Para resucitar en Cristo antes tenemos que haber subido con Él al Calvario, haber padecido los azotes y la coronación de espinas, haber servido de mofa y de escarnio al populacho y haber sido perseguidos por los que se dicen defensores del orden, de la paz y de la justicia.
Resucitar con Cristo es para todo cristiano vivir íntegramente y en su totalidad las veinticuatro horas de cada día, una vida honrada, santificada por la Gracia. Es saber renunciar a la posición de relumbrón, cuando desde allí no se sirve al pueblo ante todo y sobre todo. Es hacerse «todo a todos para ganarles a todos» (Aula DSI Testimonio: G. Rovirosa, Resurrección, Boletín nº 191 – 9/4/2023).
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