Pedimos al Espíritu Santo que prepare nuestro corazón, nuestros sentidos, para la escuchar la Palabra. ¿Escucharla para qué? Para que nos acerque a tener «los mismos sentimientos que tuvo Jesús». Que nos ayude a «sentir con Jesús» y eso nos transforme, nos «convierta».
Oremos dejando reposar nuestro corazón en el de Jesús, el Señor; hay que callar y dejarle hablar. «Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y esta habla siempre en eterno silencio y en silencio ha de ser oída del alma» (san Juan de la Cruz). Paremos donde nos resuene la palabra y no nos dejemos «agobiar» por las muchas que pueda haber.
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