
Al hallarme en presencia de otra persona, mi yo tiene que cederle el primer lugar en mi corazón, so pena de proferir silenciosamente una blasfemia práctica. Este es el punto de arranque de la humildad cristiana. El buscar el último lugar aparece como una exigencia de la propia fe (G. Rovirosa OC TII, pág. 2 115).
30º Domingo TO_compressed
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