Se cumplen diez años desde que se puso en marcha la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD). Con motivo del 7 de octubre, Jornada Mundial por el Trabajo Decente, las organizaciones promotoras de ITD (Cáritas, Confer, HOAC, JEC, JOC y Justicia y Paz) reafirmamos nuestro compromiso con la dignidad y el cuidado de todas las personas trabajadoras, porque la dignidad de las personas trabajadoras es innegociable y debe estar en el centro de todas las decisiones políticas y económicas. Queremos renovar e impulsar nuestro compromiso por un presente y un futuro donde el trabajo en condiciones dignas sea una realidad para todas las personas, también en el seno de la Iglesia.
En estos diez años, ITD ha ido madurando y dando pasos importantes en una doble labor. Por una parte, en colaborar con las organizaciones sociales, en particular con las organizaciones de trabajadores y trabajadoras, en extender en la sociedad la necesidad del trabajo digno para una vida digna de las personas y el desarrollo de la sociedad. Y en esta tarea, en proponer socialmente el sentido y el valor del trabajo desde la perspectiva del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia. Por otra, en impulsar en el seno de la Iglesia la conciencia de la dignidad del trabajo y la llamada a prestar mucha más atención a lo que ocurre en el mundo del trabajo y a implicarnos en la defensa de la dignidad del trabajo y del trabajo en condiciones dignas. Necesitamos seguir impulsando con decisión esa doble tarea. En las diócesis otras muchas realidades eclesiales se han ido sumando también a ITD y es fundamental redoblar los esfuerzos en la defensa del trabajo decente en las realidades concretas de nuestro mundo del trabajo.
El magisterio de la Iglesia ha insistido mucho en que la defensa y promoción de la dignidad de las personas trabajadoras y de su trabajo forma parte de su misión evangelizadora, por ser una expresión esencial del cuidado de la dignidad de las personas. Es, en palabras de Francisco, una prioridad humana y, por ello, una prioridad cristiana. Porque, como ha recordado recientemente el Dicasterio del Vaticano para la Doctrina de la Fe en su Declaración sobre la dignidad de la persona, Dignidad infinita, «la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos».
Para cuidar el trabajo es necesario prestar una particular atención a los sectores más empobrecidos, vulnerables y excluidos. En ese sentido, el Manifiesto de ITD con motivo del próximo 7 de octubre insiste en la necesidad de abordar con mucha mayor decisión situaciones como la del desempleo estructural, la precariedad laboral que dificulta la estabilidad de los proyectos vitales, la insoportable plaga de la siniestralidad laboral y el aumento de las enfermedades físicas y mentales en el mundo del trabajo, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, las dificultades de conciliación laboral y familiar… Y señala que el bien común nos pide a todos, especialmente a los responsables políticos, poner más empeño en garantizar un trabajo digno, el acceso a la vivienda y a servicios públicos de calidad. De manera particular se pide también al Congreso de los Diputados que apruebe la regularización extraordinaria de personas migrantes propuesta por una Iniciativa Legislativa Popular, pues esa falta de regularización administrativa niega derechos fundamentales en el trabajo y en sus condiciones de vida a muchas personas migrantes, que están entre las más vulnerables de nuestro mundo del trabajo.
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