Juan coloca la imagen de Jesús desde el «yo soy» que recuerda a la presencia de Dios que se expresa en la zarza ardiendo de Moisés. Aparece, también, la contraposición entre el «buen pastor y el mercenario» y por otra parte aparece la relación de «conocer y dar la vida». Conocer es unión, es compromiso, es implicación, como diríamos nosotros es «sentir con». El summum del «sentir con» es la encamación y dar la vida, la entrega de la vida, ese es el buen pastor.
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