en el empobrecimiento y la exclusión.

Nuestra sociedad se ha transformado profundamente en las últimas décadas. La gran atomización social ha generado múltiples identidades que dificultan la construcción de proyectos comunes y solidaridades colectivas. Se ha consolidado una desigualdad estructural, se han acumulado factores de exclusión crónica y se ha tensionado profundamente el estado del bienestar. A ello se suma una grave erosión de la confianza social y política, que se ha vuelto uno de los mayores obstáculos para afrontar las necesidades comunes. Esa crisis de confianza es particularmente negativa para la cohesión social y para la construcción de respuestas compartidas.

El Informe plantea con solvencia y con múltiples propuestas la necesidad de un profundo cambio de modelo, un auténtico «cambio de paradigma civilizatorio» que nos permita superar la «sociedad del miedo» en la que estamos atrapados. No podemos esperar resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo. Necesitamos con urgencia políticas públicas verdaderamente audaces que afronten la crisis estructural de la precariedad, la vivienda, la protección social, la desigualdad y la fragmentación. No bastan medidas parciales o reactivas: hace falta una mirada integral y una acción coherente.

Necesitamos construir un nuevo pacto social sobre bases distintas, que parta de reconocernos como seres fundamentalmente interdependientes y ecodependientes, vinculados entre nosotros y con la Tierra que habitamos. Hace falta recuperar el valor del trabajo humano, desligándolo de su identificación exclusiva con el empleo asalariado, y reivindicar su sentido de vocación, de cooperación y de cuidado.

Necesitamos, en definitiva, girar la mirada del bienestar al biencuidar. Cuidarnos mutuamente y cuidar nuestro entorno es la base de una democracia del cuidado, que afronte la desigualdad, reconstruya la cohesión social y devuelva sentido ético y humano a la política, al trabajo y a la vida en común.

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