Hace tres semanas que se nos ha ido Julián, Juliá para los amigos y Julián también para los amigos.

Entre otras cosas, eso fue para mí, un buen amigo. Como él decía que era Dios, un buen padre.

Conocí a Julián en una etapa más difícil de mi vida a través de un amigo al que también había ayudado en los años difíciles de transición a adulto. Y ya no nos separamos hasta su último día aquí en el mundo. ¿Quién me lo iba a decir?

Además de la amistad, Julián me enseñó lo que es el perdón, la generosidad, la confianza y, cómo no, el secreto mejor guardado de la Iglesia, su doctrina social.

Tanto estuvo en mi vida que conoció también a mi familia original y a la nueva que formamos Bego y yo. De regalo de boda nos ofreció su bella homilía, con canción de Bob Dylan incluida: Forever young, (Por siempre joven). Preciosa, siempre que puedo la regalo yo también y me acuerdo de él, claro. Luego bautizó a Pedro y Emma y nos animó a integrarnos en su familia de la HOAC. La HOAC, una que yo no entendía que era porque tampoco me explicaba mucho. Ni en el más salvaje de mis sueños se me había pasado por la cabeza meterme en la Iglesia de la forma en que nos metimos Bego y yo ¡Tan alejados desde hacía tanto tiempo! El 15M y Francisco nos dieron el empujón definitivo, creo. Por cierto ¡Vaya casualidad que se vayan los dos tan seguido!

Estoy muy agradecido a la vida, o a Dios, o a los dos por haber conocido a Julián y a Julián por confirmarme que otro Dios es posible, por presentarme a la HOAC y toda su gente buena, interesante, sabía de la vida que también me han enseñado que otra vida es posible, que nada es lo que parece y que el Espíritu está ahí, está aquí.

Julián también me enseñó lo que es la libertad y cómo buscarla. Por todos los medios intentó transmitirme su fe, pero no pudo evitar que me fabricara la mía propia (soberbia, pecado original). La fe no se tiene, se suda, decía.

Cuando le dije que me retiraba de la HOAC me dijo que no iba a hacer nada para convencerme, lo cual le agradecí enormemente Igual que a todos los hermanos de la HOAC.

Los últimos años han resultado especialmente difíciles para Julián, aunque nunca perdió su fuerza y sentido del humor. Buscó y encontró ayuda en sus amigos, como siempre. Permaneció joven, como la canción de Bob Dylan y seguro que le gustará que os recite alguna estrofa:

“Que Dios os bendiga y os proteja siempre
Que vuestros deseos se hagan realidad
Que ayudéis siempre a los demás, y dejéis que los demás os ayuden.
Que construyáis una escalera hasta las estrellas y las subáis peldaño a peldaño, día a día
Que vuestras manos estén siempre ocupadas
Que vuestros pies estén siempre dispuestos
Que vuestros corazones estén siempre alegres
Que permanezcáis por siempre jóvenes, como signo de un amor siempre nuevo”

—Alberto